“La naturaleza aborrece el vacío” decía Rabelais en su “Gargantúa”, si bien la existencia del vacío fue probada científicamente gracias a los trabajos de Torriccelli, Pascal o Robert Boyle que con su bomba de aire demostraba la existencia del vacío ahogando a gatos y palomas para deleite de sus invitados y de sí mismo, imagino ( será una mente prodigiosa pero ya me cae mal). Y vamos que sí existe el vacío porque en el fondo somos seres vaciados y más correcto sería decir en los sepelios “No somos nada” a “No somos nadie” pues al estar compuestos por átomos estamos fundamentalmente “llenos” de vacío ya que el 99,999999% del volumen de un átomo corresponde a nada. Es muy socorrida la metáfora según la cual si un átomo es una gran catedral en su conjunto el núcleo es una mota de arena y los electrones partículas de polvo flotando en sus límites. No obstante en el arte sí ha habido periodos de este “horror vacui”: desde las portadas románicas al Transparente de Toledo de Narciso Tomé o el ya citado “Gargantúa”. ¿Y en la política? Me atrevería a decir que sí. Cuando surgen nuevas demandas de la población, acorde al desarrollo de los nuevos tiempos, o los grandes partidos se ponen las pilas y ocupan ese espacio alargando sus pseudópodos, siempre al acecho de nuevos caladeros de votos, e integran estos nuevos planteamientos dentro de su ideario general o una serie de nuevos partidos creados “ex profeso” surgirán en el panorama político casi por generación espontánea para dar respuesta a estos nuevos intereses. No de otro modo surgieron los partidos verdes en Alemania en 1980 o los partidos animalistas. Y lo mismo se puede decir de los próximos partidos que representen a la “España vaciada” tras la pica en Flandes que supuso el desembarco en el Congreso de “Teruel existe”. La mayoría de estas nuevas formaciones tiene su origen en asociaciones civiles cuyas peticiones son sistemáticamente ninguneadas (en Jaén, por ejemplo, la autovía a Córdoba o las conexiones ferroviarias entre muchas otras) por los grandes partidos y por tanto también por el gobierno nacional, autonómico y local de turno pues como dijo Guerra “quién se mueve no sale en la foto”. Este sentimiento se agrava aún más ante el chanchulleo anual del cupo vasco, la fiscalidad foral de Navarra (algo que aún siendo constitucional no entra dentro del encaje europeo como bien nos han hecho saber) y la percepción, igual equívoca, de que la parte del león se la llevan siempre los mismos. Pues para el resto al no haber listas abiertas los diputados elegidos no responden ante las provincias (muchos ni ponen el pie) por las que son elegidos y el Senado en vez de una cámara territorial (como el Landtag alemán) es un cementerio de elefantes .Y a algunos ya se les están inflando las narices.
Carlos Oya
La chapaVacío
“La naturaleza aborrece el vacío” decía Rabelais en su “Gargantúa”, si bien la existencia del vacío fue probada científicamente gracias a los trabajos...