En esta provincia cada vez más vaciada, con una Universidad a la que el Gobierno de Andalucía quiere quitarle hasta lo "bailao", la Semana Santa nos ha proporcionado la dicha de ver cómo calles, comercio y hostelería han conseguido entrar en la luz de la recuperación. Vacuna más que imprescindible para que nuestra tierra sea capaz de respirar entre tanto aire viciado. Y es que Dios aprieta pero no ahoga.
A esta noticia esperanzadora, también se ha sumado otra, que ha llegado de mano de la ministra de Transportes Raquel Sánchez. Esta dirigente política, no sin cierto postureo, nos ha lanzado que la autovía A-32, Linares-Albacete, o Andrés de Vandelvira, llámese como más guste, tendrá otro tramo en servicio el próximo verano, que va desde Torreperogil a Villacarrillo.
Que está muy bien, según se mire, porque esta vía de comunicación de la provincia con el Levante lleva un cuarto de siglo en obra, desde que Rajoy era ministro, y no es una broma lo dicho, ya que fue Don Mariano, al frente del Ministerio de Administraciones públicas quien cortó en 1996 la cinta del primer tramo Linares-Bailen.
Esta es una prueba más de lo lento que va siempre cualquier proyecto que beneficie a esta provincia, mientras que a otras se les ejecuta a velocidad de AVE.
Como decía Manuel Vicent, "en estos tiempos de desolación hay que agarrarse a los sonidos que adopta el pensamiento feliz". Y en eso estamos, en salvar obstáculos, no rendirse y adoptar como bueno, aunque llegue tardío, todo aquello que nos proporcione una oportunidad para incentivar la economía de un Jaén olvidado desde dentro y desde fuera.