Inmersos en plena campaña de aceituna, vemos cómo nuestros pueblos se vacían en las mañanas y quien más y quien menos tiene un tajo donde echar el jornal. La cosecha no es pareja en la provincia, pues hay comarcas donde cuajó mejor el fruto que en otras. Aun sin ser una campaña extraordinaria, sigue existiendo el problema que llevamos arrastrando en los últimos años: la falta de personal para la recogida.
La despoblación que sufren los pueblos agrícolas y la necesidad de mano de obra, favorece la llegada de inmigrantes que buscan con afán encontrar donde poder trabajar. Leemos que hay quince albergues para temporeros abiertos en la provincia de Jaén y que tienen una ocupación de casi el 48 por ciento. Se antojan pocos, si comparamos la cantidad de personas inmigrantes que pululan estos días por nuestros pueblos.
Pensaba en ellos en esta semana en la que hemos “sufrido” el Black Friday, y en la que se mezcla nuestra vorágine consumista, bombardeados de publicidad, con las carencias básicas de ellos. Y llamo a la conciencia de esos patronos para que doten a sus trabajadores de viviendas dignas donde pasar los días de campaña y encontrar a la tarde una ducha caliente y a la noche una cama confortable. Que se les trate con dignidad y que no se les sise el jornal, sufrido y trabajado como el que más, por su condición vulnerable. Desgraciadamente todavía hay cazurros desalmados capaces de aprovecharse de la necesidad de esta gente.
Es fácil encontrarles, los más desafortunados, en un cajero o en un soportal. Y pido que nos mueva la compasión, que no se les mire con desdén, pues no todos delinquen y los más buscan ganarse la vida con dignidad y mandar algo de dinero a las familias que un día dejaron en busca de un futuro que, allí en su tierra, les fue esquivo. Que ellos no tienen la culpa de haber nacido al otro lado de nuestro mundo.