Si a la mayoría nos preguntaran cuáles son los asuntos de estado en los que los principales partidos de gobierno y oposición deberían ponerse de acuerdo para marcar el camino a seguir sea quien fuere el partido que gobernara, seguramente contestaríamos que la educación, la política exterior y probablemente ahora con la que hay liada con la renovación del Poder Judicial, también diríamos que la justicia. Pues hay un asunto crucial en el que nadie repara y que debería formar parte de esos “asuntos de estado”: La gestión de nuestros recursos.
En este tiempo de terrible sequía en la que se puede intuir que más que una situación coyuntural, estamos viviendo una tendencia, debería ser crucial la gestión de un bien vital y cada vez más escaso como es el agua.
El último Plan Hidrológico Nacional data de 2001 y ya entonces no atendía en su totalidad las necesidades de aquellos tiempos. Aún así, a su amparo se han realizado importantes obras en desaladoras y depuradoras de agua que han paliado en parte las necesidades que había entonces, pero que necesitan una revisión y un impulso para la situación actual y venidera.
Es urgente revisar el ciclo total del agua en España, la captación, el transporte, el consumo y el vertido.
El 75% del consumo del agua en nuestro país se dedica a la agricultura, por lo tanto, debe ser ahí donde se centren los esfuerzos para el ahorro. Los planes de modernización de riegos acometidos hasta ahora han servido fundamentalmente para aumentar las hectáreas de regadío, es el momento de pensar que lo urgente es regar lo mismo, pero utilizando menos agua.
El cultivo del olivar quizás sea de los más eficientes en la gestión del regadío, aún así todavía hay gran margen para la mejora. Se debería incentivar la sustitución del riego por goteo al riego hidropónico, en el que el agua va directamente a la raíz de la planta evitando las pérdidas por evaporación.
Por otra parte, aún quedan más de 600 actuaciones pendientes en depuración de aguas residuales que deben ser realizadas y por las que España está pagando en multas más de 40 millones de euros al año a la Unión Europea.
En definitiva, la gestión del agua es compleja, porque en ella también interviene la solidaridad entre regiones, cosa que cada vez parece más difícil en la sociedad egoísta que estamos creando. Por eso, la redacción de un nuevo Plan Hidrológico Nacional debería ser uno de los pilares fundamentales de los llamados Asuntos de Estado.