Sentirse de Jaén habiendo nacido y viviendo en Jaén no es más fácil que quienes lo son, pero viven lejos, están fuera. Encontrarse ausente de Jaén, tener tu origen en esta provincia y vivir en otro lugar hace que sentirse de Jaén sea más fácil y también más nostálgico. Porque ser de Jaén y sentir orgullo viviendo aquí es complicadísimo. Ya lo decía el poeta de Orihuela, Jaén levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares.
Sentirse de Jaén es dificilísimo, porque Jaén no tiene ná y Jaén lo tiene tó. Jaén vive de espaldas al futuro y no sé mira, tampoco, en el pasado. Jaén con todos sus olivares, con todo su patrimonio, con todo su buen hacer, lleva siglos de amargura, agarrada a un pronóstico cruel gracias a las malas políticas y muy a pesar de liderar los primeros puestos en temas agrarios, turísticos, ecológicos y hasta gastronómicos, por eso ser de Jaén sin estar fuera y sin tener la oportunidad de reconciliarte cada vez que vuelves, nos hace mucho más complicado sentirse de Jaén. Vivir aquí es sentir que sigues siendo esclava, es sentir que es complicado, es difícil, es amargo.
Aunque llegados a este punto, a mí sólo me queda acordarme de cómo mi padre y mi madre sentían Jaén: ser pueblo, ayudar al vecino, a la vecina, comer pan de aceite y hablar con sencillez del olor de la vida y de la tierra.