El Parque Nacional de Doñana es un mosaico de paisajes y ecosistemas con una biodiversidad única que atesora más de 500 especies y da refugio a millones de aves en sus fases migratorias. Este espacio natural, considerado como uno de los humedales más importantes y bellos de Europa, es un “espectáculo” de la naturaleza que se transforma con cada estación del año. Esta maravilla paisajística es Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1994, ha recibido el Diploma Europeo para Áreas Protegidas, dada la conservación, planificación y gestión integrada de sus recursos naturales; forma parte del espacio protegido Red Natura 2000, es Reserva de la Biosfera y Sitio Ramsar, además de estar incluido en la Carta Europea de Turismo Sostenible. De nada le ha servido acumular este abanico de credenciales, ni las severas advertencias científicas, ni las voces de alarma de los ecologistas, ni las amenazas de Bruselas con sanciones millonarias para que PP y VOX hayan decidido iniciar la tramitación de una ley que pretende legalizar las explotaciones irregulares de Doñana. Esta legalización supone no solo una falta de respeto a nuestro patrimonio ambiental sino también un atentado contra uno de los parajes más singulares y protegidos de nuestra comunidad. Pese a su manto proteccionista, Doñana vive desde hace años el acecho de su peor enemigo: la falta de agua. A la sequía y la sobreexplotación del acuífero se le añade una nueva amenaza: la incorporación de nuevas tierras de regadío que no estaban registradas. El problema de la escasez de agua en Doñana no es nuevo, a la doble crisis climática y medioambiental, se suma la sequía que azota con fuerza en años con bajas precipitaciones y las derivadas directas sobre el acuífero que, según los expertos, se encuentra en estos momentos por debajo del 30% de su capacidad. Esta ley entraña ni más ni menos que una amnistía de los regadíos ilegales responsables de esquilmar el agua de Doñana y un agravio comparativo frente a aquellos agricultores onubenses que sí han acatado la ley. Doñana es uno de los más importantes referentes identitarios de nuestra comunidad; es un bien común de todos los andaluces y patrimonio universal de toda la humanidad. Lo que no es entendible de ninguna de las maneras es que se anteponga el interés de un lobby agrícola frente al bien común. La propuesta de la derecha y extrema derecha andaluza curiosamente se produce a escasos 100 días de las elecciones municipales. Es obvio que se busca arañar un puñado de votos de los pueblos de la comarca y para ello, Moreno Bonilla está dispuesto a sacrificar Doñana. Mientras él y los suyos se afanan en avivar la polémica por la sátira de un programa de humor de TV3 sobre la Virgen del Rocío, este miércoles su gobierno firmaba el acta de defunción de Doñana. ¡Señores! estamos en campaña y todo vale para desviar el foco de atención y Cataluña, como siempre, es el comodín. Sin embargo, el mayor desastre medioambiental de la historia de nuestra comunidad llevará la firma de Moreno Bonilla, que ni siquiera ha tenido hoy la gallardía de estar en la cámara andaluza, cuando su partido, de la mano de la extrema derecha, votaba en contra de los intereses de Andalucía.
Antonia Merino
Con perspectiva sureñaDoñana: ley de defunción
Es obvio que se busca arañar un puñado de votos de los pueblos de la comarca
Doñana.