El Real Jaén se hace con el Trofeo del Olivo más épico
El equipo jiennense, que contó con el protagonismo de los menos habituales, venció al Granada en el último segundo (3-2)

Foto: Miranda López (Real Jaén)
Imagen de celebración del Real Jaén
El Real Jaén venció con épica en la 41º edición del Trofeo del Olivo. El conjunto jiennense reinó sobre una loca segunda parte ante un Granada que lo peleó hasta el final (3-2). La entrada de Mario Martos fue clave en la segunda mitad, siendo la pierna ejecutora de un triunfo épico.
Viendo la primera mitad, la situación no invitaba al optimismo para ver un partido espectacular. Salvo un par de llegadas de Sergio Rivera, la realidad es que el ritmo del partido fue ramplón. Ambos conjuntos salieron con futbolistas con menos protagonismo y eso se notó durante el primer tramo de duelo.
La segunda parte sí que tuvo mucho más jugo. Sobre todo tras la entrada en el campo de Mario Martos, que revolucionó la zona ofensiva y el partido. Primero, porque un pase filtrado suyo puso en bandeja a Manu López para que este cruzara el esférico y pusiera el primero en el marcador de La Victoria. Pero es que apenas segundos después, el propio Mario Martos ponía el 2-0 con un golazo desde la media luna del área nazarí.
Manu López, que estaba inspirado en la segunda mitad, rozó el tercero con un mano a mano que detuvo Astralaga, portero del Barcelona cedido en el Granada. El Real Jaén fue muy superior durante gran parte de la segunda mitad, pero ni con esas parecía que fuera suficiente.
Final épico
El Granada apretó y se repuso. Primero, con el 2-1 de Souleymane. Después, con el tanto del empate de Jorge Pascual. El encuentro en su última fase se había convertido en un auténtico correcalles, sin centro del campo. Casi como un partido de benjamines. Y en esa locura acabó reinando el Real Jaén.
En la última jugada del choque, Mario Martos recogió un pase al corazón del área de Óscar Lozano para poner el definitivo 3-2. Con mucha épica, el conjunto de Manolo Herrero se hacía con el Trofeo del Olivo en un partido que empezó gris y que acabó siendo un regalo para los 1.977 aficionados que vibraron en La Victoria.