Eventos consuetudinarios

Pepe Fernández

El PSOE-A está en baja forma y se nota

Crónica política y social del periodista Pepe Fernández

 El PSOE-A está en baja forma y se nota

Foto: EXTRA JAÉN

Juan Espadas.

El que durante años se consideró «el gran partido de los andaluces», siempre respaldado por holgadas mayorías, empieza a no ser ni sombra de lo que fue en otros momentos electorales del pasado. Se palpa en el ambiente, se olfatea a diario, no se percibe aquel pálpito de antes, cuando llamaban desde las agrupaciones o desde las Casas del Pueblo y contaban esto o aquello sobre el ambientillo propio de estos eventos.  Ya ni hay broncas por las listas.

Llegados a este punto habrá que reconocer que la alegría y la euforia no pueden estar presentes entre quienes mantienen el alma en vilo y encogida, pendientes si el Supremo acepta o rechaza los recursos de casación de los 19 ex altos cargos procesados en los Eres, con dos expresidentes del PSOE y de la Junta a la cabeza, a uno de los cuales se le condena a pena de prisión como a varios ex consejeros más. Si los recursos son rechazados por el Tribunal Supremo se habrá puesto un dramático final -en el fondo no deseado ni por quienes les denunciaron- a décadas de poder socialista en Andalucía. El pasado siempre vuelve y a Juan Espadas le tocará recibirlo en momentos nada apropiados, rubricado y lacrado esta vez por laureados magistrados del más alto tribunal del Estado.

Ni siquiera intuir que por lógica la sentencia se hará pública una vez pasado el 19J para no interferir en la campaña, levanta el ánimo de una militancia que está triste y desanimada, solo hay que ver sus muros, como dando por perdidas unas elecciones que aún no se han celebrado. Activas cuentas pro socialistas en redes durante años han desaparecido o se dedican a tuitear sobre lo divino y humano. Algo han hecho mal los socialistas andaluces para llegar con tan evidente debilidad a las puertas de unas elecciones decisivas como las del 19J, con la derecha democrática dispuesta a encamarse con la no democrática como en Castilla y León y perpetuarse años en el poder con la consiguiente pérdida de logros conquistados por la sociedad andaluza hace décadas, la Autonomía entre ellas. Y lo peor de todo, sin perspectivas de que a los socialistas (y a la izquierda en general) les vaya a sobrar mucho tiempo y medios para venirse arriba.

Reforma pactada sin ruptura con el susanismo

Las cosas internas del PSOE-A en teoría se arreglaron hace meses pactando, aunque a veces no lo parezca y se olvide. Hubo reforma, no ruptura ni sangre por los pasillos. Especialmente cuando mediáticamente la senadora Susana Díaz, que ahora se va a codear con el flamante senador Feijóo, está logrando una proyección en la que demuestra, cada día más, que goza de una razonable salud política, que se recuperó de las heridas y que no hay mal que cien años dure. Díaz está madurando mucho al haber digerido lentamente cómo y por qué llegó a cometer tantos errores. Incluso, dicen sus amigos, que ha aprendido que a los mensajeros no se les mata ni se les da patadas en el bajovientre.  Por esa capacidad de recomponerse, quién crea que Susana es un cadáver político en el panteón de socialistas ilustres se equivoca. Está aprendiendo a ser paciente y saber esperar, que el tiempo pasa rápido y su gran error de antaño fueron las prisas, siempre malas consejeras.

De ser presentada como una dirigente doblemente derrotada -primero por Sánchez y después por Espadas- en realidad su imagen en el partido no se ha deteriorado, se la sigue respetando y se le empieza a poner cara de mujer a la espera, cuyo teléfono sigue estando operativo para llamar y que la llamen desde muchas agrupaciones y amigos del partido. Además, para eso está una senadora autonómica, para atender a los andaluces desde Villaricos hasta Ayamonte. A estas alturas Susana conocer mejor que Juan Espadas las tripas del PSOE andaluz. Todo gracias al perfil bajo que el exalcalde de Sevilla viene ofreciendo desde el principio de su mandato como S.G. y especialmente como candidato en esta precampaña donde el PSOE-A está irremediablemente condenado a intentar el más difícil todavía,  reeditar la carambola de Pepe Griñán en 2012 dándole «la vuelta a las encuestas». Fue cuando obligó a Javier Arenas, tras su amarga victoria, a que jubilase para siempre de su vestuario el traje de eterno candidato a presidente de la Junta que tantas veces llegó a usar sin suerte.

