De forma genérica cualquier cultivo agrícola, e incluso de origen ganadero, se caracteriza por dos factores fundamentales, en primer término se trata de una demanda estable, salvo circunstancias excepcionales, pues la población sigue unos patrones similares, en épocas sucesivas; la demanda es una magnitud lineal que se rige por razones inherentes a la comunidad o segmento poblacional que consume este producto, y salvo sobresaltos procedentes de anomalías en la producción, o elementos externos, dicha tendencia es habitual, y no excesivamente fluctuantes en el tiempo, sin embargo, la producción es plenamente inestable, pues fundamentalmente en la agricultura o la ganadería, no se da la máxima de las economías de escala de forma radical, o dicho de otro modo, a partir de un punto determinado, un incremento de inputs, no genera el mismo crecimiento en los inputs, interviniendo igualmente circunstancias externas, como la climatología, etc. en definitiva, las explotaciones agrícolas o ganaderas no son plantas industriales puras y duras.
No obstante el funcionamiento de los ciclos de precios, se ve de forma general, como hemos dicho de forma previa, perturbado por la producción en mucha mayor medida, que por la demanda.
Si atendemos al funcionamiento de la oferta, centrándonos en los cultivos de origen leñoso, estos, aunque su incremento medio de expansión de superficie lo hace en un entorno de un 1 por ciento anual, es decir, entre 700 y 800 mil hectáreas por campaña, dicho incremento de área, no se transmite de forma inmediata y directa a la producción, pues la media de entrada en producción de cada leñoso, desde el momento de la plantación, podrá oscilar alrededor de los 5 años, sin tener en cuenta el efecto climatológico, que hace que las puntas de oferta vengan dadas por una combinación especialmente adecuada entre superficie y climatología, que lleva a una producción superior a las habituales, que para que nos hagamos una idea, rondan el 60 por ciento de la capacidad total, o dicho de otro modo, la producción real de los cultivos leñosos alcanza tan solo de forma habitual el 60 por ciento de la producción potencial nominal.
Por lo tanto, resulta vital antes de emprender una actividad, analizar la tendencia de precios que se ha producido en los últimos, al menos, 20 años, y ver cual ha sido el valor medio de transferencia del producto, y a su vez cuando se ha cedido renta al eslabón anterior y posterior, y cuando se ha canibalizado esta al eslabón anterior o posterior, por ejemplo si analizamos los últimos 23 años del sector de elaboración de aceite de oliva, y desde la perspectiva de la producción, 14 años se ha cobrado el producto por debajo de la media del periodo, que ha sido de 2,40 euros para las tres categorías, y durante 10 años se cobró por encima de la media, por lo tanto, dependiendo de la combinación entre producciones, y cotizaciones, el resultado de nuestra actividad podría haber sido más o menos adecuada, siempre teniendo en cuenta la existencia de los ciclos, y la supremacía en número de los periodos de bajas cotizaciones, sobre los de elevados precios.
Juan Vilar
Entre olivos, aceitunas y aceiteEl mercado leñoso
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