Mediodía en la provincia de Jaén

Pedro Morales

El mundo rural pide la palabra

La opinión de Pedro Morales


El pasado domingo, varias decenas de miles de mujeres y hombres de la España rural, la vaciada, agricultores, ganaderos, regantes, taurinos, cazadores…. tomaron las calles de Madrid, con el único fin de hacerse ver, de mostrar su fuerza y la existencia del mundo rural.

El mundo rural se enfrenta desde hace años, a unas regulaciones formuladas por urbanitas, personas que desde el confort de las grandes ciudades, con todos los servicios a su alrededor, se convierten en usuarios del mundo rural y de su problemática mediante su “compromiso” con el turismo rural durante unos días al año.

Es muy fácil legislar desde Madrid o Sevilla, es muy fácil opinar sobre la conservación, la agricultura, la ganadería, los toros, los riegos, la caza o la pesca desde el sofá de tu casa, en una gran ciudad donde los niños piensan que la leche procede de un tetrabrik y que cuando vienen a nuestras sierras se quejan porque los ciervos no salen a la carretera a la hora que ellos han decidido salir de paseo, o porque el pantano del Tranco tiene poca agua y encima lo siguen vaciando. Vamos que el Tranco solo es para la contemplación y no un embalse que riega Andalucía, desde los olivos de Jaén a las naranjas de Córdoba o el arroz de Sevilla.



El mundo rural es el gran valedor de la conservación de nuestra riqueza natural, el mayor ecologista, el que lo demuestra con hechos y con poca palabrería, luchando 365 días al año contra enemigos naturales y palaciegos. Es el que si un día parase convertiría los frigoríficos en armarios.

Cuando el domingo la gente sale a la calle, lo hace harto de razones y se enfrenta a personas y políticos que ante la imposibilidad de dar argumentos a sus justas reclamaciones, los intentan demonizar como ultras manipulados, igual que está ocurriendo con los camioneros, y no se intenta entender cuáles son las necesidades de nuestra España vaciada.

Alguien me puede decir qué es justo pagar a un agricultor o ganadero, por sus patatas o su leche, en muchos casos, más de los que imaginamos, cantidades por debajo de los costes de producción.

Alguien me puede explicar que se prohíba la caza en las fincas privadas de los Parques Nacionales y sólo en Cabañeros este año se deban abatir más de 5.000 animales para el control de la población, o eliminar los cotos de pesca intensiva en Cazorla y Segura, que vendían muchos miles de permisos al año.

Alguien puede estar en contra de nuevas inversiones en obras hidráulicas, que nos permitan resistir sequías. Si, en contra de hacer pantanos y trasvases.

Pues simplemente, estas son algunas de las cosas, por las que mujeres y hombres de toda la España rural se fueron a Madrid a protestar, pagándose el viaje y el bocadillo de su bolsillo y con el gasoil por las nubes.