Estaban los científicos tan tranquilos con su mecánica newtoniana, tan pulcra, tan exacta y que lo explicaba todo tan requetebién. La naturaleza se sometía dócilmente a las ecuaciones de los Principia Matematica Philosphiae Naturalis que formuló Newton, sin rechistar. Todo el Universo en tres leyes sencillas y “fáciles” que lo dejaban todo atado y bien atado. El mérito de Sir Isaac era enorme y hasta Neil Armstrong, tras el apagado de motores en la última Delta V camino de la Luna ya lo dijo: ahora estamos en las manos de Newton…
¿Todo tranquilo? Para nada!! En el mundo de las particulillas, en el se imaginaba un sistema planetario atómico 100% Newton, algo estaba cociéndose. Plank y otros comprobaron que esa cosa espantosa que es el “cuerpo negro” hacía cosas que no debía hacer. El fiasco se bautizó rápidamente. “¡¡La catástrofe ultravioleta!!”.
Así que las partículas no se comportan como les manda el jefe Sir Isaac, sino que están como burlándose del observador, haciendo justo lo que no se esperaba de ellas. Louis de Broglie formuló su teoría, que parecía cosa de herejes, de la dualidad onda-corpúsculo. Las partículas ni son corpúsculos ni son ondas, a veces se comportan como las unas o como las otras, según les conviene. Tremendo. Ahí tienen ustedes a la mecánica cuántica. Nada que ver con adivinólogos ni futureros.
Y ustedes, tan tranquilos, pensando que eso solo ocurre en las profundidades del mundo subatómico. Pero en nuestras calles acecha la dualidad peatón-conductor. Vivimos como si fuesen dos entidades diferentes, y planificamos las peatonalizaciones para recuperar nuestros espacios para la tabernocraciOOPS ¡perdón! el ciudadano peatón paseante. Para su tranquilidad y disfrute. Y un servidor está totalmente a favor, lo firma y lo suscribe.
El caso es que los peatones tienen la doble condición, la inmensa mayoría, que se transmuta en conductor y se irrita y se ofusca cuando le hacen pasar el tráfico de las avenidas amplias o las vías preparadas a través de las callejuelas más intransitables, mas estrechas y menos fluidas. Y eso también lo padece el ciudadano en su calidad de conductor. Aunque parece que el conductor fuera esa persona a la que usted se refiere, que así se llama y que al final nadie conoce.
Nada hay perfecto, todo ha de buscar el equilibrio. Atentos a las zonas de bajas emisiones en nuestra ciudad, que ya les vemos venir.
¿Ven ustedes? Al final, ¡¡hemos hablado de ondas en el día de la radio!! ¡¡Para que vean que la gente de radio sabemos coger muy bien el rábano por las hojas!!
¡Feliz día de la radio, amigos! ¡¡Por muchos años con nosotros!!