La chapa

Carlos Oya

El consejero torero

Me irrita profundamente cuando Feijoo habla de crisis económica cuando los datos lo rebaten continuamente

 La cercanía de las elecciones guarda una relación proporcional a las miserias que se gastan los partidos y su medios afines para rebañar votos. Y como aquel que acostumbrado a comprar en la tienda de barrio lo sueltan en un hipermercado y paralizado cual asno de Buridan se queda ante el estante de las sesenta marcas de mantequilla, imposible la elección ,igual me pasa a mí a la hora de escoger. Me irrita profundamente cuando Feijoo habla de crisis económica cuando los datos lo rebaten continuamente y cuando se le pone el papel en la cara (el B.C.E. ha mejorado incluso la previsión de crecimiento del mismo gobierno) afirma en tono milenarista que el Apocalipsis está al llegar y le falta vaticinar que nos caerá una lluvia de ceniza como a Sodoma si no llegan al poder. Me molesta que al presidente de mi país (que no lo he votado pero es una institución y como tal hay que respetarla) se le falte el respeto continuamente llamándolo por su apellido “Sánchez” como si fuera un compañero de E.G.B. en un colegio de curas. Por cierto a día de hoy nadie me ha explicado lo que es el “sanchismo”, debe ser algo inefable como la Santísima Trinidad. Por otro lado experimenté cierto placer culpable ante Carmen Fúnez, vicesecretaria de asuntos sociales del P.P., sudando la gota gorda al (intentar) explicar la diferencia entre violencia “intrafamiliar” (“VOX style”) y violencia machista con un galimatías al nivel de las famosas “indemnizaciones en diferido” de las que hablaba Dolores de Cospedal respecto a Bárcenas. Que tiemble Joyce.
Pero me quiero detener en el nombramiento de Vicente Barrera, antiguo novillero, como responsable de cultura en la Generalitat Valenciana. No me voy a centrar en sus declaraciones. Siguen el catecismo ortodoxo de VOX y se definen por sí solas. En cambio sí me gustaría dar luz sobre otra cuestión que, aunque seguramente secundaria, no ha recibido atención y ya saben que tengo debilidad por la figura de “el abogado del diablo”. El señor Barrera, conocido sólo por los aficionados a la lidia hasta hace poco, ha pasado a suplir el vacío del antiguo bombero torero. Ahora según algunos medios y políticos tenemos al “consejero torero”. Estoy en contra de los toros (eso no significa que me alegre cuando cornean a un torero) pero esta adjetivación con fines peyorativos me parece hipócrita y de corto nivel cultural. Hipócrita porque si cada vez que habláramos de Irene Montero le adjuntáramos “la ministra cajera” ya se habría montado un cirio. También hipócrita porque si el torero fuera José Tomás otro gallo cantaría. Maniquea e inculta pues piensan que el mundo de los toros es monopolio de la derecha y se olvidan, o simplemente lo desconocen, los toros de Picasso, de Goya, “El llanto a Ignacio Sánchez Mejías” de Lorca o que Miguel Hernández colaboró en el Cossío. Sí, ese Miguel que luchó y murió por la II República.