El año pasado mi hijo pequeño estuvo de erasmus en Polonia y tuvo la oportunidad de visitar algunos países del centro de Europa, cuantos más países visitaba, más frecuente era escucharle decir “mamá vivimos en el mejor país del mundo” yo también lo creo.
Acabamos de votar para decidir quién queremos que nos gobierne en nuestros ayuntamientos, y ahora nos encontramos ante una nueva oportunidad para decidir qué clase de país queremos. Hay un clima de gran decepción en torno a la clase política, pero yo creo que quienes se dedican a la política son personas que quieren hacerlo bien, aunque le aportan a la política tanto sus fortalezas como sus debilidades.
Ahora me veo en la obligación de cumplir con mi responsabilidad de decidir qué tipo de país elijo. Quiero un país donde el dinero y las cifras económicas no estén por delante de las personas. Me gustaría que en mi país a las personas mayores les reconozcamos y les premiemos el gran esfuerzo que han hecho para traernos aquí y que esto suponga que puedan retirarse dignamente, y con los cuidados que cada cual necesite. Aspiro a un país donde el sistema sanitario, esa joya que tenemos en España que primero te atiende y después busca como pagar tu intervención, sea intocable y donde nuestro capital humano sanitario disponga de los medíos y el reconocimiento que se merece.
Deseo un país donde la igualdad siga siendo una prioridad, porque aún nos queda mucho camino que recorrer en ese aspecto. Anhelo un país donde la educación este al alcance de todas las personas, independientemente de su raza, sexo, lugar de nacimiento, capacidades, etc. No podemos olvidar que votar es un compromiso, la libertad muchas veces asusta porque entraña una gran responsabilidad.
En España estamos viviendo una ola de crispación y falta de responsabilidad política enorme. Venimos de una pandemia que se ha llevado a muchas personas, que ha complicado mucho la economía de el mundo entero y en la que todos hemos pasado miedo por lo desconocido de la situación y esto parece que se le olvida a nuestra clase política.
Claro que en política se pueden cometer errores, faltaría más, pero ¿es tanto pedir que cuando se cometan esos errores se reconozcan, que cada cual se responsabilice del error que comete? Eso me lo enseñaron a mi en casa y he intentando que mis hijos lo aprendan también en casa. Y ahora os pregunto a quienes queréis mi voto
¿Me puedes ofrecer esto? Tienes hasta el 23 de julio, abandona las disputas estériles y CONVÉNCEME