Horas, solo quedan horas para que termine oficialmente una de las campañas electorales más extrañas, largas y enconadas que hayamos vivido en la democracia española desde su restauración tras la muerte del dictador.
Extraña porque, por vez primera, los electores sabemos de antemano quien puede ocupar la vicepresidencia del gobierno. Eso sí, todo muy a la americana, porque sabemos ya que una mujer o un hombre será vicepresidente/a del Gobierno saliente del 23J, incluso sabemos que se puede llamar Santiago o Yolanda, dependiendo de la correlación de fuerzas resultantes y el número de escaños obtenidos en el puzzle final por cada bloque.
Frente mejor que bloque, palabra que define claramente la oferta a la que se enfrenta este domingo el español con derecho a voto. Nunca se tuvo tan a las claras, antes de emitir el voto, cual iba a ser el resultado de los pactos postelectorales. Hoy todo el mundo sabe que PSOE y Sumar lideran el bloque de izquierdas progresista y PP con Vox hacen lo propio con el bloque de la derecha y la ultra derecha.
Hemos asistido durante semanas a un abuso de la ciencia demoscópica, claramente empleada en esta contienda para manipular a los indecisos, más bien a los abstencionistas que se ocultan como indecisos en las encuestas. Como resumen al batiburrillo de encuestas, sondeos, trackings (encuestas diarias) etc, me quedo con la frase de uno de los gurús del sector, Narciso Michavila, hermano de José María que fue ministro de Aznar, y que ayer concluía con un razonamiento cargado de sentido común: hasta el rabo todo es toro. Exactamente afirmó que "El partido, hasta que no se cuenta el último voto, no está decidido”. Eso, dicho por una voz autorizada que viene proclamando hace tiempo mayoría para el PP, adquiere especial relevancia en estos metros finales.
No obstante no conviene despreciar alegremente el trabajo que aportan los estudios de opinión, incluidos los polémicos del CIS de Tezanos, ya que al menos valen como termómetros para conocer la fiebre en cada momento, solo para eso. Algo, por otra parte, que interesa más a la crème de la crème que a la ciudadanía en general.
El que se hayan convocado las elecciones a finales de julio, con las sucesivas olas de calor sufridas y la permanente confrontación de bloques antes y después del 28M, han concentrado la campaña de los partidos a la sombrita, con abanico y con ventilador, a través de las redes sociales y muy especialmente en las radios y las televisiones. Conforme pasaban los días un seguimiento de esos altavoces le ha permitido a la opinión publicada concluir con aquello de “aquí hay partido” y todo indica que se tenía razón, que la pelota rodará hasta las doce de esta noche.
De todos los debates el que mayor expectación levantó fue el cara a cara entre Sánchez y Feijóo en los dominios del Grupo Planeta, AtresMedia. Aquello no fue un debate, fue una olla de grillos donde el ruido de los dos intervinientes no permitía a la audiencia enterarse de lo que discutían y así todo el tiempo. La moderación profesional brilló por su ausencia, algo que le permitió al aspirante poner en práctica sin problema la técnica del 'Gish Gallop', también llamado ametralladora de falacias, acorralar desde el principio al oponente acumulando datos, cifras y preguntas, verdades y mentiras para romperle su discurso dejándole en blanco y mal parado.
Fue también muy curioso observar al final del debate el lenguaje no verbal que desplegaron los dueños anfitriones de la tele privada, muy distinto en un caso y en otro. Con Feijoo se les veía mucho más relajados y contentos, se les notaba el feeling. Óscar López, el jefe de gabinete de Sánchez, no perdía detalle con cara de circunstancia. Sánchez había perdido un debate que creían ganado de antemano.
Como se ha venido a confirmar después, especialmente tras los dos debates - a 7 y a 3- de factura impecable celebrados en RTVE, aceptar el cara a cara en Antena 3 TV fue un error de Pedro Sánchez y de sus asesores. No es lo mismo acudir como entrevistado que como debatiente. Y Sánchez, quizás confiado tras su celebrado repaso a Pablo Motos en directo a principio de campaña, volvió al polígono de San Sebastián de los Reyes confiando en la neutralidad de la cadena que comandan Pepe Crehueras y Mauricio Casals, rota esa noche desde el primer batiburrillo de cruce de palabras que los moderadores no cortaron en seco, incumpliendo con su cometido. Eso sí, la puesta en escena del show político en su conjunto fue magnífica por parte del equipo de AtresMedia.
Los dos debates celebrados en RTVE en cambio, uno a siete con los portavoces parlamentarios y el pasado miércoles a tres con la ausencia de Feijoo, han reconciliado a la audiencia con su televisión pública. Ni una sola crítica han recibido los dos encuentros, moderados ambos por Xabier Fortes.
