Detrás de la columna

Juan Manuel Arévalo Badía

La urgencia de los hechos

De las palabras e intenciones proferidas en Jaén se podría escribir una enciclopedia: la de la desesperanza

Las palabras sin hechos son como una raya en el agua. De las palabras e intenciones proferidas en Jaén se podría escribir una enciclopedia: la de la desesperanza. Recuerdo en los tiempos pretéritos de mi vida laboral en la banca, las palabras de un miembro de la alta jerarquía: “a los empleados hay que tenerlos cabreados. Así rinden más”. Esa teoría general pudiera cumplirse en otras áreas de la geografía hispana: en Jaén, no. Me parece bien que quede aclarado, la necesidad de una estación intermodal, para forjar una ciudad a medida del ciudadano, alejando (por el momento) proyectos de extrarradio vinculados a movimientos de reclasificación de terrenos y especulaciones urbanísticas, tan del gusto de los “cuquis y agustines” y demás tropas de la economía farisáica.

El proyecto viene con un plus de zonas verdes, tan necesarias para la habitabilidad de la ciudad. Todo en su conjunto, tal y como lo plantean tiene un buen aspecto. Sin embargo, y al amparo de la cabecera de este artículo, es una cuestión de urgencia, con necesaria fecha de vencimiento, como las antiguas letras de cambio o los pagarés. El derecho mercantil, habilitaba una figura mediante la cual, al día siguiente de su término y en caso de impago se efectuaba el llamado, protesto notarial, que abría la vía judicial para el cobro ejecutivo de la deuda. Desde 1992 el gobierno estatal y autonómico tienen un débito con el progreso de Jaén. El aislamiento de las comunicaciones por ferrocarril, es vergonzoso. Tanto como los discursos que han venido explotándose en boca de políticos y agentes sociales,: “necesitamos un cambio de modelo productivo”. Aplico a ello lo que decía en la caída del régimen soviético su ministro de asuntos exteriores Shevarnasdze: <>. Pero lo cierto es que no acertaban a cómo vivir de otra. No creo que sea tan difícil entender que hay que compaginar los jornales del olivar, por el salario de la industria. Hay que cambiar la temporalidad por la estabilidad laboral que permita asentar la población y evite la emigración y la fuga de una generación cada vez más preparada. Por eso la velocidad debe ser alta, no solo en reducir el tiempo de viaje a Madrid, sino en la puesta en marcha y asentamiento de programas industriales de alto valor en I+D+i.

El ministro Oscar Puente, ha anunciado, pero no ha prometido, ni dado su palabra, eso que antes valía mas que “la firma de una escritura”. La experiencia me hace ser desconfiado, porque hay demasiados ejemplos procedentes de la variada fauna política que responden a ello: el Museo Ibero, la Ciudad de la Justicia, el nuevo conservatorio de música, el tranvía y así un largo etcétera de promesas alargadas en el tiempo como las telenovelas o las “soap opera “inglesas. Todo interminable. Pongan fechas y dejaremos de ser incrédulos.



Estas líneas podrían acabar con algo fácil relacionado con puente, corriente y oca, pero para eso ya está la artificial inteligencia de la derecha Simplemente me reafirmo en mi respeto al que cumple, no al que promete.