Mediodía en la provincia de Jaén

Alejandro Gallego

Pacto verde europeo y olivar en la provincia de Jaén

La opinión de Alejandro Gallego


El Pacto Verde Europeo es una herramienta continental de lucha contra el cambio climático lanzada por la Unión Europea, que pretende que Europa sea en 2050, el primer continente climáticamente neutro. Una de las medidas más importantes está relacionada con la agricultura, que se concreta en la estrategia del campo a la mesa. En la provincia de Jaén queda un largo camino por hacer porque está prevista, entre otras medidas, la disminución del uso de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas en un 50%. Además, el precio de los fertilizantes se ha incrementado en este último año en un 150%, y su fabricación, que depende en un 80% del gas y es altamente contaminante, hace indispensable replantearse el modelo productivo del sector oleícola. Evidentemente llagamos tarde a pesar de tener encima de la mesa otras alternativas que las administraciones públicas: gobiernos provinciales y regionales, centros de investigación y universidades, no abordan con la urgencia que un sector tan importante necesita.

La principal alternativa está clara, cuenta con suficientes evidencias científicas y contribuye a cerrar el ciclo productivo de manera eficiente. Por cada kilo de aceitunas destinada a la producción de aceite, 250 gramos se materializan en nuestro oro líquido y los 750 gramos restantes constituyen el alpeorujo, que tradicionalmente se ha convertido en un problema ambiental y en un coste extraordinario para las almazaras, que deben almacenarlo o transportarlo fuera de sus instalaciones, pero que tiene un alto valor si se reutiliza compostado en las explotaciones agrícolas. Estamos hablando de millones de toneladas que, aplicadas al suelo convenientemente, aportarían una elevada cantidad de nutrientes, mejorarían la calidad de nuestro suelo (mejor aireación y retención de la humedad) y favorecerían la capacidad de los organismos que viven en él para reciclar y poner a disposición de los olivos los minerales que necesita. Si además empezamos a dejar la cubierta vegetal, mejoraremos la fertilización de nuestros suelos y frenaremos la erosión que constituye otro gran problema del olivar. Ahora solo falta que las autoridades sean capaces de acompañar este cambio que, queramos o no, no tiene vuelta atrás y es evidentemente más económico y más rentable.