El ser humano cree poseer la capacidad de gobernar no tan solo la Tierra sino también los cielos. Cree que puede robar el fuego y utilizarlo a su antojo, ya sea en guerras, en la economía mundial y propiamente también en el clima global. El ser humano cree ser el nuevo Prometeo que robó el fuego a los dioses de la mitología de la antigua Grecia. Y esta clarividencia de creerse superior a la propia vida y naturaleza, es su inequívoca sentencia de muerte.
La grave enfermedad del siglo XXI, es la neurosis generacional heredada del siglo XX. La falta de estabilidad psíquica impuesta desde el capitalismo sobre la sociedad. La conjura cruel y premeditada de abordar la psicología humana como un subproducto animalizado en la constante búsqueda de la facilidad y no de la felicidad. Este cambio de gobierno psicológico entre "ser" y "producto" conlleva la creación de una psicosis colectiva direccionada hacia la autodestrucción colectiva. ¿De qué otra forma podríamos explicar que el cambio climático no es una película, un juego, palabrarería de ecologistas o una invención de la ciencia?
Esta falta de coherencia por la vida y la supervivencia, ¿es debida a las generaciones entrecruzadas del siglo XX y XXI y su ánimo pasado, y ahora presente, por destruir el mundo?
¿Qué ánimo tienen las nuevas generaciones del siglo XXI de soportar la ignorancia heredada del pasado siglo y milenio? Porque estas nuevas generaciones serán las que vivan las grandes catástrofes climáticas y sociales: la destrucción de los grandes centros de economía por falta de energía, el caos consecuente, la falta de alimentos, las guerras por el control de los últimos recursos, las millones de muertes directas por fenómenos extremos del clima no vistos hasta ahora. No quedará nada con lo que especular y sacar provecho como hasta ahora. Pero esto no es una abstracción del horror, los responsables directos tienen nombre y apellidos asociados a la industria, la banca y la política: los verdaderos culpables forman este tridente infernal que lleva a la destrucción del planeta y la destrucción de las sociedades. Hay que pararles los pies y las cuentas a todos estos psicóticos del dinero, sí, están gravemente enfermos en sus neurosis repartidas en dividendos.
Hemos aceptado demasiados males con paciencia y lo único que hemos conseguido es que quieran hacernos cómplices del asesinato de la Tierra y las sociedades, y no, no lo somos. Somos seres humanos, no productos para la especulación; no somos artículos de compra y venta para ser sacrificados/as en el ánimo de lucro de toda una banda de criminales neuróticos.