Carmina nemo legit

Joaquín Fabrellas

El bloop

El sonido profundo en la mar océana, o los autores más destacados en Tristán de Acunha, Isla Inaccesible y en la Isla de Bouvet

Hay un bloop, (el Bloop), que los científicos encontraron en lo más recóndito del planeta. No descartaron opciones, no sabían qué producía ese bloop, esa frecuencia en el fondo marino.

Recuerda este bloop a esa otra frecuencia que, apuntan los científicos, perteneció a la gran explosión producida después del Big Bang. Esa frecuencia que asemeja el universo a una especie de microondas, en donde la onda primigenia de la explosión aún puede escucharse y grabarse.

El bloop, por su parte, es una cárcava reciente, es el paso de una masa enorme de hielo en el fondo marino. Dentro de millones de años, cuando esa profundidad oceánica salga a la superficie por el movimiento de las placas tectónicas, habrá alguien que las contemple y podrá observar esos profundos surcos hechos en la piedra ígnea.

El bloop fue hallado y grabado por la ANOA, la NOAA, en sus siglas en inglés, una organización, que, tras la II Guerra, decidió poner hidrófonos en las profundidades submarinas para detectar el posible paso de submarinos enemigos.

No obstante, nadie sabe qué produjo ese ruido, también pudo ser un animal marino que vive a tales profundidades, porque el bloop, la señal, el sónar, se ha producido a 3700 metros bajo el nivel del mar.

Todo esto carece de importancia si no se explica el lugar donde este ruido fue detectado en 1997, ya que se trata del lugar más alejado del planeta, el Punto Nemo, el polo oceánico de inaccesibilidad del hemisferio sur. Se ha convertido en un vertedero espacial, aquí desembocan los restos de la chatarra satelital, así como la chatarra espacial de vuelta a la Tierra de cada misión espacial.

Además, desde el espacio, se han observado grandes iluminaciones que se corresponderían con explosiones nucleares en atolones desconocidos.

Qué alegría para los arqueólogos espaciales, cuando descubran en las escarificaciones pétreas los restos brillantes del homus spacialensis, la especie que surcaba los cielos y la galaxia y que, sin embargo, no sabía qué hacer con los restos de sus viajes.

48°52.6′S 123°23.6′O (Localización del Punto Nemo).

Garcia-Castellanos, D., & Lombardo, U. (2007). Poles of inaccessibility: A calculation algorithm for the remotest places on earth. Scottish Geographical Journal, 123(3), 227–233. https://doi.org/10.1080/14702540801897809

Aquí arriba cómo se calcula un punto de inaccesibilidad.

La tierra más cercana al Punto Nemo se encuentra a 2667 kms, y se trata de:

Pandora, Motu Nui, perteneciente al archipiélago de la Isla de Pascua al norte; Maher, al sur, un lugar en la Antártida; la Isla Campana, de Chile, al este; las Islas Chatham al oeste, de Nueva Zelanda.

La profundidad de estas aguas se encuentran a 3.700 m. y se especula con que, en ese segmento del planeta, hay pocas especies que produzcan ese ruido de ultra baja frecuencia, por lo que se piensa, que fue producido el bloop por un iceberg impactando con el fondo marino, lo que se conoce como criosismo o icequake, en inglés. O quizá, por una ballena sorda.

El Punto Nemo no es una masa de tierra, pues no hay nada en ese centro imaginario. Es tan solo un punto marcado en los mapas con una flecha roja en mitad del océano, se pueden ver los cálculos y algoritmos de Lombardo y García Castellanos más arriba citados, y el lugar específico en donde se encuentra. Es un punto sin circunferencia y cuya esfera acaba en muchos libros, el más famoso de todos, el libro de Lovecraft sobre Cthulhu.

Otros estudios académicos sobre estas localizaciones:

https://www.pmel.noaa.gov/acoustics/ocean-noise-reference.html

What is the bloop?



Sin embargo, ostentan el dudoso honor los habitantes de Tristán de Acuña de ser el lugar habitado más aislado del mundo. Lo llevan con cierta alegría, a pesar de que allí las enfermedades endógenas y endogámicas afloran en una población de 270 habitantes censados. Proliferan el asma y el glaucoma entre los nueve apellidos principales de la población de Edimburgo de los Siete Mares, la ciudad más remota del mundo. Y, sin embargo, no tienen resfriados comunes. Será, quizá, por ser unos grandes consumidores de whisky.

El hospital más cercano está en Ciudad del Cabo, Suráfrica, a dos mil kilómetros de Edimburgo. La isla no cuenta con un aeropuerto.

La iglesia de San José de Edinburgo de los Siete Mares depende de la Prefectura Apostólica de las Islas Malvinas. En Argentina.

Sin embargo, es otro territorio, la Isla Bouvet, la que ostenta el título de la isla sin habitar más aislada del mundo y está recubierta de hielo. El lugar más cercano es Tristán de Acunha a 2300 kilómetros al norte, y Ciudad del Cabo al este, a 2500 kilómetros. Descubierta por un francés, Bouvet, en el siglo XVIII buscando el grado de equilibrio entre los continentes, buscando una tierra austral desconocida, que equiparase el peso de las placas continentales, se topó el francés con esta isla.

En la Isla Bouvet se encontró mucho tiempo después, una barca en un lago interno, y nadie sabe cómo pudo llegar hasta ahí. Se sospecha que fue una expedición rusa que llegó en helicóptero y fueron rescatados posteriormente ante la imposibilidad de explorar aquel terreno baldío.

