Con el alma en pie

Ana Tudela

La mentira y el relato

Que estamos en los tiempos políticos del relato es algo que ya conocíamos, y lo he tratado en alguna ocasión. Pero ese relato venía fundamentalmente...

Que estamos en los tiempos políticos del relato es algo que ya conocíamos, y lo he tratado en alguna ocasión. Pero ese relato venía fundamentalmente a exponer una decisión de calado, con una cierta complejidad para ser digerida. Una especie de “sal de frutas” estratégica para una acción política de alcance, que resultaba, a priori, de difícil explicación.

La novedad que nos ha aportado la filtración de Juan Marín, ese vicepresidente de la Junta con tanto espacio político recorrido, capaz de declarar eso de “porqué voy a dimitir si lo estoy haciendo muy bien”, es una vuelta de tuerca a eso del relato. Una mutación, dicho en términos microbiológicos; una “variante” dañina, capaz de reflejar lo peor de la política.

Porque el relato de Marín, y, por ende, lógicamente, de Moreno Bonilla y de la Junta de Andalucía, no parte de una decisión, no parte de una medida, sino que lo hace de una mentira, de una gran mentira; de un presupuesto hecho mentira porque nace para no aprobarse. “Sería una estupidez aprobarlo”, nos dice la grabación filtrada -por cierto, que ya hay que ser pardillo a estas alturas-.

O sea, que se ha movilizado a todos los servicios de la Junta para construir unas cuentas, que se han “vendido” a todos los andaluces, que se han metido en un proceso de negociación, que han llenado titulares de todo un Presidente de Andalucía, y, realmente, solo se estaba construyendo una mentira para poder soltar a continuación el relato del bloqueo de la oposición, el de esa “pinza” entre VOX y PSOE que no cree nadie, y, supongo que, en un plazo más o menos breve, el del anticipo de unas elecciones bajo tintes victimistas, para poder vengar el ultraje historiado desde San Telmo. Para llorar.

Los momentos más difíciles de este país, con una pandemia que cada día nos trae nuevas preocupaciones; media España política dedicada a construir, y la otra media, la de los Moreno Bonilla, Marín, Casado y compañía, dedicada a jugar al relato y la mentira.

El episodio es terrible, y cuando se juega de ese modo a manipular, no se está haciendo política, ni se está construyendo un relato. Simplemente se está mintiendo a aquella gente a quien se gobierna, olvidando el interés general, y buscando sólo una situación ventajista desde la trampa y el engaño.

Sanidad, Educación, Dependencia, Empleo… Dedíquense a eso, Moreno y Marín, y no sigan jugando con la gente.