Con perspectiva sureña

Antonia Merino

¿Cuántas tienen que morir?

A fecha de 4 de mayo de 2022, el número de víctimas mortales por violencia de género en España asciende a 13 mujeres en lo que va de año; y a 1.139 desde que...

A fecha de 4 de mayo de 2022, el número de víctimas mortales por violencia de género en España asciende a 13 mujeres en lo que va de año; y a 1.139 desde que en 2003 comenzó el recuento de las víctimas por violencia machista. Otra cifra y no menos dañina es que desde 2013, 46 niñas y niños han sido asesinados por su padre en España. Un goteo constante que no cesa. El último caso de violencia de género lo vivimos el pasado lunes en Cuenca. La víctima tenía dos hijos y una hija menores de edad, se sabe que existían denuncias previas por violencia de género contra el presunto agresor, pero fue absuelto de estas acusaciones por lo que se habían retirado las medidas que la protegían el pasado 1 de abril. ¿Qué más tiene que pasar para que la sociedad reaccione de una vez por todas? ¿Qué más tiene que pasar para que, al final, no todo quede en añadir otro número a esa lista interminable de víctimas? ¿Qué más tiene que pasar para no ser noticia durante unas horas y luego caer en el olvido? ¿Qué más tiene que pasar para que la justicia actúe con eficacia y rapidez? ¿Qué más tiene que pasar para acabar con esta lacra social? Pese a las medidas judiciales, a las mujeres las siguen matando. Y pese a las escalofriantes cifras, nos enfrentamos a un partido que se desmarca de la condena de un asesinato machista, que pide la derogación de las leyes de género al tiempo que demoniza sistemáticamente al colectivo feminista. Durante años, la violencia machista quedó relegada a la esfera privada: se consideraba un asunto personal de la pareja y los medios de comunicación optaron por un papel pasivo. Sin embargo, el testimonio de Ana Orantes (en 1997) cambió la narrativa sobre la violencia de género en España. Las cifras globales no permiten mirar hacia otro lado, no podemos olvidar que solo representan una parte, no sabemos cuántas escapan a las estadísticas, cuántas de ellas no son conscientes del peligro, porque no confían en la justicia o porque ignoran adónde o a quién acudir. Necesitamos de una sociedad y unos partidos más comprometidos y menos tolerante con las expresiones de machismo o el menosprecio hacia las mujeres. No podemos seguir engordando las cifras de una estadística que nos deja en evidencia como sociedad y que más allá de los números tiene rostro, nombre y apellidos, y, por supuesto, una innecesaria historia de dolor en familiares y allegados.