A 150 kilómetros de Bouvet estaba la Isla Thompson, divisada por numerosos exploradores que viajaron por allí, y dejaron constancia de su existencia, sin embargo, expediciones más modernas, no han podido encontrar dicha isla, la cual, se supone que desapareció tras una erupción volcánica o por un seísmo provocado por volcanes.

Por otra parte, la ciudad de Nuuk, que significa "cabo" en kalaalisut, antigua Godhtäb, Buena Esperanza, en danés, de los mapas escolares, perteneciente al reino libre de Dinamarca, es la ciudad capital de Groenlandia y la capital más al norte del mundo, situada en la costa sudoeste de la isla, está más cerca de Canadá que de Europa.

En Canadá está el asentamiento continuo más al norte del mundo, ocupado por militares todo el año. Recibe el nombre de Alert.

Igual que estas islas y estos lugares en la soledad telúrica, en la noche más oscura del radioaficionado, en la soledad remota de estos lugares, en los parpadeos lumínicos de la noche eterna, en las gélidas caricias del aire espeso, se encuentra también el alma del que escribe, el escritor es un sónar en la oscuridad de la noche, un bloop de algo que no existe, y que, sin embargo, todos quieren escuchar.

Territorios así se repiten por el mapa inventado de la desolación, yo propondría un viaje por todos estos lugares para aquellos que quieran dedicarse a escribir y conozcan primero quiénes son sus lectores futuros, para quiénes deberían escribir.

Ahí te están esperando con la máquina de trasquilar ovejas, con los cuchillos de rajar vientres de foca. Son militares pensando en su muerte, divisando barcos en apuros, rompehielos en mitad del día eterno.

La literatura de Tristán de Acunha es ágrafa, (si no se incluye, claro, la eximia literatura lusa, a la que perteneció brevemente, o a la no menos eximia literatura inglesa, a la que se supone que ahora pertenece la literatura oral o ágrafa de los tristanenses), no se conocen librerías en Acunha; su literatura no existe. La literatura así es una actividad con un coste muy elevado, nadie va a leerla, sobre qué escribirá un autor de Acunha, sobre la propia isla, o sobre la posibilidad histórica de que Napoleón se escapase de la cercana (sic) Santa Helena.

Tristán de Acunha es inliteraturizable, porque nada que no se sepa ya puede ser dicho sobre ella, el amor, en la isla es un intercambio entre personas casi de la misma familia, hay poca limpieza de sangre.

Los monumentos acunhnenses no superan las dos plantas y asemejan más a pobres construcciones de chapa que a edificios sólidos. No hay una posible inspiración si no es la del paisaje. No hay librerías en la isla.

La historia está muy clara, las posesiones, comunitarias, también. El origen de la isla, igual, todos saben de dónde proceden y las estridencias del pop, del arte, o de la prisa de la gran urbe, quedan muy lejos de la isla, que no se inmuta ni tan siquiera por la muerte de la reina Isabel II: qué tendrá que ver esa señora con su remota isla.

De hecho, el volcán activo que preside la isla, entró en erupción en los años 60, la población se asienta en uno de los conos de deyección del mismo, tuvieron que ser evacuados al Reino Unido, pero cuando acabó la erupción, todos quisieron volver a su isla urgentemente, ya que no encontraban acomodo de ninguna forma en la madre patria y sus ovejas estarían en muy mal estado.

Los paseos de ocio, que no practican sus habitantes, son limitados pues el área habitable es la de una pequeña aldea inglesa en una broma geográfica dispuesta en el Atlántico sur, los huertos de patata, los grandes acantilados a donde solo van los suicidas más convencidos, y vuelta por el camino a Edimburgo de los Siete Mares.

El suicidio o la enfermedad grave son las formas más rápidas de salir de la isla para siempre.

Cómo le explican a los niños de Acunha la inmensidad del océano de La isla del tesoro, o la obsesión de un hombre frente a una ballena blanca, o tal vez, el aislamiento de la expedición del Shackelton en su viaje sin retorno. La literatura no vale allí. Todos los valores que pretende explicar la literatura, o los viajes más arriesgados como los de Gulliver o la soledad náufraga de Robinson Crusoe en una isla remota, son nada más que formalismos, idealizaciones de una sociedad occidental que no les comprende. El aburrimiento hecho de palabras.

Ellos lidian todos los días con la soledad más absoluta, con el aislamiento más cruel. Cada día es un día épico de supervivencia en Acunha. Si el que lleva los víveres en barco muriese en el viaje de siete días desde Johanesburgo, los habitantes de Acunha lo pasarían mal. Cada día es una invocación a un dios local que no rige por los mismos patrones que en el resto de la tierra. Si sus ovejas muriesen por una enfermedad, ellos también lo harían. Ellos y las ovejas son lo mismo.

Tristán de Acunha fue inventada de soslayo por los portugueses como caladero o punto de apoyo entre África y América del Sur, poco más. Fueron los holandeses los que pusieron primero el pie allí. Mercator fue el primero que la dibujó en un mapa.

Así se siente el escritor en ciertas noches, para qué escribir si lo que voy a escribir no les puede interesar a los habitantes del territorio más remoto del mundo, si estos habitantes remotos representan en su totalidad, con su iglesia, su policía, su calabozo, su barco, a los habitantes de toda la humanidad.

La escritura de poesía sería peor aún, algo así como escribir en la Isla de Bouvet, solo te escucharían las focas, los elefantes marinos y algún pingüino despistado.

Escritor, esos son tus queridos lectores, cuéntales algo que les interese y que no hayan dicho ya.