Estaba, hace unos días, dándole vueltas a esta columna y a un tema que me preocupa, en lo político y en lo personal, como es la progresiva desaparición del pensamiento y las propuestas "de izquierdas", o como queramos llamarle, en nuestro panorama público. Se trata de una situación que no sólo ocurre en nuestro país, pero que se agrava cuando es una socialdemocracia "light", como la que practica el PSOE, la que gobierna y aglutina a su alrededor todo el espacio de ideas progresistas (no hablemos ya del caso extremo de nuestra ciudad, donde esa izquierda ni siquiera tiene representación institucional; el vacío es absoluto).
Pues bien, estaba en ello, cuando una amiga me preguntó acerca del asunto de la semana: "nene, ¿qué opinas de lo de DeepSeek y el futuro de la IA?", mientras me mostraba un texto provocativo sobre las limitaciones y la sobreestimación de la Inteligencia Artificial. Conociéndome como me conoce, sabía que el tema iba a provocar un debate: "yo pienso que no es lo que parecía", me espetó. A pesar de que participo de la generalizada admiración ante los avances tecnológicos y deposito grandes expectativas en las aplicaciones futuras del desarrollo digital, la realidad es que la simplicidad y la cotidianeidad de mucho de los usos que le damos a estos modelos avanzados los alejan de las promesas sobre su influencia en nuestras vidas. Así se lo reconocí a mi amiga, quien apostillo con ironía: "puede acabar como un Rincón del Vago, pero muy listo". Y aquí radica el origen del asunto que nos ha sacudido esta semana. Si lo que tenemos delante es el desarrollo de modelos avanzados de almacenamiento de conocimiento que lo relacionan de forma interactiva, aprendiendo de su relación con nosotros, los usuarios, no se trata exactamente de "Inteligencia", no hay pensamiento en sentido estricto, y, por tanto, su valoración es exagerada. Es una idea sobre la que reflexionar pero que inmediatamente provoca un debate amplio y complejo, con muchas implicaciones, políticas, económicas y sociales, por lo que intenté escabullirme con un débil argumento: "me preocupa más la situación de la izquierda..." Algo inútil, puesto que mi interlocutora tenía muy clara la situación: "Bueno, la izquierda no tiene solución en un plazo manejable de tiempo y, además, tiene un problema mayor que la IA: posiblemente tampoco piensa pero es que ni siquiera aprende". Fin del debate.
Bromas aparte, el hecho es que la presentación por la empresa china DeepSeek de su modelo de lenguaje avanzado ha supuesto un terremoto económico y político. Resumiendo, esta empresa china ha lanzado una IA que hace lo mismo que ChatGPT pero utilizando muchos menos recursos, lo que no sólo desafía el modelo de innovación estadounidense, que hasta ahora era el dominante, sino que también muestra las enormes limitaciones energéticas y estratégicas del modelo occidental de IA. El impacto no se hizo esperar: Trump prometió una inversión estatal de 500 mil millones de dólares en investigación de IA y muchos hablaron de "efecto Sputnik", en referencia al devastador efecto que tuvo en EEUU el lanzamiento del primer satélite artificial por parte de la Unión Soviética en 1957. Entonces, el Gobierno americano reaccionó aumentando desproporcionadamente el gasto y los esfuerzos para retomar la ventaja en "la conquista del espacio". La respuesta de EEUU al "nos están ganando" supuso la mayor inversión tecnológica de la segunda mitad del siglo XX y terminó con Neil Armstrong en la Luna una década después. DeepSeek ha provocado el mismo pánico en Silicon Valley. De hecho, el fabricante de chips Nvidia sufrió la mayor caída de la historia de la bolsa y Google, Amazon, y Microsoft sufrieron grandes pérdidas.
Más allá de los impulsos iniciales, el asunto de fondo es un debate importante de cara a configurar el futuro en todos los niveles. En primer lugar, es positivo que estos modelos avancen hacia una mayor eficiencia y un menor gastos de recursos, materiales y económicos. Si la IA china, de código abierto, más barata y accesible, es posible con una menor utilización de centros de datos, costosos en energía y agua, la mejora es evidente. Se demuestra que es posible hacer más con menos si se posee talento, apostando por menos fuerza bruta (el modelo de EEUU que utiliza más datos y más cálculos; lo que requiere de chips más potentes, más servidores y más recursos para entrenar y mantener el modelo).
En segundo lugar, DeepSeek, un modelo más barato y sostenible, pone en cuestión la enorme inversión realizada en los últimos años en IA y, por tanto, parte de su valor. Esto está relacionado con que la aparición de DeepSeek no haya sido realmente una sorpresa. Ya hace unos años, documentos internos de Google y Microsoft alertaban sobre el avance de los modelos de código abierto y el año pasado ya se especulaba con la posibilidad de que fuera China quien rompiera el monopolio norteamericano respecto de la IA. Pero es que, además, esos mismos informes sugerían la posibilidad de que gran parte de las expectativas generadas por la IA se quedaran en nada. El enorme avance que el marketing tecnológico nos ha trasladado sobre una IA que transformará nuestro mundo tal y como lo conocemos, que acabará con gran parte de nuestros trabajos, o los modificará sustancialmente, y que cambiará nuestra vida cotidiana con un sinfín de aplicaciones que no podemos ni imaginar, parece estar algo lejano. Hace más de dos años nos deslumbramos con una película de ciencia ficción pero puede que solo fuera eso, ficción.
