La chapa

Carlos Oya

Celebrando la Parca

La historia es un devenir, que ese devenir hubiera podido ser otro es, valga la redundancia, otra historia

 Estas últimas semanas he visto una celebración de la muerte en Europa. Y no me ha gustado. A la muerte de Jean Marie Le Pen , fundador del Frente Nacional actual Reagrupación Nacional liderada por su hija Marie, miles de personas se concentraron en París, Marsella, Lyon eufóricas por la muerte del nonagenario ultra conservador francés con pancartas tales como: “El sucio racista ha muerto” o “Es un hermoso día” según fuentes de Euronews. Sí, Le Pen pudiera ser un indeseable pero nunca llegó a gobernar. Cuando fue condenado lo fue por sus exabruptos verbales y su revisionismo histórico (aunque para ser honestos andaba coleando un caso de malversación de fondos que es probable que se archive tras su muerte). ¿A qué esa algarabía por la muerte de un anciano que llevaba 30 años retirado de la política, que nadie se acordaba de él y además en vida “ni pinchó ni cortó”? Por supuesto la gente tiene el derecho a manifestarse no obstante esta celebración gratuita de la muerte…se supone que sois los buenos. Los malos son los que celebran la muerte. En todo caso están en su derecho, son sentimientos y experiencias personales.

Distinto es el caso de Franco que desde luego “pinchó y cortó” hasta hartarse. Y también es distinto cuando las celebraciones de la Parca vienen lavadas, marcadas y peinadas desde el gobierno que es lo que pasa en estas efemérides que ni estaban ni se esperaban sobre el 50 aniversario de la muerte del “regente”  que nuestro presidente se ha sacado de la manga en uno más de sus  inacabables trucos de tahúr. Voy a dejar clara una cosa: yo me orino sobre la calavera de cualquier dictador y Franco lo fue. Pero estos fastos no se sostienen ni tienen justificación alguna “per se” y me han llevado a las siguientes reflexiones:



A nivel histórico la muerte de Franco no trajo una democracia automática ni la “España en libertad”, el eslogan elegido por Moncloa. La Historia tiene más en común con un río que fluye suavemente que con los paquetes cuánticos de Planck. ¿O alguien piensa que en la víspera de la toma de Constantinopla por los turcos el 28 de mayo de 1453 un súbdito del “Santo Reino de Jaén” acostóse medieval y levantóse moderno en el sentido histórico del término? La historia es un devenir, que ese devenir hubiera podido ser otro es, valga la redundancia, otra historia. Incluso la mayoría de las revoluciones se asemejan a una olla a presión donde los ingredientes han ido cociéndose a fuego lento y que finalmente explota. Volviendo a la próxima efeméride en cuestión el mismo Javier Tusell (a quién nadie podrá tildarlo de derechas) marcaba el inicio de la transición con la muerte del dictador pero respecto al final digamos que lo dejaba bastante difuso. Preston fecha la plena democracia en España después del fallido golpe de Tejero en el 81.No es así el relato del gobierno para el cual el deceso del insigne ferrolano lo cambió todo en un momento como si nos hubiéramos tomado la pastilla roja de Matrix (¿o era la azul?). Y aquí van una serie de datos (muchos de ellos obvios) que desdicen la tesis presidencial. Si Franco murió el 20 de Noviembre de 1975 dos días después Juan Carlos en las Cortes fue proclamado rey y juró fidelidad a las leyes franquistas y a los principios del Movimiento: Franco habría muerto pero su Constitución no. La presidencia recayó en Arias Navarro, ungido previamente por el generalísimo, quién entre otros cargos durante la dictadura fue Ministro de Gobernación y Director General de Seguridad. Durante su escaso semestre en el cargo se produjo la represión de Vitoria, los sucesos de Montejurra… Aunque las reservas de Champán se agotaron el día del óbito y la gente salió a celebrarlo a las calles más de 100.000 falangistas tenían armas personales y los elementos más hostiles a la democracia, englobados en lo que se llamó el BÚNKER, esperaban a ver lo que pasaba protegidos y apoyados por la policía , el ejército y la guardia civil. Ya con Suárez generales reaccionarios obligados a dimitir fomentaban el golpismo en el diario “El Alcázar”. Mientras, los comunistas torpedean el futuro proyecto de Reforma Política con manifestaciones. Suárez se tentaba la ropa y sólo encontraba frascos de nitroglicerina.

Por otro lado hay cosas que caen por su propio peso. Franco no murió a causa de una condena a muerte ajustada a derecho ni fue aniquilado por la turba como Mussolini y Clara Petacci. Murió en la cama en una agonía fruto de las complicaciones de una tromboflebitis recurrente (tres operaciones en dos semanas, una de ellas sin luz) que se alargó innecesariamente por el doctor Martínez Bordiú que puenteó al médico personal de Franco (quién optaba por desconectarlo) para servir a sus propios fines políticos. Y aunque también sea de perogrullo señalemos que la oposición democrática no tuvo arte ni parte en este espectáculo decadente así que no entiendo esto de ponerse medallas. En el fondo el gobierno va a celebrar la degeneración celular. De hecho si me permiten frivolizar nuestro presidente parece a veces complacer al finado desde el uso de expresiones del régimen como “no nos temblará el pulso”, como ya señaló Álex Grijelmo, a la exhumación de los restos del Valle de los Caídos donde no está nada claro que Franco quisiera ser felizmente enterrado (de hecho la familia lo quería en el panteón familiar).

Y hay un último aspecto, mucho más subjetivo pero en cierto modo más importante, que quisiera señalar. Salvo las excepciones que todos conocemos el hombre no quiere morir. Comprendo y hasta podría apoyar en ocasiones a las personas que festejan la muerte de individuos que les han causado un sufrimiento infinito. Siempre he dicho que del cristianismo me chirría lo de “poner la otra mejilla”. Pero que a nivel institucional se celebre la muerte me parece un despropósito. No hagamos el juego a la antimateria, a Millán Astray, a la entropía, al cero absoluto. Sabemos que es una guerra perdida pero en su transcurso podemos ganar algunas batallas que durante breves instantes nos hagan eternos. Antes morir que perder la vida.