Una sola noticia, a priori intrascendente, ha venido a desmontar gran parte del andamiaje comunicativo, del relato construido durante tiempo, tanto por Gobierno como por oposición, quedando así en evidencia la distancia tan enorme existente entre lo que nos dicen y la realidad que vivimos; están tan cerca pero tan lejos de nosostros. La no aprobación en el Congreso del Real Decreto "ómnibus" nos afecta de forma directa a una gran parte de los españoles: la merma de poder adquisitivo de millones de pensionistas, la subida de las tarifas del transporte urbano, la pérdida de las ayudas a los afectados de la DANA y La Palma, etc. Llama, por tanto, la atención que sea el epicentro elegido para el enfrentamiento político, ya que todos los partidos implicados pueden salir perjudicados del choque, pero, como en otras tantas ocasiones, la política se mueve por terrenos "tan lejos" de la realidad social, incluso en asuntos "tan cerca" de ella, que nos sorprende su desarrollo.
Políticamente, el debate no se trata más que de la prórroga de las medidas económicas extraordinarias tomadas en los últimos años y que, tras la no elaboración de unos presupuestos generales para 2025, deben ser incorporadas a la prórroga presupuestaria para que no pierdan validez. Es un mecanismo parlamentario habitual cuando no se aprueban presupuestos y conocido, además de negociado, por todos los partidos desde hace meses. Así que, de entrada, es una situación totalmente evitable y a la que hemos llegado por la oportunidad que supone para unos y otros de buscar la confrontación y la polarización, en un escenario que se asemeja al de una campaña electoral. El Gobierno podía haber asegurado el voto a favor de Junts o haber optado por otra técnica de votación si intuía la jugada de Puigdemont; el PP podría haber elegido otra votación para infligir una derrota a Sánchez e intentar hacer crecer la figura de Feijóo. Así que aquí radica la primera contradicción entre discurso y realidad: si, como dicen todos, tan importantes son las medidas, ¿por qué anteponen sus intereses partidistas al bienestar de los españoles?
Para el Gobierno se trata de una derrota importante, ya que muestra la fragilidad de una legislatura cada vez más accidentada. Pero, una vez producida, se está utilizando para cargar toda la responsabilidad en las manos de Feijóo, intentando ganar el relato a posteriori. Sin embargo, es difícil que este mensaje cale más allá de la población ya convencida, del votante propio, no sólo por la preponderancia del mensaje del PP en los medios de comunicación sino también porque el votante que decidirá el signo de las próximas elecciones no está atento a este relato; se ha ido alejando de la actualidad política conforme comprobaba lo lejos que estaba lo que dice el Gobierno de su realidad diaria. Este votante, el que se mueve entre la abstención y el voto de rabia y castigo, forma la España que notará los efectos de la no aprobación del decreto en unos días. Lo sentirá directamente en su bolsillo, aumentando su angustia por llegar a fin de mes, y aquí se hará evidente otra gran contradicción discursiva: "si la economía española va tan bien, ¿cómo es posible que por una sola votación mi vida empeore de esta manera?"; "si, gracias al Gobierno, no notaríamos ningún efecto económico negativo como en otros países, ¿qué ha pasado ahora?"; "no se estará haciendo todo tan bien cuando nuestro bienestar depende del "escudo social, ¿no?" y "si tan importante es, ¿por qué no se ha hecho todo lo posible por mantenerlo?". Ningún relato conseguirá atajar esta reacción más allá de los propios seguidores y permitirla será abonar el auge del voto derechizado. Por tanto, más le vale al Gobierno de coalición y a sus socios encontrar la manera de sacar adelante estas medidas, de la forma que sea, en las próximas semanas, en lugar de preocuparse únicamente de cuál es el relato que les hace parecer menos responsables, ya que estar "tan lejos" de esa mayoría de los españoles es lo que está alejando definitivamente a Sánchez de Moncloa y no Feijóo.
Por su parte, puede que al PP esta confrontación le haga menos daño. Al fin y al cabo le es posible ganar el mensaje en los medios de comunicación y culpar únicamente al Gobierno, visualizando su debilidad y la necesidad de elecciones. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que se pasen de frenada y de ahí su preocupación. Si han dejado en los últimos meses de utilizar el discurso económico, dando por bueno el relato del PSOE, empeorar de golpe, por puro interés personal y partidista, la vida de millones de españoles, de gran parte del país, no puede ser gratuito. Si Feijóo ha visto la oportunidad de infligir una dura derrota a Sánchez y ha sacrificado a muchos votantes propios por el camino, y sus llamamientos a que el Gobierno presente las medidas por separado así lo atestiguan, debe tener cuidado de que no se aprecie su nulo interés por buscar una solución previa, sabiendo desde hace un mes lo que se iba a votar y cómo. Si además, el final de esta situación es convertirse en el aliado y socio de "un fugado de la Justicia", como es Puigdemont, en ese tripartito de derechas con VOX, sus contradicciones y ansias de poder se escaparán al control de su relato, por mucho medio de comunicación que le apoye.
Tanto PSOE como PP deberían no estar "tan cerca" y "tan lejos" de aquellos a los que representan, pero de los que sólo buscan su voto, porque esa disociación hace que cometan errores de bulto, como puede ser para ambos la votación del pasado miércoles.
Por otro lado, este enfrentamiento pone de relieve algo que parecía oculto o se estaba intentando menospreciar en los últimos años y es la importancia de las cuestiones materiales; la dificultades sociales por las que atraviesa gran parte de la población, que son las clases sociales que determinan los resultados de las elecciones. Para Sánchez porque significa romper su relato triunfalista en lo económico y exitoso en la gestión. Para Feijóo porque no contempla medidas diferentes en lo económico ni fiscal ni que vayan a funcionar frente a estos problemas. Pero ambos son conscientes, y así lo están demostrando, del malestar latente en las "clases medias trabajadoras" o como queramos llamarlas. En definitiva, todos los partidos se están, sin decirlo, dirigiendo a ellas, centrando su atención en temas como la vivienda (PSOE), reducción de la jornada laboral (Sumar) o inmigración (VOX), y quizás quien tenga más dificultades para movilizarlas sea un PP centrado en la "corrupción" de Sánchez. De ahí su apuesta decidida por tumbar este decreto.
Todos intentan estar "cerca" de nosotros pero sus acciones, sus votos y sus relatos los sitúan cada vez más "lejos" de nuestros intereses y de nuestras preocupaciones. Lo económico, lo material, es la clave de la época que estamos viviendo. Si con sus discursos ningún partido lo reconoce, incluso negando la relevancia que ha tenido en la victoria de Trump, sus enfrentamientos nos lo muestran de forma evidente.