Selectividad es sencillamente una cuestión de números. Por ejemplo, en la provincia de Jaén más 3.000 estudiantes se van a examinar entre hoy y el jueves. Es una cuestión de números el lograr o no la nota suficiente para acceder al grado que uno desea e incluso hacerlo en la universidad que uno desea.
Los números también reflejan que tras la pandemia del coronavirus las notas han sufrido su particular inflación. En general no han parado de subir. A la importante demanda por la educación universitaria, cada día más denostada, se le une que los profesores han inflado las notas de sus alumnos para echarles una mano, o, ya puestos, dos manos, y un sistema que ha apostado por exámenes de Selectividad que son menos exigentes que los anteriores a la pandemia.
Pudiendo ir a más, hemos ido a menos. El 82% de los jóvenes demanda una educación más enfocada al desarrollo de las habilidades prácticas y aplicables en el mundo laboral, según un estudio de la Fundación SM. Lo cierto es que nuestro sistema ya ofrece esto que piden los jóvenes, se llama formación profesional, sin embargo, este mismo estudio revela que sólo el 45% de los jóvenes considera que este tipo de formación tiene el mismo reconocimiento social que la formación universitaria.
El maldito estigma sobre la formación profesional sigue estando vigente. Urge de una vez por todas acabar con esta marca que señala de forma negativa a la FP. Por último, sobre números, cuatro de cada cinco jóvenes cree que la sociedad da más importancia a tener un título que a ser una persona realmente formada. La maldita “titulitis” española. Y esto también urge abolirlo porque todo no es cuestión de números.