El Expositor

Manuel Expósito

Viva España, aunque pierda

Crónica política de la semana de Manuel Expósito Moreno

 Viva España, aunque pierda

Foto: DIEZ TV

‘De Mágina a España’, entrevista a Antonio Muñoz Molina en DiezTV.

¿Recuerdas cuando éramos eternos, cuando no teníamos nada que ponernos? Las dos Españas se transmutan, se travisten, se confunden. ‘Bella Ciao’ y ‘Prefiero morir de pie que vivir arrodillado’ ahora son de derechas, sin copyright ni derechos de autor que valgan. La protesta, diecisiete días ininterrumpidos, en plena tormenta por la amnistía y la investidura, es torrencialidad de esa que no traga el suelo del Estado de Derecho y erosiona en mayor medida el terreno de la convivencia. La calle es nuestra, no vuestra. La Constitución es nuestra, no vuestra. Banderas roídas y maniqueísmo barato. Converso, hace apenas unas horas, en una entrevista –“De Mágina a España”- para Diez TV, previa a la publicación de su artículo de opinión semanal ‘Las otras vidas’ en ‘El País’, con Antonio Muñoz Molina, mente clarividente de la progresía moderada, ilustrada, resiliente. “Tiempos revueltos, convulsos, irracionales”, le suelto rompiendo el hielo. De sus respuestas/reflexiones, antes de leer “Golpe a golpe de Estado”, extraigo/entresaco la quintaesencia de lo que, hoy por hoy, piensa esa otra España que no comulga con dogmatismos y extremismos desquiciantes: “Es la estrategia de la tensión, de crear tensión, de echar leña al fuego. En circunstancias así, las personas decentes tienen que pedir templanza o al menos negarse a contribuir a eso. Todo esto es muy arriesgado y conflictivo. A nadie, con sensatez, le tranquiliza que personas tan extremistas como Puigdemont tengan tanta influencia sobre la gobernación de España, pero si miro lo que hay al otro lado, y las alternativas que proponen, con mucha cautela y escepticismo, pues creo que hay que estar  a la expectativa, y también creo, desde luego, que hay que tener mucho cuidado con las palabras: los que hemos vivido en una dictadura, que esto de ahora sea llamado dictadura, nos da cien patadas, y los que hemos vivido un golpe de Estado, una tentativa de golpe de Estado, que precisamente la gente que aplaudía ese golpe de Estado y sus descendientes llamen golpe de Estado a lo que está ocurriendo en España, es casi de chiste. Todo lo que ha pasado hasta ahora, en términos de procedimiento, está ajustado a la legalidad democrática. (…) Estoy pendiente, a ver qué pasa. Creo que lo que no va a pasar es un apocalipsis, al menos por estas cosas. Hay que esperar, observar, a ver qué pasa. (…) De verdad, nunca he sentido la necesidad de decir el ‘Estado español’ para no decir ‘España’, ni pienso que defender la unidad democrática, posiblemente federal, de España sea ser de extrema derecha, igual que no creo que éramos fascistas los que nos pronunciamos en 2017 contra el secesionismo. Insisto, hay más espantajos de lo que parece: es muy urgente que, antes de decir cosas tremebundas, nos paremos a pensar qué estamos diciendo y qué efectos pueda tener”. La política, a veces, más de cuatro veces, se torna sucia e inmoral, atestada de tahúres y vanidosos. “La política es sucia, pero no hay remedio”, titula, este domingo, John Carlin su columna en ‘La Vanguardia’. La paradoja en democracia se da cuando el político da marcha atrás y “hay que sacrificar al menos en parte los que una vez fueron tus principios, tienes que estar abierto a la acusación de que eres un hipócrita, o un mentiroso, o un cínico, o los tres a la vez”, precisa para terminar sentenciando: “El precio de la democracia es aceptar concesiones a la bajeza ideológica y moral. La política es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo”.

