Mediodía en la provincia de Jaén

Ana Cortecero

La falsa moneda

La opinión de Ana Cortecero


El mundo está que arde, celebramos el día de San Juan y el verano se atornilla oficialmente en el calendario. La canícula regresa amenazando con disparar los termómetros todavía más, alimentando las ya tradicionales “competiciones” estivales en muchos de nuestros grupos de WhatsApp. “En mi pueblo estamos a 41 grados”, escribe alguien. “Aquí el termómetro de la farmacia marcaba 43”, señala otro. A los pocos segundos aparece una foto que muestra 45 grados en el salpicadero de un coche como prueba insuperable. “Dónde estás?”, pregunta el siguiente. “En el infierno”, intermedia un quinto. “Eso es un bulo”, sentencia la sexta participante. Y la red social se convierte en el campo de batalla de memes, videos y comentarios ingeniosos con los que practicamos el escapismo virtual en nuestras vidas actuales.

El chat del grupo vuelve a dormitar durante un tiempo hasta que alguien alerta de la detención en Jaén de unos delincuentes con miles de euros en billetes falsos. Se multiplican los mensajes y aumenta la preocupación. ¿Quién no ha experimentado un vuelco en el corazón cuando ese billete de 20 o 50€ con el que pagas en un comercio es sometido al detector de dinero falso? Si ha superado el control, recuperas la tranquilidad, pero comienzas a mirar con recelo el billete que recibes de cambio antes de guardarlo. Sospechas del papel, de la tinta, de la marca holográfica, … y te quedas con las ganas de decir “¿Puede pasar el que me acaba de dar por la máquina, por favor?” Y es que, de pronto, piensas qué habrán hecho con los billetes falsos que antes les hubieran colado, y recuerdas lo que decía la copla de Imperio Argentina sobre la falsa moneda, que “de mano en mano va y ninguno se la queda”.



Ayer alguien preguntó en el WhatsApp qué quemaríamos en la hoguera de San Juan. No lo dudé ni un segundo: la falsedad. Porque lo más terrible es descubrir que la falsedad se puede convertir en realidad, que tanto la moneda falsa, como la información falsa o las personas falsas pueden funcionar como verdaderas; y que no podamos, o no queramos, diferenciar entre ellas.