Van a cumplirse cinco meses desde mi paso por el quirófano para ‘arreglar’ menisco y ligamento cruzado de mi rodilla izquierda. Tras la operación, la gente me pregunta si no echo de menos correr, conocedores de mi afición. Mi respuesta es siempre la misma: echo de menos poder andar. Uno siempre anhela lo que no tiene y por prioridades. Cinco meses después, puedo hacer una vida como la anterior a la operación, aunque sin poder correr aún (ya afronto la recta final de la recuperación). Y no echo de menos lo que no puedo hacer, sino que empiezo a anhelar aquello que podré hacer. De eso no tengo duda.
Mi recuperación, en la que continúo, no podría haber sido posible sin el magnífico trabajo del equipo de profesionales de Traumatología del Hospital Universitario de Jaén, así como por el posterior trabajo del equipo de fisioterapia de Mancha Real (un buen consejo: por un fisioterapeuta en tu vida). Es decir, mi recuperación se la debo a la sanidad pública. Por eso, no me cansaré de reivindicar la necesidad de apostar por la misma y por los profesionales que trabajan en ella. Y de apoyar todas las mareas blancas que salgan a las calles en pro de la misma. Poco salimos a protestar por nuestro sistema público de salud, a pesar de los continuos tijeretazos a los que está sometido.
Ahora, una vez confirmado que la Universidad de Jaén impartirá a partir del próximo curso el Grado en Medicina dentro de su oferta académica, todo un hito no solo para la propia UJA sino la para la propia sociedad jiennense, espero que contribuya a que el colectivo sanitario de Jaén gane músculo, aumentando la dosis de fidelización de profesionales médicos a la provincia y fortaleciéndose por tanto el sistema sanitario público andaluz. Porque con una sanidad pública más fuerte, todos estamos más protegidos y somos también más fuertes. De esto, tampoco tengo duda.