La participación en las elecciones del pasado 28 de mayo no fue muy alta. A nivel estatal ejerció su derecho al voto aproximadamente el 64% de la población, en Andalucía ese porcentaje se quedó algo por encima del 61%, Jaén capital y Úbeda registraron cifras similares e, incluso, ciudades como Linares no llegaron al 58% de participación.
Es cierto que en otros municipios más pequeños de nuestra provincia la ciudadanía acudió de forma masiva a votar, como es el caso de Benatae, Torres de Albanchez, Lupión, Hinojares o Santiago de Calatrava, que superaron el 90% de participación, pero ¿Qué es lo ocurre en la mayoría de los municipios más grandes? ¿Por qué casi cuatro de cada diez personas censadas no acude a votar sistemáticamente?
Aunque cada contexto es diferente, existen algunas justificaciones comunes que nos pueden ayudar a explicar este problema. Una de ellas es la apatía o el desinterés de la ciudadanía hacia la política. Muchas personas pueden sentir que sus votos no marcarán una diferencia significativa o que a quienes deben elegir no van a representar sus intereses o preocupaciones de manera efectiva. Esta falta de confianza en el sistema político puede llevar a la indiferencia y a la abstención.
A veces la ciudadanía se siente abrumada por la cantidad de información disponible o por la dificultad para acceder a información imparcial y fiable, lo que le puede generar confusión y desmotivar su participación.
Los obstáculos estructurales, como las dificultades de acceso a los centros electorales, también pueden ser una limitación.
Hay quien puede pensar que las elecciones no son relevantes para su vida cotidiana, pero sí lo son, ya que les permiten elegir a sus representantes en los distintos niveles de gobierno, representantes que toman decisiones que afectan directamente a la vida de las personas y condicionan sus servicios públicos, su educación, su salud, su seguridad o sus derechos y obligaciones.
Mejorar la participación en las elecciones requiere una combinación de educación cívica, acceso a la información, sensibilización y facilidad para votar, pero también de transparencia y rendición de cuentas por parte de las instituciones. Estas estrategias pueden contribuir a fortalecer la democracia y a asegurar que verdaderamente se esté escuchando la voz de la ciudadanía cuando se nos cita a las urnas.