No tenemos solución. Volvemos a pegarnos un tiro en el pie. Cuando vemos cerca la línea de meta nos ponemos zancadillas a nosotros mismos para retrasar, y si podemos evitar, la llegada a buen puerto. No tenemos solución. Ocho años de trabajo intenso para consensuar una candidatura del olivar a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad tirados por los suelos, nunca mejor dicho, de nuestros 66 millones de olivos. Ocho años que pueden irse al garete porque, a última hora, a alguien se le ocurrió mostrar su disconformidad en aras de una supuesta defensa de unos olivareros perjudicados que, ni siquiera saben de qué va el asunto. Eso es nuestro sector, una lucha fratricida por evitar que al vecino le pueda ir mejor que a ti.
La candidatura pende de un hilo muy fino. Un trabajo de ocho años en los que no quiero pensar que ha habido ocultamiento de información o que priman más otros intereses que los mejores deseos para nuestro olivar. A mi humilde modo de entender las cosas, toda catalogación, sea mediante una DO, mediante una IGP, mediante una certificación ecológica, mediante una declaración de Patrimonio de la Humanidad. Toda catalogación, insisto, busca un beneficio generalizado de nuestro olivar. Claro que, como siempre pasa y más en estos años, a unos les interesa proteger el olivar tradicional, mayoritario de nuestra tierra y de otras provincias cercanas, mientras que otros apuestan decididamente por un modelo completamente diferente, en el que la cantidad prima por encima de la calidad.
Quiero confiar en que la candidatura seguirá adelante. Mejor dicho, deseo que la candidatura siga adelante. Creo que es algo bueno para nuestra maltrecha autoestima. Creo que es el espaldarazo que necesitamos para que el aceite de oliva virgen extra que producimos en nuestro mar de olivos tome el impulso definitivo, alcance la velocidad de crucero en la que muchas cooperativas ya se encuentran instaladas y a la que tienen que llegar el resto. Pero lo cierto es que tengo mis dudas por cuanto puede que haya otros intereses detrás de las quejas que nada tienen que ver con el olivar y, quizá, más se encaminen hacia la intención de influir en los resultados electorales del próximo mes de mayo. Veremos cómo se desarrolla la reunión de finales de semana.
Para autoestima, el baño que nos dimos la semana pasada en la Feria Internacional de Turismo en Madrid, donde se entregaron los premios a los 8 magníficos, a los mejores aceites virgen extra de la provincia en el año 2023. Unos galardones que son los Goya de los aceites, por eso de que nos tira el terruño nacional (también podría compararlos a los Óscar, pero estos son norteamericanos y nos llegan de refilón). Unos galardones que consolidan el buen trabajo de las cooperativas y almazaras y su apuesta por la calidad. Por eso, permítanme terminar esta opinión felicitando a Puerta de las Villas, Esencial Oliva, Supremo, Oro de Cánava, Oro Bailén, Dominus, Pradolivo y Señorío de Camarasa. Ellos representarán a todo el sector jaenero en España y en el mundo durante 20223. Así, sí vamos bien.