Escucho con frecuencia que el acento cordobés es feo, o que el acento de Jaén es feo, también el de Almería, o el de Murcia.
Afirmaciones así son emitidas con frecuencia por personas que no saben de la manipulación mediática a la que están sometidos sin darse cuenta. Sin darnos cuenta.
La lengua estándar y sus imposiciones lingüísticas vienen precedidas por una norma que instaura un modelo central de pronunciación frente a otro, generalmente ese modelo que instaura una norma lingüística, se difunde por la radio, la televisión y, cómo no, por las series de entretenimiento que calan entre la población.
En Andalucía, hay un modelo imperante que es el modelo hispacentralista, Sevilla, como ciudad más habitada, se da como modelo lingüístico neutro e imperante. Nadie critica la forma de hablar del dúo humorístico Los Morancos. En ninguna parte de España. A nadie le suena feo.
Sin embargo, Andalucía es la comunidad más poblada de España y no contiene un solo modelo lingüístico mayoritario, así, el modelo malagueño es otro de los que se impone al tratarse de la segunda ciudad más poblada de Andalucía y capital nacional de ese invento nocivo del turismo internacional.
Estos dos modelos lingüísticos son los que se imponen en la televisión andaluza, así, los presentadores de televisión de este canal, o fingen un modelo lingüístico sevillano-malagueño neutro, nunca las modalidades internas de dichas provincias, o fingen un castellano neutro de modalidad central.
Ese modelo centralizado, neutro, estándar, se expande por cada país, así en Francia el modelo imperante es el de la isla de Francia, en Inglaterra es el de Londres. El inglés de la reina de los presentadores de la BBC, modelo, durante tanto tiempo, de pronunciación correcta para los estudiantes de inglés.
Sin embargo, el patrón no siempre se cumple, y suele haber diferencias de estrato, sociolingüísticas, que hacen que separarse de esa norma sea penado por otros hablantes de la comunidad; hay tantas formas de hablar en Andalucía como pueblos en Andalucía, lo que en Baeza es seseo, ya casi inoperativo, (solo en los hablantes mayores), en Úbeda, a solo 8 kilómetros, no hay seseo; ese mismo fenómeno ocurre entre Torredelcampo y Toredonjimeno, o en la costa de Andalucía donde se cecea con mucha frecuencia, (solo en los hablantes mayores), puesto que la juventud prefiere no tener esa marca diferenciadora tan dialectal, en aras de una dudosa globalización. Recuerdo aquí el interesante “heheo” de Pegalajar, donce la c y la s se convierten en una j aspirada. (Vuelvo a reiterar que ese heheo se da en los hablantes mayores, los jóvenes ya no lo reproducen).
Así, toda inmigración interna, tenderá a acoplar su habla con el habla de la ciudad que los acoge, para evitar ser mirados o tratados con menosprecio, porque la lengua sigue teniendo un fuerte componente clasista, privilegiando unas modalidades sobre otras. Modalidades estándar desarrolladas en la urbe principal.
Es normal, además, que en los trabajos con menos responsabilidad se mantenga la forma de hablar original, frente a los trabajos de mayor responsabilidad donde se tergiversa el habla en aras de ser entendidos por todos.
Así, la población considera feos ciertos acentos frente a otros, porque quedan fuera de la norma estándar, acostumbrados a ver siempre en las películas a las señoras de la limpieza o las criadas de las casas ricas a mujeres, casi siempre, procedentes del sur, de una Andalucía inespecífica, donde se mezclan el salero, el buen hacer y la gracia, con el acento andaluz, o extremeño, o murciano, casualmente, las regiones más pobres del país, las que, además, quedan fuera de la norma lingüística estándar.
Esto no tiene que ver con la corrección lingüística, tan correcto es la norma del castellano central como la del sur, o las hablas meridionales; es un tema de prestigio social, así aceptamos que un madrileño afirme: la dije, en un obvio laísmo, sin que nadie diga nada en contra, o escuchar a un hablante castellano decir: dámele, refiriéndose a un mechero; el otro día escuché en televisión española decir a una persona de Valladolid, “la cuna del castellano bien hablado”, (recordemos que el propio Delibes era leísta), queremos que nos le firmes. Ese leísmo casi insultante a oídos de un hablante andaluz, se impone como norma, tanto es así, que la Academia ha aceptado este uso desviado de ciertos tipos de leísmo del castellano correcto,(sic), pero nadie afirma que el acento de Valladolid sea un acento feo.
A pesar de que hablar del español americano es arriesgado, pues tantas son las normas que hay en cada uno de los países de habla castellana como primer idioma, desde Estados Unidos, donde la norma sería la de Miami, pasando por México o Colombia, pongo por caso, y estas modalidades hacen posible que nuestro idioma esté tan vivo en el mundo, sin embargo, muchos afirman que el acento americano más bonito es el de la modalidad argentina o la mexicana, o la colombiana. Todo va en función del país que esté más de moda por diferentes motivos, películas, telenovelas, actores, música.
Pocos afirman que su acento predilecto sea el guatemalteco, el costarricense, el ecuatoriano o el paraguayo, (este último quizá por la presencia de elementos guaraníes en su realidad cotidiana), casi la mitad de la población paraguaya habla este idioma indígena, que también está poco prestigiado.
Generalmente, en los premios de la música latina hay menos representantes de estos países mencionados que de los mayoritarios, que, además, imponen su norma lingüística. Por ejemplo, el voseo, se impone desde el Río de la Plata hasta Colombia, pero nadie piensa que sea un fenómeno extendido.
¿Cuántas cantantes internacionales, (seguro que las hay, pero yo no las conozco), proceden de Paraguay, de Ecuador, de Perú, frente a las que proceden de Colombia, Argentina o incluso de México?
Así, afirmamos que los acentos americanos son más bonitos o más feos, acostumbrados a ver y a escuchar los productos de moda prestigiados por las discográficas, las plataformas digitales, incluso los culebrones, donde hay diferentes modalidades estándar del castellano y conviven entre sí.
Así ocurre en España o dentro de Andalucía mismo, todo lo que se salga de la norma establecida será descrito como feo, cuando feo, como en zoología, es un adjetivo que no debería ser usado ya que no hay idiomas, acentos o modalidades feas, toda vez que ayuden a su función principal, la comunicación verbal satisfactoria.
Por eso, me parecen ridículos esos recientes intentos de cierto sector nacionalista andaluz, (sic), de crear, porque nunca ha existido, una norma lingüística supra-andalucista, con un desprecio por la norma sintáctica central que no puede extenderse, puesto que solo describe una modalidad inventada por una minoría, que tiene en cuenta solo los rasgos de una parte muy limitada del habla andaluza, la Andalucía sevillana y gaditana, y no representa a los ocho millones largos de hablantes andaluces, siendo la región más pobre y la que más crece en población. Además de no poseer una literatura propia en andaluz, por mucho que intenten traducir libros a ese neoidioma inoperativo.
Las lenguas y sus modalidades son seres vivos porque sus hablantes están vivos y sujetos a ondas de intereses espurios o no, que manejan y manipulan dichos hablantes, incluso en estos tiempos de globalización y pérdida de carácter primitivo.