Luego están los contenidos de la campaña, que esa es otra. Quien nos iba a decir hace unos años que, en 2023, la campaña electoral para las generales en España iba a estar concentrada en el lejano pasado: Franco, Eta y el narcotráfico gallego -Fariña como fondo- y, sobre todo, la foto en el bote de recreo con Marcial Dorado, conocido narco desde 1990 por aparecer en la operación “Peseta Conecttion” contra el narcotráfico en Galicia. La foto de Feijóo bronceándose en el barco de Dorado que ha dado la vuelta al mundo estos días vio la luz hace tiempo, coincidiendo con la sucesión de Rajoy en el PP. Mucha gente en el partido siempre creyó que su filtración se trató de “fuego amigo” para intimidar a Alberto Núñez Feijóo con tal que no diese el paso en las primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría.
Al dictador ferrolano le retiraron la Medalla del Trabajo desde el Consejo de Ministros, no generando demasiada polémica la decisión aunque sí críticas en la derecha y, porque no decirlo, extrañeza general ante una decisión que se tenía que haber tomado hace años y que ahora no es algo que interese demasiado al ciudadano medio.
Sin embargo el universo abertzale sí ha sido una lanza permanente con la que herir de pronóstico reservado al sanchismo. Han metido a todos en un mismo saco llamado Bildu, sorprendiendo al portavoz de Vox cuando el portavoz de Bildu Oscar Matutes le contó que estuvo en vigilia pidiendo, junto a los demás en Ermua, que Eta no asesinase a Miguel Ángel Blanco. Parece pues que en la coalición vasca no todos son herederos de Txapote como esgrime la derecha, figura criminal que el bloque de derechas le ha restregado sin piedad a familiares de víctimas de tan sanguinario pistolero, Gregorio Ordoñez entre ellas.
Conforme transcurría la campaña surgían giros inesperados que han cambiado el paso a los candidatos.
Uno de ellos se produjo en el plató de TVE cuando la periodista, Silvia Intxaurrondo, cumpliendo con su trabajo como entrevistadora, le dijo de forma elegante a Feijoo que no decía verdad al hablar de las subidas de pensiones en relación con el IPC, apoyadas siempre por el PP según Feijóo. Las pensiones no es una cuestión baladí, diez millones de hombres y mujeres españoles están afectados por tan sensible cuestión. Sorprendidos muchos pensionistas, todavía, de que este gobierno -que quiere derogar la derecha- haya subido más del 8% las catorce pagas anuales, algo nunca visto con anterioridad y que ya tocaba.
De lo sucedido en el plató de Tve se ha hablado y opinado mucho en estos días y la conclusión final ha sido ver a la compañera Intxaurrondo reconocida y aplaudida por crítica y público, y a un Alberto Nuñez Feijóo dando marcha atrás, pero negando que hubiese mentido. En todo caso “inexactitudes” afirmó sin pestañear. Pero este incidente, con gran repercusión social, mediática y política, puede que haya sido uno de los traspiés más negativos que ha dado el líder gallego en esta campaña. Un sucedido que de alguna manera ha venido a avalar o certificar la acusación de embustero o mentiroso contra el líder del PP desde el cara a cara con Sánchez.
El incidente de Feijóo con la periodista de Rtve nos devolvió a la memoria un suceso similar protagonizado hace tres meses por otro grande del PP, Juanma Moreno Bonilla, con otra compañera a propósito de los regadíos de Doñana. Bonilla y Feijóo han demostrado en ambos casos con qué facilidad se les agría la la leche ante una pregunta incómoda de un periodista. Curioso, en ambos casos ha sido una mujer, periodista, la que ha salido malparada por hacer correctamente su trabajo. A las mujeres periodistas se les tolera menos que a los hombres el que hagan preguntas incómodas. Aún recuerdo hace unos años cuando una redactora de una agencia de noticias importante dio vía libre por error desde Cádiz a un despacho, redactado con guasa y como divertimento, donde el cachondeado era Antonio Sanz, hoy número dos del Gobierno de la Junta. Pues el Sr Sanz, que entonces solo era el ayudante de Javier Arenas, acabó pidiendo el despido de la periodista. Así se las gastan con las periodistas.
Lo cierto es que hemos logrado llegar al 21 de julio, sobreviviendo a las calores, a la subida del melón y la sandía y a la propia campaña electoral. Mañana sábado a reflexionar y pasado domingo a votar el que no lo haya hecho ya por Correo.
A estas alturas, personalmente, solo estoy convencido de dos cosas: que este domingo vamos a vivir las elecciones más trascendentales y decisivas para la democracia desde 1978 y que por esa razón hay que ir a votar. No les digo ná.