La confirmación de Olona como la candidata de la derecha no democrática es un factor que sin duda puede beneficiar la estrategia socialista de intentar agrupar el voto útil, confiando que el previsible discurso incendiario de Macarena Olona sirva para asustar de verdad al personal y de paso animar a volver a las urnas al medio millón de electores progresistas que dieron la espalda al PSOE susanista de 2018.

Espadas lleva semanas en sus rrss intentando capitalizar para el PSOE-A la gestión del gobierno de Pedro Sánchez que recae en Andalucía, algo que le sigue situando en una especie de tierra de nadie donde su figura de portavoz de la gestión de Sánchez se confunde con su papel de candidato a la Junta. De momento no se conoce la apertura de ningún debate autonómico sobre los problemas graves de Andalucía y la gestión concreta del gobierno Bonilla estos tres años.

El debate sanitario, por ejemplo, es eludido sistemáticamente por el PP usando cifras oficiales que, negro sobre blanco, son irrebatibles. El PSOE aún no ha sido capaz de separar el grano de la paja, reconocer que la inversión en Sanidad ha sido la más importante de la historia autonómica, entre otras cosas gracias también a los fondos canalizados por el gobierno de Madrid. La primera pregunta que debería responder el PSOE es cuándo y por qué se empezó a deteriorar de forma irreversible la calidad en el servicio andaluz de salud, empezando por reconocer que aquellas mareas movidas por Spiriman fueron algo más que la obra de un majara iluminado, según le definían. La gente estaba harta, se echaron a la calle por miles y el gobierno de Susana Díaz no les hizo caso. Craso error. El PP no se ha complicado la vida y ha optado por lo fácil y propagandístico, construir muchos edificios sanitarios para que se vean, pero dentro de esos centros ‘inaugurados’ varias veces, permanecen vacíos, sin servicios y en algunos casos operativos sin personal sanitario suficiente.  Aunque viendo esos actos en el ‘telebendodo’ (Canal Sur TV) mucha gente acaba creyendo en los milagros del cambio… hasta que se ponen enfermos y les toca ese nuevo hospital que no está dotado. Por no hablar de la Asistencia Primaria y su permanente saturación con ola de Covid y sin ella, quizás el problema que más indigna a los pacientes, sufridos usuarios andaluces del SAS incapaces de lograr comunicarse con su médico.

¡Qué miedo, la corrupción!

En la última semana el viejo fantasma de la corrupción que tanto desgaste ha supuesto para el socialismo andaluz y español, ha hecho su aparición pero esta vez en las filas del PP y en su «gobierno del cambio» andaluz.

Efectivamente el PSOE-A se ha encontrado en el PP con un caso de corrupción de los de libro, nacido en las mismas entrañas del Gobierno. Los socialistas lo están intentando explotar, aunque sus mensajes se empiecen a diluir en la vorágine propia de la precampaña, amén del escaso apoyo mediático que le ha quedado al PSOE en Andalucía una vez perdida la Junta. Un asunto - parecido al de las mascarillas de Almería- que lleva rodando judicialmente año y medio y que sospechosamente explota en los medios al arranque justo de precampaña, con lo que el escándalo es menos escandaloso entre tantas acusaciones de corrupción cruzadas que oiremos entre el tiroteo que se avecina.

