Mediodía en la provincia de Jaén

Carlos Serrano

Año electoral

La opinión de Carlos Serrano


Hemos empezado mal el año.

Algunos dirán que ‘ni tan mal’, porque así ya solo cabe mejorarlo. Disculpen que no me sume a ese optimismo. 2022 es año electoral. Temo que este lamentable comienzo solo sea el principio de lo que está por llegar y aunque alguna vez creemos que ya se ha tocado fondo, la actualidad, y quizás la realidad, son tozudas y disipan el espejismo.
Es el nivel que damos hoy como país y como sociedad. Por un lado, los políticos, con la inestimable colaboración de algunos medios de comunicación y de algunos mal llamados periodistas; y por otro, los ciudadanos, responsabilizando de todo a los políticos y difundiendo bilis e ignorancia en las redes sociales como si estuvieran elaborando un compendio enciclopédico.



Como la culpa siempre es del otro, estamos a salvo de la autocrítica y como es evidente, de cualquier atisbo de crítica constructiva. Poco importa que no haya proyectos para los territorios, llámense España, Andalucía o Jaén. Y mucho menos que el progreso y la modernidad sean etiquetas tan vacías como las cabezas que repiten una y otra vez el mantra.
Se traza la raya y se simplifica el futuro: conmigo o contra mí. Inequívoca confirmación de la visión de Goya en sus pinturas negras o de aquel pasado efímero, que se diría presente, de Antonio Machado.

No es por ello extraño que, tras abrir las puertas de parlamentos y ayuntamientos a ese partido de extrema derecha que es un cáncer para la convivencia, ahora se impulse un nuevo partido que abandera un rancio nacionalismo provinciano. Los mismos que lo jalean hoy serán los primeros en hacerse cruces al descubrir mañana su vacuidad.
No se preocupen. Comenzamos un nuevo año y los primeros días de enero dicen que solo hay lugar para los buenos deseos. Lo que importa es el interés general. 2022 es año electoral. Como dijera Pío Cabanillas, ministro con Franco y ministro con la UCD, en respuesta a una periodista sobre los comicios inmediatos: “Ganaremos, señorita, no sé quiénes, pero ganaremos”.
¿Qué puede salir mal?