En apenas un instante, a pesar de los pésames por España, la anatomía del nuevo Ejecutivo de España será un hecho irrefutable. Constituido el primer gobierno de la decimoquinta legislatura democrática, de la atmósfera irrespirable, retórica guerracivilista, negro sobre blanco, evanescente, surgirá el bosquejo de las cuentas estatales para el próximo ejercicio y, comoquiera que ya vimos la limitada proyección del borrador de Presupuestos de la Junta 2024 para la provincia de Jaén -aunque se incorporen todavía las enmiendas que reclama JM+, 160 millones de euros más, y que defenderá, haciendo de la necesidad virtud, de tripas corazón, el grupo parlamentario del PP de Jaén- y, mientras todos los apoyos para la investidura de Pedro Sánchez escudriñen en lo que hay realmente de lo suyo, nosotros, acostumbrados a ser los últimos de la fila, repararemos en una de las razones más sólidas esgrimidas por los lugareños partidarios del continuismo político en Moncloa: la consignación de partidas a favor de la concreción del CETEDEX. Bien es cierto que los tramos pendientes en la conexión por autovía hacia el Levante, la reactivación ferroviaria, las políticas hidráulicas que demanda el cambio climático y las autopistas eléctricas que permitan consolidar polos de desarrollo industrial en la provincia siguen configurando/constituyendo el orden de prioridades de Jaén ante la Administración del Estado, pero que la promesa preelectoral del CETEDEX, el proyecto-tractor que hace casi un año se anunciara a bombo y platillo como punto de inflexión, continúe dando pasos en pos de su plena materialización durante el cuatrienio 2026-2029, se erige en nuestra gran esperanza. Verde caqui y lisonjera palabra de honor. Apuesta firme y hoja de ruta invariable. El nuevo tiempo de Jaén, en el marco de esta naciente legislatura, pues, toca a rebato. CETEDEX, sí o sí. La Diputación cumple, con su compromiso de adquisición de los terrenos; la UJA, académica y organizativamente, también. El Ayuntamiento, desde el principio, con el gobierno anterior, pese a estar tieso como la mojama, lideraba. No tiene por qué ser diferente ahora. Tampoco la Junta, salvado el primer periodo de anulación/desinformación por mor del calendario electoral, debiera de escatimar en su contribución. Son palabras mayores. No se trata de Pedro Sánchez, ni del reeditado gobierno sociocomunista: es Jaén, joder, el Santo Reino y el Ejército de España.



Jaén, en el contexto de la investidura, con sus cinco diputados al Congreso engrosando el fondo gris del hemiciclo, menos uno, descollante, excepción que confirma la regla, Juan Francisco Serrano, adjunto al secretario de organización socialista, Santos Cerdán, su mentor, la conexión navarro-bedmarense del espárrago blanco, el que llevó la voz cantante del PSOE en la negociación con Junts per Catalunya en Bruselas. A Juanfran, pues, aguarda la refulgente primera línea de retaguardia del Gobierno, a caballo entre Ferraz y la Carrera de San Jerónimo. Jaén puede esperar. Aquí, además, entre tanto desenfreno, la semana estuvo protagonizada por la apertura generalizada de almazaras, frenesí ralentizado por el bajo rendimiento graso, y por la operación ‘Aniche-Anso’, el mundo es un pañuelo. Epicentro jiennense en una trama delictiva de presunto fraude fiscal y blanqueo de capital que habría defraudado, entre 2015 y 2023, más de 4 millones de euros. El cerebro, profesor universitario, experto en la gestión de empresas en crisis, se codeó en los últimos años con la flor y nata de la clase político-empresarial de la provincia. En Bedmar, por ejemplo, intentó infructuosamente reflotar la cooperativa de conservas de espárrago blanco, así como principiar la andadura de una industria de reciclados plásticos conectada a Martos e Ibros. Una veintena de sociedades mercantiles controladas, entre ellas varias ETTs, testaferros, modus operandi poco sofisticado para eludir el pago de las cotizaciones a la Seguridad Social… Plenos monográficos contra la amnistía en los ayuntamientos de Jaén y Linares, de cara a la galería, siguiendo las directrices de Génova 13, sin la presencia de la oposición de izquierdas. La victoria se ensancha y el campo se estrecha, ¡Viva España!, cuando enfrente no hay nadie.