El bar de la esquina

Antonio Reyes

El canal

El día que descubras la verdad y que tu cerebro está secuestrado por cuatro iluminados, lo vas a pasar mal, pero que muy mal

Mi última columna hablaba sobre el «relato», el mensaje que los neoliberales llevan años inoculando en la población. Os contaba la importancia que le dan a sus mensajes, aun siendo la mayoría de ellos falsos: inmigrantes que comen mascotas, que nuestra democracia parece una dictadura, que se ataca al poder judicial... ¿Una dictadura? ¿En serio? ¿Qué era antes entonces, cuando utilizaron medios públicos para espiar a partidos políticos y presumían de «controlar la sala segunda del Tribunal Supremo por la puerta de atrás»? Pero vamos, que no me voy a parar a repetir lo que ya todos sabemos.

Hoy, en una segunda entrega de esta minitrilogía, os vengo a hablar de los canales que esta gente utiliza para que su relato salvaje y despiadado viaje al centro de nuestro intelecto, sea escaso o bien cultivado: las redes sociales. Por desgracia, hace mucho que preferimos este medio para informarnos. Y no me refiero a que leamos prensa en el móvil, no, sino que seguimos a «expertos analistas políticos» que, con vídeos montados con toda la mala intención del mundo y que luego suben a Facebook, X o Tik Tok, nos hacen creer que las democracias no son, en realidad, lo que creemos. El motivo, el de todos los días: detrás de un fallo en el sistema democrático siempre habrá alguien que saque provecho económico del descontento social.

Y por esto, queridos amiguitos, es por lo que todos los magnates tecnológicos se han aliado con Trump. Saben cuáles son los canales preferidos de la gente para informarse. Ellos, los dueños de estos vehículos, conocedores de que solo en el caos hacen caja, han empezado por dar vía libre al insulto en sus plataformas, eliminando los algoritmos que eliminan insultos racistas, xenófobos, homófobos o de cualquier otro tipo que denigre a usuarios. Aquí, en Europa, muchos Gobiernos democráticos han decidido abandonar estas plataformas ante tales atropellos. Locos al volante de la mayor potencia mundial en todos los sentidos que manejan a su antojo las principales vías de comunicación y que acaban de borrar, mira tú que paradoja, los muros de contención para que el odio se expanda por doquier. Y, por supuesto, eliminar también la competencia siempre bajo el mismo lema: la seguridad nacional. Pues me da a mí que el principal peligro de esa supuesta seguridad sois vosotros. Pero, claro, teniendo la audiencia que tenéis, no me extraña nada que os resulte tan insultantemente fácil lavar el cerebro de vuestro vasallos.



Bien. Tenemos entonces el relato y las vías necesarias para convertirlo en plaga bíblica. Y funciona, vaya si funciona. Es de primero de autocracia hacerse con los canales de comunicación para lograr que solo lo que tú quieres se conozca, sesgando así el mensaje rival. Deberíais saberlo, porque aquí ocurre a diario. ¿Quién controla los medios? Los que arrían la mascá, la publicidad institucional. Así se aseguran que nada de lo que nos hacen padecer se publicite. Eso en el caso de nuestra clase política, de forma mayoritaria la derecha, que llevan años comprando medios que les brindan muros que protegen sus tejemanejes. Así no hay manera de formar una opinión, y oposición, pública fiable, pero bueno, ya sabemos que somos los más listos del mundo y a nosotros nadie nos manipula. Ah, que en Andalucía también, a ver si ahora os vais a creer que esta bendita tierra está libre de trapicheos.

Ya sé que alguien estará pensando que esto se hace por dinero, lo de los multimillonarios de las redes sociales, digo. ¿Pensáis que los hombres más ricos del mundo quieren más dinero, teniendo un patrimonio personal imposible de gastar en mil vidas? No, no van por ahí los tiros. Lo que guía la vida de estas personas es el poder, la sensación de que el mundo les pertenece y que debemos estar a sus pies. Y, claro, siempre habrá quien les tienda una alfombra roja si con ello sirven a sus intereses. El liberalismo, tal y como ha evolucionado, es quien nos ha traído todos los males que ahora sufrimos en todos los campos. La vivienda, la sanidad, las energías… Sí, todo. Quienes tienen el dinero y el poder no vinieron a la vida a construir un mundo mejor, no. Necesitan siervos y han dado con el planeta correcto. Un redil de vasallos silenciosos que solo sabemos quejarnos, pero de acción vamos escasos.

Pues eso, queridas y queridos. Que cuando los canales de información se manipulan para controlar el pensamiento público, sucede lo que sucede. Así que, si crees que tu opinión es libre y sin mácula, bájate de ese carro, porque no es así. Saben que te pasas el día mirando las redes, que tienes fe ciega en cualquiera que salga en Tick Tock explicando en un vídeo esto y lo otro.

El día que descubras la verdad y que tu cerebro está secuestrado por cuatro iluminados, lo vas a pasar mal, pero que muy mal. Mientras tanto, algunos seguiremos dando forma a la resistencia, que siempre debe haber un contrapeso para tanto cipote.

Y ahora que lo pienso. ¿No soy yo de esos trileros que cada quince días viene aquí a decirte lo que tienes que pensar? Salvando las diferencias, ya que no tengo interés en ir a Marte, ¿a quién vais a creer, a Musk, Zuckerberg, Bezos o a mí? Si es por dinero, está claro que estamos a la par. Ahora, lo de controlar el mundo… Conmigo que no cuenten, que bastante tengo con meteros el dedo en el ojo cada vez que os salís del camino correcto. ¿Qué cuál es ese «camino correcto»? Hombre, por favor. El que yo os marco día sí, día también, que parecéis americanos.