Que la extrema derecha está subiendo en todo el mundo es innegable y que las hordas de seguidores avalan su propaganda es tan evidente como también lo es que no saben de lo que hablan sus ídolos de barro.
Para llegar a entender lo que ocurre, siempre desde mi punto de vista de cuñao premium, hay que ahondar en la base de su no ideología: el relato. Las campañas no nacieron hace dos días. Llevan tiempo dándole forma desde el momento en el que los partidos tradicionales no presentaban respuestas a los problemas de la la ciudadanía, siendo conscientes de que es una carrera de fondo. Viendo a sus acólitos y comprendiendo el nivel del que alardean, más les vale hacer las cosas despacio y repetirlas las veces que sean necesarias, no hay prisa. Es un trabajo de pico y pala, que el material a pulir es duro como la rodilla de una cabra. Los mensajes entran en sus cabezas y rebotan de un lado a otro como la bola de un pinball, así que Alguien tiene que controlar esos rebotes random. No os riáis, cabrones, que la cosa es más grave de lo que pensamos.
El descontento es el principal motivo. La vivienda, la sanidad o el desempleo, son, quizá, las bases de ese desencanto que hace que la gente se plantee otras opciones de voto. Podemos añadir la emigración, que ellos toman como «invasiones», el concepto de «patria», solo cuando se pide que paguen más los que más ganan, y la idea de querer controlar y denunciar la mentira como arma política. Caso aparte es saber si sus votantes se han parado a pensar con detenimiento lo que esta gente propone en los países donde gobiernan. No hay que ser un lumbreras como analista político para leer, escuchar y ver lo que está ocurriendo en Argentina, por ejemplo, que lejos de mejorar lo que había, empeora a pasos de gigante. Pero claro, el relato ya hizo su trabajo y caló tan hondo que ahora es tarde. O en Valencia, sin ir más lejos. Aquellos que se jactaban de eliminar la UME y de haber votado siempre no a las ayudas para paliar el sufrimiento de los afectados, aprovechan el dolor de los demás para echar las redes. Y, claro, los peces desnortados pican el anzuelo que sea. Solo así se puede comprender que siendo parte del problema estén envalentonados. Viven de las desgracias, no hay otra.
En un país que funcione medianamente bien recurren a otros temas, que machacan hasta hacer creer que los problemas que solo ellos ven son reales. Delincuencia, inmigración, invasiones árabes y demás pajas mentales, «problemas» que no responden a la realidad social, sino más bien a una tara mental. Racismo, lo llaman algunos. Otros optan por algo más sencillo, pero mira tú que ese mensaje no cala tanto como la gota malaya de su relato. Cuentan que lo que hay detrás de la ultraderecha no es más que dinero y hacerles la cama a las clases altas de cada Estado. Pues qué queréis que os diga. Me declino por esta opción, porque la capacidad de gestión pública que tienen la hemos visto ya en algunas comunidades autónomas. Ante algún problema, se transforman en Homer Simpson y se quedan bloqueados. Y cuando les han venido mal dadas, señalan a algún personaje, sin tener en cuenta, porque básicamente no están al tanto, las políticas que se llevan a cabo y que también les incumben a ellos. Esa es otra. Hay que ser un genio para hacer creer a tus seguidores que las leyes buenas que se aprueban son solo para disfrute de los que no piensan como tú. Que la sanidad privada te dará todo lo que necesites pagando una mísera cuota mensual. Que no te preocupes si eres de familia humilde, que la educación privada elitista será para ti. Que la corrupción no existe entre sus filas. Venga, ahora sí os podéis revolcar por el suelo de la risa. Tenéis mi permiso. Pero no hagáis mucho ruido porque vuestros amigos y vecinos pueden estar dentro de este grupo de personas.
La última estrategia que ya se puede ver en USA, no es otra que arrimar las grandes plataformas digitales a tu sardina. X y META, los adalides de la libertad que no es tal. Personajes siniestros que están aquí para dominar el mundo. Las dos RR.SS. han eliminado los verificadores de noticias falsas e insultos. Su única intención es el caos, que es donde ellos hacen caja. ¿Creíais que vinieron para hacer de este mundo un lugar digno? Los que hoy no lo quieren ver, mañana serán los que sufran las consecuencias. Pero el daño ya estará hecho y llorarán como bebés. Los malos saben que solo en un mundo en constante lucha ideológica, donde la patria y Dios cogen las riendas, pueden tener éxito. Y sus políticos lo saben, porque es parte de su relato, solo que esto no lo cuentan. Ya tienen sus zarpas metidas en Europa y tarde vamos si no ponemos coto a este terror que llega desde el otro lado del Atlántico. Pero volvemos a la misma característica de antes: el vacío mental de quienes piensan que siempre es mejor que haya alguien que te diga qué está mal y qué bien, porque si tuviésemos que dejar que piensen por ellos mismos…
El mundo está cambiando a una velocidad que no nos permite asimilar lo que ocurre. Se dibuja un futuro oscuro del que pocos saldrán vivos. En la celebración del 25 aniversario de Multimedia Jiennense, Iñaki Gabilondo dijo: «la diferencia entre una democracia y una dictadura es que, en esta última, todo lo que no es obligatorio está prohibido». A eso nos encaminamos. Estamos poniendo nuestro mundo en manos de iluminados que ni de lejos se interesan por nosotros. Mañana, cuando la guerra empiece, cuando lo que hoy cacarean como libertad se convierta en sometimiento y el espacio entre el consenso y la obligatoriedad no exista, veremos de quién es la culpa.
Estamos en uno de los momentos más importantes de nuestra historia reciente. Deberíamos echar el freno, recapacitar, estudiar lo que sucede y actuar. Pero no lo haremos, porque ante el esfuerzo titánico que supone pensar, preferimos poner nuestro futuro en manos de seres que nos pisotearán para conseguir lo que hay en sus mentes retorcidas: el dominio y control de un mundo que ha hincado la rodilla ante los nuevos vellocinos de oro.