Mediodía en la provincia de Jaén

Ana Cortecero

Sensibilidad térmica y matemática

La opinión de Ana Cortecero


Llevo tres días mirando más la información del tiempo en mi móvil que mirando el WhatsApp. El frío me tiene congelada hasta las ganas de charlar a distancia. Nieve en las montañas, nieve en la meseta, nieve en las sierras y nieve hasta en las playas… Será que tengo atracón de frío televisivo y me dan escalofríos nada más que mirar por la ventana. La cuestión es que no me entusiasma salir y fotografiar los termómetros callejeros para entablar la competición climática con mis grupos del WhatsApp. Porque parece que el frío gusta más cuando se puede presumir de que en mi pueblo hace más frío que en el tuyo, en mi casa se está más calentito que en la de nadie y el coche marca más grados bajo cero que en la cordillera del Himalaya.

Los humanos somos así, ya lo decía mi abuela, para presumir hay que sufrir, y si convertimos el sufrimiento del frío en espectáculo, rebajamos la “sensación térmica”, un concepto metereológico extraño que por más programas del tiempo que veo nunca me queda claro. Solo he sido capaz de entenderlo cuando esta mañana en la panadería había un muchacho delante de mi con un gorro de lana hasta las cachas, un plumón grueso, unos pantalones de chándal bien recios, pero unos tobillos desnudos porque sus calcetines eran de esos cortitos, de los modernos. Entonces me ha dado un repelús extra de frío y he comprendido perfectamente que estaba bajando de un modo alarmante mi “sensación térmica”.

Menos mal que una noticia me ha devuelto la alegría. Me refiero a la campaña iniciada por un joven activista al que llaman el “Greta Thunberg de las matemáticas”. Un muchacho joven que se ha planteado como objetivo buscar adeptos entre los estudiantes para reivindicar la importancia de las mates. ¡Ahí queda eso! Vamos, que antes consigue la joven sueca que se tome en serio el cambio climático, que este muchacho que se dejen de atragantar las matemáticas. Su iniciativa me parece buena, pues las matemáticas son fundamentales, están en todas partes y se necesita profesorado bien formado que las enseñen bien. Sin ellas la ciencia no habría llegado tan lejos y la sociedad no habría avanzado en tantos aspectos. Solo les pediría a estos nuevos pitagóricos que no olviden que en la vida no siempre dos y dos suman cuatro y que no deben empeñarse en cuadrar la realidad a martillazos.