Las películas se parecen cada vez más a los videojuegos y los videojuegos a las películas. Y no es de extrañar. El presupuesto del “blockbuster” del año se codea con los lanzamientos de los grandes estudios de videojuegos y además hay una relación de toma y daca: mientras efectos impensables hace décadas beben de la informática los desarrolladores de las principales compañías de juegos se nutren de los mejores guionistas (aunque quizá haya una etapa intermedia...ya dijo Spielberg en el momento de la eclosión del “streaming” que los mejores escritores los tenían las plataformas, piensen en “The wire”, “Chernobyl” o “Breaking Bad”...a mí “Los Soprano” me aburrió bastante). El resultado es que ciertos juegos son tan narrativos y están tan bien hechos que son una película en sí y aunque por un lado merece la pena adaptarlos para que la historia la disfruten los que piensan que los videojuegos llegaron a su culmen evolutivo con el Donkey Kong para los versados en el tema nos parece una repetición en gran parte innecesaria. Aunque a veces estas conversiones aportan algún que otro elemento novedoso para distinguirlas de la matriz. Y aquí la primera temporada de “The last of us” se lleva la palma. No voy a contar aquí el argumento porque es de sobra conocido y en todo caso ahí está San Google. Resumiendo mal: una serie de zombis del subgénero “no es un zombi, es un infectado”. Pero su secuencia inicial (creada “ex profeso” para la serie) es un prodigio. El escenario, un programa setentero americano de entrevistas. Un presentador y dos científicos. En tres minutos y medio con una escritura maestra se habla del COVID, del calentamiento global…y de hongos. Uno de los epidemiólogo (en el mejor papel que he visto a John Hannah) habla de un hongo que afecta a las hormigas ,que va devorándolas progresivamente sustituyendo la carne por la suya, que no las deja morir, pues produce penicilina y que las convierte en simples marionetas a base de generar L.S.D. El huésped termina convirtiéndose en un apéndice del parásito. Hay un montón de material estremecedor real en la red, simplemente pongan “cordyceps” en su buscador favorito. Salvando las distancias algo parecido ocurre con gran parte de la población y la relación con sus dispositivos móviles y por ende las redes sociales. La conexión me vino con esas imágenes de conciertos masivos donde nadie está viendo a por ejemplo Springsteen, pero todos lo están grabando. Ese estadio iluminado por miles de móviles también estremece. La hormiga en una fase avanzada de infección del “cordyceps” deja la comunidad y se va a lugares húmedos y cálidos por el bienestar del parásito. De igual forma estos nuevos infectados buscan los mejores sitios para grabar, alzan los brazos al riesgo de la descoyunta. Disfrutar es lo de menos, hay que grabar y colgar ya, obedecer a la red, servir al amo. Qué más da que desde un punto de vista racional tal comportamiento no se sostenga. Pues tú no estás ahí para ver y escuchar…forjarte un recuerdo. Tú estás ahí para grabar y subir, grabar y subir…Eres un apéndice para quién de verdad manda.

Carlos Oya
La chapaApéndice
Disfrutar es lo de menos, hay que grabar y colgar ya, obedecer a la red, servir al amo