La Unión Europea debe pensar “Están locos estos españoles”. Después de los mil y un requerimientos de la Justicia Española para que entreguen al delincuente fugado en el maletero Puigdemont (un hombre, un peine) ahora resulta que es la piedra clave sobre la que se cimenta la concordia de los españoles. En psiquiatría a esto se lo llamaría “síndrome de Estocolmo”, comportamiento bipolar o directamente esquizofrenia. Recordemos que el político gerundense fue elegido eurodiputado en 2019 y no se le permitió recoger el acta pues previamente debía ir a España a jurar la Constitución. He revisado la hemeroteca y no veo a Pedro Sánchez hablando de amnistía, reconciliación y el resto de la panoplia pero sí de trincarlo y directo al maco sin pasar por la casilla de salida. Al parecer el presunto delincuente fugado ha sufrido una transformación alquímica tras las última elecciones y ahora es un hombre a respetar (no sólo por Pedro Sánchez sino también por Feijoo al que le viene como anillo al dedo esa estrofa de de Kiko Veneno que decía “Me junto con toda clase de delincuentes”). De hecho estamos haciendo un auténtico “papelón” en Europa. ¿Cómo se nos va a tomar en serio? Por un lado todos los requerimientos jurídicos siguen vigentes, por otro Sánchez envía un “missi dominici” a reunirse con un delincuente fugado que se chotea del embajador socialista recibiéndolo en un despacho presidido por una enorme foto de la proclamación de “la muy efimerísima” República Catalana (56 segundos) pues según nuestro presidente en funciones se le ha encomendado una sagrada misión como a Juana de Arco o a los “Blues Brothers” en “Granujas a todo ritmo”( peliculón), vamos , que lo de menos es que siente sus reales en la Moncloa otros cuatro años , él es un “río para su pueblo” y por supuesto no hay resquicio de interés personal alguno. Es un cruzado que viene a salvarnos. ¿Y cómo lo va a hacer? Para empezar pasándose por el arco del triunfo el artículo 14 de la Constitución española a la que tanto dice respetar que, aunque conocido de sobra, no nos resistimos a dejar de citar: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.” “Esa cualquier otra condición o circunstancia personal o social” comprende que un señor tenga un puñado de votos a la venta al mejor postor. La igualdad que proclamaba el socialismo tradicional es un lastre, algo vetusto, carpetovetónico, viejuno ante ese nuevo horizonte progresista que anuncia Pedro Sánchez y su adláteres como una profecía milenarista. Mientras tanto los partidos nacionalista a lo suyo. La Justicia y a los Cuerpos de seguridad son puesto a los pies de los caballos y desde la sentina de Ferraz se habla aunque todavía no se atreven a pronunciarlo (como si fuera la lengua de Mordor) de “delitos políticos”. Por supuesto, nada de esto fue anunciado en mítines ni debates televisivos sino más bien al contrario pero si los caminos de Dios son inescrutables los que llevan a La Moncloa lo son más aún.
Carlos Oya
La chapaLa necesidad y la virtud
La igualdad que proclamaba el socialismo tradicional es un lastre, algo vetusto, carpetovetónico, viejuno ante ese nuevo horizonte progresista