Mientras el vulgo está en lo suyo, en playas y romerías, en verbenas y primeras comuniones, las encuestas del último domingo de precampaña refuerzan el liderazgo del poder político establecido. Resumiendo, de 46 a 50 diputados para el PP (fagocitando casi por completo a Cs), el PSOE mantendría su suelo actual (de 31 a 33, perdiendo 1 o 2, a lo sumo), Vox subiría hasta 16/17, Por Andalucía reduciría a la mitad la representación obtenida por Adelante Andalucía en 2018, y con la calderilla de cocientes menguantes, a la cola, aún podrían hacerse con su acta y la de alguno de sus más fieles correligionarios tanto Juan Marín como Teresa Rodríguez. Demoscopia reincidente. Irán a votar los concienciados y prebendados, mientras que el resto conocerá el contenido de la vaina cuando los guisantes ya estén en el plato. Nada nuevo bajo el sol de Sevilla. No es Andalucía tierra de cambios bruscos, de virajes impredecibles. Las tres cosas que contaban en política, a decir de Torcuato Fernández-Miranda: el poder, el poder y el poder, mandan demasiado ya aquí, en apenas 3 años y medio, en la Andalucía del cambio. “De la ley a la ley”, legislando sin olvidarse nunca de los amigos. Al poder desde el poder, al objeto de consolidar la estructura de intereses político-económicos. Medios adocenados, contratistas ‘pata negra’ y comisionistas en línea directa, permanentemente al acecho. El discurso de Pedro Sánchez del sábado, en Dos Hermanas, sobre los cuatro años transcurridos desde la moción de censura que le abrió las puertas de Moncloa, parece sacado de un pasado ya lejano en que la náusea anticorrupción que generó la caja ‘b’ del PP, extática y plurinacional, movilizaba al abstencionismo izquierdista y fracturaba en dos al moderantismo derechista. Un cuatrienio después, de desgaste de la coalición de fuerzas parlamentarias que propiciaron la investidura, dos de ellos de dura pandemia, fue suficiente para que se rearmaran los herederos de Aznar y Rajoy, recuperando al hijo pródigo que se dejó seducir, obnubilar temporalmente, por el canto de sirena del regeneracionismo naranja de Alberto Rivera. Todo empezó y acabo en Madrid, ¿o, acaso, lo dudaban? Reestablecida la laxitud en la moral imperante, el pelotazo no deja de ser un negocio. Los 400.000 que dejaron en la estacada a Susana Díaz en diciembre de 2018, hoy por hoy le siguen faltando a Juan Espadas. No es prestidigitación, sino hartazgo. Algo similar le ha ocurrido a la izquierda de la izquierda, Penélope, de los pies a la cabeza, a esa izquierda plural, viuda de Pablo Iglesias, que se cansó de esperar a Yolanda Díaz en la estación de Santa Justa. Cuando dejas de creer, solo el drama, la crisis, el desgarro personal, te aferra desesperadamente otra vez a la fe en todo aquello que resulta inaccesible a la razón. Fideísmo berroqueño, sentenciaría el filósofo José Luis Villacañas. El detonante de la hipermovilización de las izquierdas.
De esta guisa, excuso decirles que el protagonismo de los candidatos jiennenses en esta precampaña electoral brilla por su ausencia, limitándose al papel de meros acompañantes de unos líderes que se dignan arribar a estos pagos muy de tarde en tarde. Avanza Juanma Moreno por Geolit y, aunque sea solo un rato, que no falte tampoco la foto de familia, o que veas por Beas a Juan Espadas, visto lo visto, visto y no visto, que para el caso es lo mismo. Jaén no está en la ecuación, ni en el debate general de la Comunidad. Jaén es un 0 a la izquierda, con la izquierda en el poder o fuera de él. Los eslóganes y los mensajes manejan cifras y estadísticas regionales, promedian panes y peces entre los andaluces a sabiendas de que en provincias como la de Jaén tocamos a menos que en ninguna. Un tranvía, once años, varado, y mañana no es todavía. Una autovía del olivar que no pasa de Martos, hartos de estar hartos, desde hace 17 años; un hospital de alta resolución de Cazorla, inaugurado a principios de 2020, tras 11 años de interminable proceso de materialización, que con suerte este mes de junio estará al 50 por ciento de funcionamiento en especialidades y servicios… Competencias estrictamente autonómicas, mil excusas entremedias, mil obstáculos insondables, atribuibles en su mayoría a imponderables (y al legado, a la herencia, a los otros, por descontado), pero mañana no es todavía (el día). Bien es cierto que hay plazos oficiosos, especialmente en campaña. Los cálculos técnicos y presupuestarios, en general dubitativos e imprecisos, se vuelven certezas al acercarse la cita con las urnas. Ojalá siempre estuviésemos en campaña. La campaña es un sueño realizable, un piso-patera con vistas a la bahía. En campaña, el conjunto de lo pendiente se torna plausible y, con los ojos cerrados y de puntillas, se alcanza a tocar con la punta de los dedos. En campaña, es fácil dejarse engatusar, responder al engaño con nobleza y sin memoria. Polvo eres. El embroque al tiempo y el espacio que transcurre entre la pedida y el momento de ejercer. Miénteme la vida entera. Entonces, solo entonces, te crees importante y te sientes, incluso, siquiera sea un instante, único y poderoso. El poder, contenido en 15 días de flirteo, de un polvo. Un polvo, un voto.
Manuel Expósito
El ExpositorMañana no es todavía
Mientras el vulgo está en lo suyo, en playas y romerías, en verbenas y primeras comuniones, las encuestas del último domingo de precampaña refuerzan...
Foto: EXTRA JAÉN
Votante en Jaén.