Agenda constitucional

Gerardo Ruiz-Rico

Mestizos

Me pregunto si en efecto están pensando en revertir la historia ese pensamiento político que promocionan algunos partidos en este país

Un paseo por la playa del Zapillo, Almería. Media tarde de un día cualquiera, en un mes de junio que revela ya el futuro de un planeta castigado por los dioses con un cambio climático irrevocable. La orilla se llena de niños con piel morena gritando en la lengua común de Cervantes. Jóvenes de ojos oscuros y pelo color azabache encienden sus aparatos de una música que huele a Caribe y recuerda el turquesa de allende los mares. Familias de aquí pero con ese acento inconfundible a tablao de flamenco hacen corros en torno a una tertulia interminable. Muchachos que tienen todavía la sabana o el desierto de sus ancestros en las venas. Adolescentes que, por un pudor inconcebible para nosotros, esconden la flor de sus cuerpos entre trajes de baño que vestían nuestras abuelas.

Y entre tanta pluralidad de razas, de religiones, de lenguas a veces, de visiones cósmicas de un universo lejano donde residen sus orígenes, los hay también representantes de aquella sociedad ibérica unidimensional del pasado, anclada en aquel monoteísmo oficial que afortunadamente se ha extinguido. Mujeres y hombres que intentan guardar su identidad de carnet bajo la sombrilla, entre ese mar de etnias y colores sin nacionalidad.



No hay problema, porque al cabo de unos meses de verano se producirá el milagro, y entonces ya todos, españoles de cepa antigua y españoles venidos desde los confines del mundo seremos una sola raza, moldeada por el mismo sol de justicia que nos convertirá en esa multitud morena que conforma una parte importante de la sociedad global.

Entonces, ante ese mundo solidarizado por un solo color de piel, reflexiono, y me pregunto también, por la España que está queriendo construir ese pensamiento político que promocionan algunos partidos en este país. No hace falta nombrarlos; son más de uno, entre ellos el que representa hoy a una parte importante de los que hemos sido beneficiados por una cuota de soberanía popular.

Me pregunto si en efecto están pensando en revertir la historia. Hace siglos los expulsamos a la otra orilla del Mediterráneo; los colonizamos con dureza en la aventura de las Américas. Y hoy han venido a recordarnos que nuestro futuro es el de una comunidad Mestiza; con mayúsculas y aunque no lo quieran los españolitos de bien, cultura rancia y etiqueta de cristiano antiguo. Una sociedad en la que nuestros nietos y nietas, si no hijas e hijos, habrá asimilado con mayor normalidad el amor y la amistad entre sujetos de color, religiones y tradiciones culturales múltiples. La misma comunidad que, pese a que no les guste a los intolerantes de la verdadera humanidad, vivirá, eso espero, feliz y orgullosa de la inclusión de todos y todas.