Se trata del llamado ‘Caso maletines’ donde, año y medio después de ocurridos los hechos, ha empezado a conocerse con más detalles tras la publicación del contenido de las investigaciones. Desde el ante despacho del titular de Salud y Familias, un asesor del consejero Jesús Aguirre, llega a plantear que se pidan cinco millones de mordida con dinero de la Junta, compinchado con el polémico empresario gaditano Manuel García Gallardo y a través  del empresario asturiano Félix Guerrero (apadrinado por Bendodo) que denunciando la trama ejerció un papel decente, según hace constar la propia policía. El amigo y vecino en Manilva de Elías Bendodo en su veraneo empleó una ‘vía rápida’ para trasladar su producto al SAS cuyo coste superaba los 19 millones de euros en maletines anti Covid.  Pero da la voz de alarma cuando, se le dice que con el beneplácito del asesor de Aguirre, le piden que incluya en el presupuesto que presentará al SAS cinco millones más de comisión para «los de arriba». 

Es exactamente el mismo guion que emplearon los mandarines puestos por el PSOE en Mercasevilla cuando exigían 450.000 euros a los empresarios del Grupo La Raza para las campañas del partido, de Alfonso y bla bla bla… una mordida a cambio de actuaciones administrativas de la Junta con subvenciones donde, tirando de hilo, se acaba entrando en el no menos escandaloso Caso Eres. Para el empresario amigo de Bendodo cinco millones eran un escándalo, demasiados millones como comisión. Cierto, eran exactamente 832 millones de las antiguas pesetas y sin desabrocharse las corbatas.

El PP andaluz actúa con prudencia, está bastante preocupado por este asunto y eso que a ninguno de los derrotados el 23F en Génova 13 le ha dado por abrir la boca y contar de qué se enteraron cuando le prometieron indagar al empresario Félix Garrido, el que primero denunció la trama ante Elías Bendodo y después en una reunión en Génova 13 prevista con Pablo Casado, enviando a última hora a su jefe de gabinete Pablo Hispán al que le contó todo, de pe a pa.

En la conversación en la que el ovetense Guerrero le cuenta a su amigo Bendodo lo que le han pedido que presupueste al SAS para su adjudicación directa el consejero suelta esta frase:

«¡Hombre, hombre! ¡Eso es una vergüenza! Eso eran otros tiempos y otros partidos. Bueno déjame que yo me ponga en marcha, ¿vale?»

¿Por qué no reacciona el PSOE?

El PSOE andaluz no se ha dado por aludido o no han tenido los reflejos suficientes a la vista de lo que revelan los atestados policiales que sucedió después de aquella conversación.

La estrategia política de defensa gubernamental en este asunto, el discurso del testigo Bendodo, se está basando en el hecho  de que por vez primera en la historia del gobierno de la Junta, y con el PP al mando, se ha ido a Fiscalía a denunciar una trama de corrupción hallada en la cocina de Salud. Tampoco en esta ocasión el PSOE ha sido capaz de reaccionar para proclamar que Bendodo no dice verdad o sencillamente que el consejero de la Presidencia miente.

Miente porque no es la primera vez, eso mismo fue lo que hizo Manolo Chaves cuando, también unos empresarios chantajeados, le llevaron las grabaciones del caso Mercasevilla; envió a Juan Gallo a depositar las grabaciones ante la Fiscal Jefe de Sevilla María José Segarra que luego llegaría a Fiscal General del Estado. El PP, impaciente y con un calendario ajustado para llevar a Zoido a la alcaldía, no esperó a que terminasen las primeras diligencias de Segarra y fue cuando presentó denuncia ante el juzgado de Mercedes Alaya que fue la que abrió la prospección o ‘Causa general’ contra el PSOE según se adivina en esta serie, contada en varios capítulos entre bromas y veras por alguien que lo conoció bien.

En términos políticos el llamado «Caso Maletines» tiene unos ingredientes por los que la oposición tendría la obligación de pedir explicaciones. Por cosas mucho menos relevantes el PP ha sacado grandes titulares en el largo proceso de los Eres, basta con echar un breve repaso a la hemeroteca.

Pero las preguntas siguen ahí, sin respuesta.

¿Por qué Elias Bendodo no empleó el canal oficial de contratación del SAS para hacerles llegar la propuesta de los maletines de su amigo Felix?

¿Por qué su número dos Antonio Sanz habla antes con el denunciado que con el denunciante provocando, según la policía, que tras la alerta se destruyese documentación y pruebas incriminatorias?

¿Por qué el viceconsejero de Presidencia se reúne y habla tanto con el principal sospechoso?

