Con perspectiva sureña

Antonia Merino

El vientre de alquiler: es el mercado, amigo

En la lógica neoliberal todo está permitido, la libertad es la palabra mágica en pro de los de siempre

 El vientre de alquiler: es el mercado, amigo

Vientre de alquiler.

Ya lo dijo el ex ministro de Economía, Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”. Este mercado permite utilizar el cuerpo de una mujer como una incubadora humana para satisfacer el deseo de aquellas personas que quieren ser padre o madre, un deseo que pasa por encima de los derechos humanos y pisotea la dignidad de las mujeres con menos recursos. Este deseo de ser madre es lo que ha llevado a una célebre actriz y presentadora española a “comprar” un bebé en EE UU. Cada año nacen miles de bebés por este procedimiento y en algunos países, incluso, se han abierto “granjas de bebés” donde se insemina a las madres gestantes para entregar sus hijos, previo contrato, a familias adineradas. Esta semana la portada de una revista del corazón nos mostraba el rostro de felicidad de la actriz que pese a su edad, 68 años, y casi tres desde que sufriera la pérdida de un hijo, recupera el instinto maternal desde una posición de privilegio y bajo una apariencia de normalidad, la misma a la que juega la publicación. Pero esta imagen de normalidad encubre el gran negocio de compra-venta de bebés mediante el vientre de una mujer, pero no de cualquier mujer sino de las más vulnerables. A la hora de juzgar lo que es bueno o malo, lo que es justo o injusto, en nuestras relaciones y decisiones, lo cierto es que el negocio ha desplazado otras conductas como el compromiso ético y moral con los demás y con la propia sociedad. Es cierto que en este debate entran en juego muchas sensibilidades, pero lo que no se puede negar es el carácter lucrativo de una práctica que pone en evidencia que es una transacción económica y como en toda transacción, el dinero es el que manda. Los que nos pueden afrontar los costes del proceso en Estados Unidos y Canadá (100.000€) se van a Ucrania o a la India (50.000€), donde la compra de bebés es mucho más asequible; no en vano son numerosas las agencias que existen en nuestro país que ofrecen un pack a elegir pese a las existentes trabas legales, pero ya sabemos que tirando de billetera todo es posible. El negocio es lo primero. Qué importa el riesgo para la salud y la vida de las gestantes, qué importa el sufrimiento de estas madres, qué importa el desgarro que puedan sentir al entregar al hijo/a que han llevado en sus entrañas, qué importa, en definitiva, estas mujeres… a fin de cuentas solo son mujeres pobres, ninguna de ellas lo hace por altruismo, lo hace por necesidad. La cuestión es si queremos que esta sociedad normalice la compra-venta de bebés. ¿Normalizamos esta práctica? En la lógica neoliberal todo está permitido, la libertad es la palabra mágica en pro de los de siempre; la libertad como coartada para el negocio.