Durante los últimos 30 años especialmente, la agricultura se ha desarrollado en todos los sentidos, llegando a suponer hasta el 7 por ciento del Producto Interior Bruto mundial, y creciendo en dicho periodo de tiempo más de un 120 por ciento, alcanzando los 4 trillones de euros a finales del pasado año de volumen.
Hace unos días la el Departamento de Población y Asuntos Económicos de la Organización Nacional de las Naciones Unidas, puso de manifiesto que ya somos 8 mil millones de personas en el planeta, cuando en 1950 tan solo éramos dos mil quinientos millones, y lo más desafiante, es que para 2050 podríamos ser hasta 10 mil millones de humanos.
Por otro lado, para la citada fecha, 2050, la disponibilidad de tierra fértil por persona habrá descendido a 0,13 hectáreas, mientras que más del 60 por ciento de la población mundial no dispondría de forma accesible de agua potable, y al margen de Asia, la agricultura tendría acceso muy limitado y especialmente escaso a este recurso.
Otro de los factores importantes son, sobre todo la disponibilidad de mano de obra en términos de empleo en el sector primario, en la actualidad mientras que en Europa se dispone del 5 por ciento de la población activa, en África dicho ratio es del 50 por ciento.
No obstante, el reto que actualmente se plantea es completamente distinto, se trata de un desafío vital, es decir, con recursos cada vez más limitados (agua, tierra, insumos, etc.), se ha de alimentar a una población que en cien años se va a multiplicar por 4 veces, ya lo ha hecho por casi 3, en algo más de 70 años, con el matiz de que para la consecución de dicho objetivo, cada vez se cuenta con un menor número de implicados, es decir, la población rural dedicada a la agricultura de forma activa, ha pasado en menos de 50 años de ser del 42 por ciento, a preverse que en 2050 no alcanzaría el 20 por ciento, siendo para Europa menos del 4 por ciento, mientras que para África resultaría suponer algo inferior del 40 por ciento, por lo tanto, se ha de producir de forma sostenible, rentable, con escasez de recursos, eficientemente, y falta de disponibilidad de mano de obra, para alimentar a una población cada vez más mayor, y localizada potencialmente en un 80 por ciento en núcleos urbanos.
A tal fin la evolución de la agricultura en los últimos años ha pasado de dotarse de recursos animales inicialmente para su explotación, hasta conseguir un desarrollo mecanizado que permitió una mayor productividad, haciendo necesario de forma reciente establecer fuentes de recopilación de datos, tratamiento, y uso proactivo de los mismos para gestionar de forma óptima tanto inmovilizado, como recursos, estando en la actualidad en un una simbiosis que resulta quedar a medio camino entre la agricultura interconectada, y la agricultura ciberbiónica.
De acuerdo con los recursos con que cuenta el agricultor en la actualidad el proceso de explotación agrícola podría ser el siguiente, análisis de la climatología en función de los datos disponibles vía satélite, o a través de datos históricos, una vez se tengan dichos inputs macro, se analiza las características de la tierra, orografía, composición química y orgánica, potenciales riesgos inherentes a plantaciones anteriores o microrganismos presentes, etc. tras escoger el uso que se le daría a la misma, imaginando que fuese un cultivo leñoso, se plantan especies y variedades acordes con los datos obtenidos con soporte mediante Sistema de Posicionamiento Global (GPS), para proporcionar un adecuado y fiable posicionamiento del vuelo, es decir de los árboles, si está dotada de riego la explotación, mediante la colocación de sondas de consumo dotaremos a las plantas del agua adecuada en cuantía y composición, así como el resto de nutrientes, todo ello, en función del diagnóstico simbiótico aportado, muy posiblemente por la combinación entre diversos satélites, y drones específicos diseñados a tal fin.
Es muy probable que los tratamientos se lleven a cabo por fertirriego, todo ello en función del diagnóstico, y la sectoriazación de la finca, permitiendo un tratamiento personalizado, casi árbol, por árbol.
De necesitar apoyo externo mediante tratamiento con soporte de apero, este irá mediante sistema ISOBUS, conectado mediante WIFI con un centro neurálgico, y en función de diversas cedulas magnéticas será selectivo con la aplicación de la solución, mejorando la sostenibilidad, eficiencia, y siendo condescendiente con la biodiversidad, también dicho apero recaba datos paralelamente, del mismo modo, el tractor podría ser autónomo, sin conductor, aunque en Europa dicha tecnología, aun existiendo, no es aplicada debido al entorno legal imperante.
La recolección, sea cual fuere el fruto, y su destino, podría ser íntegramente mecanizada, e incluso robotizada, si se tratase de frutos de elevado valor, e incluso susceptible de poder ser seleccionada, clasificada y procesada, teniendo en cuenta, origen, naturaleza, estado y destino.
No obstante, toda esta disposición de información, requiere de proacción humana como ingrediente importante y decisivo para revisión, interpretación, determinación de estrategias, decisión y ejecución en consecuencia.
Todo esto, que podría parecer que estuviese descrito por el mismísimo y brillante Julio Verne, es una realidad que no deja de evolucionar, y que conjuntamente con la posibilidad de poder obtener productos agrícolas mediante cultivo en estaciones espaciales, constituyen, ante la actual escasez de tierras de cultivo y agua, la solución natural a este crecimiento de demanda de alimentos, en un entorno de falta de recursos, por lo tanto, esta denominada agricultura ciberbiónica es considerada como una actividad estratégica de vital necesidad e importancia.
Juan Vilar
Entre olivos, aceitunas y aceiteLa producción de alimentos, presente y futuro
Agricultura ciberbiónica y estaciones espaciales para la producción de alimentos
Foto: EXTRA JAÉN
Agricultura espacial.