No lo digo yo, que conste; lo dice el propio sector. Tras el lanzamiento de ChatGPT, Goldman Sachs pronosticó que la IA iba a eliminar 300 millones de puestos de trabajo antes de 2030. Hace unos meses, según el Financial Times, un hedge fund tecnológico avisó a sus inversores de que Nvidia, el gigante que esta semana se ha desplomado, formaba parte de una burbuja y que "la tecnología de la IA que impulsa el precio de las acciones del gigante de la fabricación de chips está sobrevalorada". Puede que lo ocurrido esta semana con DeepSeek sea otra señal de que, como decía el articulo del Financial Times, los usos actuales de la IA "nunca serán rentables, nunca funcionarán bien, consumirán demasiada energía o resultarán poco confiables, sin que haya logrado ofrecer el enorme aumento prometido en la productividad prometido".
Las burbujas especulativas se crean precisamente por las expectativas de beneficios exponenciales en poco tiempo, sin base real. Ya conocemos el mecanismo. Cuando al principio de este siglo estalló la burbuja de las puntocom, ya que internet cambió nuestro mundo pero no tanto como se esperaba, el capital huyó hacia otros mercados, en ese caso las hipotecas y sus derivados. Cuando en 2008 el mercado volvió a demostrar que las expectativas de beneficios cada vez mayores en un mundo que no iba a dejar de construir no era real, la burbuja inmobiliaria saltó por los aires y el dinero se refugió en las grandes apps del negocio online (Uber, Facebook, Whatsapp, Apple, Amazon, Airbnb, etc.), multiplicando exponencialmente el valor de estas marcas, como siempre hace la especulación, en base a la promesa de que su productividad y crecimiento no se detendría ya que "lo van a cambiar todo", aunque eso siempre será en un futuro, dentro de unos años. Tras la pandemia, su valor se ha multiplicado sin que lo hayan justificado. Sólo esperamos que cumplan sus expectativas en el futuro, aunque finalmente esta esperanza sólo traiga una nueva crisis, unos pocos ganadores y muchos perdedores, que se quedarán por el camino.
Por el momento, la configuración de la IA que prometía volver más eficientes y automáticos los procesos y las tareas, lo que reduciría costes y mano de obra, no ha llegado y lo único que tenemos son modelos avanzados de lenguaje y de almacenamiento del conocimiento, una configuración optimizada con algunos usos pero que continúa necesitando un humano detrás, tanto a la hora de entrenar y enseñar como a la de corregir los errores. Esta utilización es poco relevante y excesivamente costosa. Cambia parte de nuestro mundo pero no lo modifica sustancialmente, ya que no va a hacer crecer la economía. Al contrario, puede provocar otra crisis si se confirma su carácter de burbuja especulativa.
Como aficionado a las neurociencias, tiendo a pensar que el problema principal respecto a las expectativas depositadas en la IA es que no se trata de inteligencia, comparada con la humana. Nuestra inteligencia está relacionada con las emociones, con nuestras necesidades y apetencias, que son las que nos hacen movernos, pensar, desear y actuar. Esa es la base neurológica de la inteligencia humana. Después de las emociones, desde las primarias a las complejas, vienen los demás desarrollos humanos: el movimiento, el lenguaje, la socialización, etc. Sin ellas, no vamos a encontrar inteligencia alguna.
Como decía mi amiga, puede que no sea Inteligencia Artificial como tal sino un aprendizaje artificial que nos facilita determinados aspectos de nuestra vida y que puede tener importancia productiva en otros ámbitos, más allá de la mera sustitución del humano. No es que sea un instrumento inútil sino que lo estamos utilizando de forma poco productiva.
Y algo parecido le pasa a nuestra izquierda. No está siendo utilizada productivamente, ya que no usa la inteligencia colectiva aprendida durante más de un siglo para ofrecer una alternativa "productiva y útil" a una mayoría social necesitada de proyectos y referentes. Puede que tampoco ahí haya mucha inteligencia pero es que ni siquiera se aprende de los errores. Los partidos de izquierda andan perdidos en un mundo que no conocen y en un sistema en el que han dejado de pensar, limitándose a repetir consignas y acciones de otros tiempos y de demostrada ineficacia. Los mismos que defendía y apostaban por el populismo hace poco, claman ahora contra Trump (exactamente igual que muchos defensores de la democracia liberal presentan ideas similares a las de Trump; pero eso, otro día). Los que pretendían acabar con el Régimen del 78, andan ahora sosteniendo al PSOE y al sector más liberal del mismo. Y así podríamos seguir con numerosos ejemplos. Su sentido común cambia a una velocidad enorme mientras se van distanciando de la realidad que les rodea, lo que les hace llegar siempre tarde y mal. Podría aplicarse la misma escala a nivel nacional y a nivel local o autonómico. ¿Dónde están? ¿Qué hacen? ¿Qué proponen?
Su alejamiento de la realidad parte de una falta de conocimiento del mismo sistema al que dicen aspirar a cambiar, lo que impide hacer propuestas efectivas y reales. Mientras la mayoría de la población tiene problemas reales, basados como siempre en esa economía política que rige su día a día, los representantes de la izquierda andan a su cuestiones personales, partidistas o, peor aún, a las insignificantes luchas culturales. Sabemos que el hundimiento del orden liberal, y neoliberal en lo económico, es el causante de la destrucción de la economía y el empobrecimiento de gran parte de la población occidental, de sus clases medias y trabajadoras. ¿Qué hace la izquierda al respecto? ¿Qué propone que no sea una continuación del mismo orden, con parches superficiales o, en muchas ocasiones, sin ellos?
El problema de DeepSeek es un problema geopolítico porque es económico, tiene que ver con nuestro sistema, con los monopolios, los beneficios especulativos, la concentración de riquezas y sus consiguientes crisis y la pobreza que generan. Y su solución pasa por más inteligencia humana, aunque ojalá fuera colectiva y en manos de la mayoría de la población, representada por una izquierda que sea capaz de salir de su burbuja inútil para aprender, pensar y actuar.