¿Ha investigado el gobierno en estos meses si hubo mordidas en otras operaciones de ventas para el SAS en las que hayan intervenido el empresario García Gallardo y sus terminales comisionistas?

¿Por qué tardó tanto el gobierno de Moreno Bonilla en dar cuenta a la Justicia de este intento de saqueo para que se investigase desde el principio con rigor y mayores garantías jurídicas de imparcialidad?

Faltan gestos y mensajes

Todo lo cual nos conduce a preguntarnos si el nuevo PSOE de Juan Espadas, como el de Susana Díaz, le tiene miedo o le importa más bien poco la corrupción latente en el sistema y que acaba chamuscando a quien no la controle y denuncie. Desde que comenzó la era Espadas, el partido ha tenido oportunidades de demostrar con hechos concretos que lo sucedido en el pasado con la corrupción no volverá a ocurrir. Con pequeños gestos se escriben grandes mensajes. Pero los hechos son tozudos y revelan cómo el gatopardismo se instaló para quedarse en la sede regional socialista de la calle San Vicente.

¿Ejemplos? Hay unos cuantos, siendo el más reciente el hecho de que vuelven a colocar en la Diputación Permanente del Parlamento de Andalucía, con el objeto de mantener su aforamiento, a José Luis Sánchez Teruel, un político con el que hace años quiere hablar la Guardia Civil que investiga el Caso Marismas. El juez busca en este macrosumario el empleo de unos 45 millones de euros de fondos europeos. Intentaron hablar con él hace años, coincidiendo con anteriores disoluciones del Parlamento, pero el afectado se negó alegando precisamente su aforamiento, que siempre le ha protegido de comparecer en Sevilla ante el instructor Gutiérrez Casillas. La propuesta de imputación del juez y su exposición razonada ya debe de haber llegado al TSJA en Granada. Se quiere conocer el papel que jugó Teruel como director general de regadíos en la consejería de Agricultura ocupada entonces por el almeriense Martín Soler, con motivo de la adjudicación de obras de mejoras de los regadíos en las Marismas del Bajo Guadalquivir. Por supuesto Sánchez Teruel ha vuelto a ser colocado en la lista del Psoe de AlmerÍa.

Sin salirse de Almería nos encontramos otro caso en Carboneras. Al tiempo que se abre nueva pieza de la trama Halsa en aquella localidad por un Polideportivo, un juez condenaba a 7 años de inhabilitación especial a Cristóbal Fernández Fernández, considerado  el «Padrino» del PSOE en Carboneras, la persona que controla el partido desde hace décadas a través de una extensa familia con siete miembros ocupando distintos puestos, uno de ellos en la ejecutiva regional de Juan Espadas.

Don Cristóbal debe ser el socialista operativo al que más veces le ha perdonado su partido. Fue el principal promotor e impulsor político del monstruoso Algarrobico y no dudó él y su clan enfrentarse a Susana cuando la presidenta amagó con coger la piqueta. Y ahí sigue el esqueleto y Cristóbal con mando en plaza. El gobierno de Zapatero llegó a decretar dos indultos exprés para él y para su hermana condenados por delito electoral para poderse presentar nuevamente a unas elecciones.

Pues ahí sigue tras la sentencia. Ahora dicen que esperan a que sea firme para tomar decisiones contra quien desde hace décadas es tachado de «cacique» en el manejo del PSOE de Carboneras y de Almería donde la hegemonía de la derecha no democrática amenaza incluso al propio PP.

Al discurso de Juan Espadas le hace falta más frescura y más naturalidad, reconocer sin complejos errores del pasado cuando se los lancen, explicar en qué se va a diferenciar su gobierno del de las derechas y sobre todo le haría bien  salir de Sevilla donde ya le conocen para lo bueno y para lo malo. Y como eje de campaña buscar el voto útil progresista y de izquierdas, sobre todo después del circo que Podemos ha logrado montar por puestos y por pasta en la negociación de la coalición que hasta se les pasó la hora como a Cenicienta.

NOTA DE LA REDACCIÓN: En atención al derecho al olvido se ha eliminado el nombre y algunos datos referentes a uno de los investigados.