El desarrollo del olivar superintensivo parece imparable, en nuestra provincia además está alentado desde instituciones públicas como la Diputación Provincial o parte de la Universidad de Jaén. Se viste esta práctica de tecnologías innovadoras y ciencia, sin pensar mucho en los principios básicos de la agricultura.
Dicen que el ser humano es la única especie que se golpea una y otra vez en la misma piedra, y ejemplos tenemos por todos lados. En la mal denominada costa tropical malagueña y granadina se están arrancando aguacates y mangos por falta de agua, no solo han vaciado embalses, sino que el agua del mar entra ahora en los acuíferos destrozando sus ecosistemas.
En el entorno de Doñana ha pasado algo parecido con la producción de frutos rojos en invernaderos y se han secado las lagunas que servían de refugio a millones de aves en su tránsito entre los continentes. El ecosistema más valorado de Europa desaparece por la mala gestión del territorio y el beneficio de unos pocos.
Tanto en el caso de la costa malagueña y granadina, como en el área de Doñana, reivindican ahora una solución a las administraciones públicas para resolver el problema que han creado ellos, a pesar de haber sido advertidos políticos y ciudadanos por los grupos ecologistas desde hace al menos 30 años.
Y conociendo lo que se nos viene encima:
- ¿Queremos reproducir en Jaén un modelo de producción que depende de una disponibilidad de un agua que no tenemos?.
- ¿Piensan nuestros políticos y nuestros agricultores que podemos cumplir con los requisitos medioambientales que plantea Europa para el año 20230 con el olivar super-intensivo?
- ¿Ha pensado alguien qué va a pasar con la economía que generan ahora todos los servicios asociados al olivar tradicional?.
- Con las tasas de paro más alta de Europa, ¿Estamos en disposición de mecanizar todas las tares que se realizan en el campo y expulsar a los jornaleros de la actividad agrícola?.
Dentro de unos años la naturaleza nos dará su respuesta a gritos sino debatimos a fondo sobre nuestro futuro.