A mediados de los 90, el Ayuntamiento de Mancha Real comenzó a apostar por el desarrollo: con cursos de formación, con facilidades para la implantación de empresas, con subvenciones y gratificaciones, e, incluso, con donaciones de terrenos que sirvieran para implantar empresas que crearan y mantuvieran puestos de trabajo en el pueblo.
Fue una política que se llevó a cabo con un Consistorio de un signo político determinado, pero que ha continuado en el tiempo, y que ha sido independiente del partido que haya estado en el Equipo de Gobierno en cada momento. Y hoy en día, todo el mundo en Mancha Real tiene algún familiar directo, si no es él mismo, que tiene una empresa. Este pueblo apuesta por un modelo alternativo al monocultivo.
En los últimos años, Mancha Real es de los pocos municipios de la provincia que ganan habitantes, junto con Alcalá la Real y Jaén capital. Si lo hace, es por algo más que por estar cerca de la capital, pues hay otros pueblos que también lo están que pierden habitantes.
Hace unos meses, el Ayuntamiento de Villacarrillo patrocinó unos premios sobre diversidad empresarial. En este tímido conato se resaltaron algunas ideas como las de Mancha Real: se trata de poner las bases para la mejora de la calidad de vida de la población en torno a la empresa privada.
Sé que si lo planteamos abiertamente, todos los Ayuntamientos dirán que no se puede hacer nada. Aunque, yo me pregunto:¿Qué se puede hacer con los terrenos propiedad del pueblo que no se encuentran productivos? ¿Por qué no subastarlos a empresas con la condición de que se creen puestos de trabajo bien remunerados y duraderos para la comarca?.
Está claro que la Administración tiene que implicarse en el desarrollo de los pueblos. Unos buenos gestores tienen que ir más allá de Administrar lo que tienen; deben también luchar por un mejor futuro para sus ciudadanos que, en muchos casos, no depende sólo de ellos.