Han pasado escasos dos años desde las últimas elecciones generales. Dos años afectados por la epidemia de coronavirus y sus consecuencias económicas, laborales y sociales, que aún hoy no atisban solución. Dos años en los que nuestra forma de vida se ha modificado sustancialmente, quien sabe si de forma definitiva. Y, tras estos dos escasos años, los rumores de nuevas elecciones sacuden el panorama político.
Tras el eterno y desastroso ciclo electoral de 2014-19, en el que se concentraron elecciones europeas, autonómicas, locales y hasta cuatro comicios nacionales, se hizo evidente la necesidad de un periodo de gobernanza real en el que España pudiera afrontar las crisis sociales y económicas que la asolaban. El país requería un Gobierno que planificara y legislara para alejarnos del desastre de 2008. Posteriormente, la crisis de la COVID nos enfrentó a la urgencia de una profunda modificación de nuestras relaciones sociales y laborales y así se nos prometió una remodelación del Estado hacia el futuro.
Sin embargo, en estos dos años hemos visto pocos o ningún cambio. Todo está por hacer, entre interminables excusas: desde la esperada llegada del maná de los fondos europeos hasta las obligaciones asumidas con Bruselas, pasando por la dificultad de determinadas reformas legislativas. Mucha Agenda 2030 y mucho Plan de Prospección pero poco cambio real.
En el fondo, las prioridades han estado donde siempre, en las luchas de poder y los intereses de partido, que han hecho que tanto gobiernos como oposiciones estatales, autonómicos y locales se centraran en esa política-espectáculo en la que todo es lucha electoral. Se ganan y se pierden votos cada día, en cada foto y en cada titular. Lo demás, no importa. De esta forma, se obvian los proyectos y las ideas porque no se atienden las necesidades de la gente sino las expectativas propias, las del relato y la imagen.
Y ahora, tras dos años perdidos, nos avisan de unas nuevas elecciones, quien sabe si andaluzas o castellanas en primer lugar, que serán el pistoletazo de salida de un nuevo ciclo. Todos se lanzan a hablar de proyectos, candidatos, coaliciones y eslóganes, ocultando una lucha encarnizada por encabezar las papeletas. De nuevo empieza un espectáculo en el que lo importante será si la izquierda de la izquierda se une, si Ayuso se carga a Casado antes de cargarse a Abascal, si la España Vaciada llena el Congreso o si Sánchez sigue los consejos de Redondo. Todo empieza otra vez mientras España sigue esperando.
Manuel Montejo
Sobre nuestras piedras lunaresTodo empieza otra vez
Han pasado escasos dos años desde las últimas elecciones generales. Dos años afectados por la epidemia de coronavirus y sus consecuencias económicas...