La chapa

Carlos Oya

Hobby

Odio la palabra “hobby” entre otras cosas porque es innecesario su uso cuando en nuestro rico léxico tenemos el término “afición”

Odio la palabra “hobby” entre otras cosas porque es innecesario su uso cuando en nuestro rico léxico tenemos el término “afición”. Aún la odio más cuando se refiere a la banda en la que milito (Los Bizarros) desde hace más de 10 años y a mi augusta persona. Uno está harto de escuchar “Ah, tú tienes una banda como hobby”. Como si cuando me juntara con mis compañeros todas las semanas (aquí no hay vacaciones) estuviéramos de barbacoa y cerveza (bueno, de birras un poco). Y es que la gente confunde la profesionalidad con la economía. Y claro, si no vives de eso todo tu esfuerzo y pasión por la música es un puro entretenimiento para ellos, como montar un Scalextric los domingos por la mañana. Ni puta idea. A desmontar mitos. Para empezar hay que cobrar mucho para vivir bien de la música. ¿Qué quiero decir con esto? Que una banda que no esté en primera división se pega unas palizas de viajes por nuestra piel de toro de “muy señor mío” por una magra retribución. Como la gente ya no compra discos (yo sí, soy el último romántico) si quieren comer y con suerte cenar tendrán que ir desde Jaén a Betanzos en furgoneta un día sí y otro también. Los ignorantes creen que aquí todos somos Coldplay (“Coldplay no es música”) que llegamos , tocamos con nuestras guitarras ya afinadas por nuestro ejército de “pipas” , hacemos el repertorio y luego nos bajamos de fiesta con el público y las pilinguis. Nada más lejos de la realidad. Tener un grupo de segunda división tiene mucho de empresa de mudanzas. De cargar y descargar, montar y desmontar. Que es lo que mayormente hace que uno termine reventado, no el hecho de embelesar al respetable con nuestras tonadas lo cual siempre es un placer. Así uno se termina plantando y si no se dan las condiciones mínimas se queda en su casa tan a gusto o en el local preparando nuevas canciones. Miserias las justas. Por no hablar de la inversión tanto en términos económicos (instrumentos, amplis, pagar el local…) como en tiempo pues no sólo los ensayos sino todo el proceso de composición ( de esto los grupos tributo se salvan) es agotador. Y no os cuento nada si uno quiere sacar un disco a lo Juan Palomo que es lo habitual. No es sólo grabar las canciones...está el diseño, las fotos, la edición...que también se lo chupa la banda. Es extenuante. Y todo para que tras la palmada de espalda de turno te lleguen y te suelten “¿Y tú, sigues con el grupete?”. Ganas de matar aumentando.