Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Coherencia

El “modelo de ciudad” no es otra cosa que las acciones que se van tomando para definir el Jaén que queremos

Hace dos semanas, el Ayuntamiento de Jaén anunció el inicio de las obras de un nuevo parque comercial, de superficies medianas, que se ubicará junto al Estadio de La Victoria. La presentación de este “Victoria Park”, junto con la noticia del cierre de nuevos comercios en el centro de la ciudad (Stradivarius y Springfield), ha desatado de nuevo el debate sobre la convivencia del comercio local y las grandes superficies y el abandono de nuestro centro histórico.

Antes de nada, cierto es que se trata de decisiones de empresas privadas ante las que cabe poco debate, pues se toman dentro del ámbito de su libre, y justa, búsqueda del beneficio privado pero el propio hecho de que la apertura del parque comercial fuera una presentación pública realizada por el Ayuntamiento, y en el propio Ayuntamiento, nos da una idea de que también responde a una estrategia política que impulsa la iniciativa privada. A partir de ahí, se abre el debate público sobre una cuestión trascendente, con distintas posiciones, a favor y en contra, que ya conocemos. Pero, precisamente, si se debaten las múltiples implicaciones de este tipo de decisiones es porque se trata de un asunto fundamental que afecta al modelo de ciudad. Nuestro propio Ayuntamiento así lo confirmaba, cuando apostillaba en sus redes sociales que: “Esta iniciativa transforma un espacio improductivo de más de 20 años y refuerza el modelo de ciudad con infraestructuras clave como el Olivo Arena y el vial ciclista.” Pues bien, ¿cuál es ese modelo?



Cuando hablamos de “modelo de ciudad” (término en ocasiones manido y que parece una palabra vacía de esas que utilizan los políticos para “darse postín”), lo hacemos sobre un tema nodal, que implica, al mismo tiempo, la actividad económica y social de Jaén, lo urbano y lo individual de cada jiennense, lo laboral y lo empresarial, la situación actual y las perspectivas futuras de la ciudad. En definitiva, el “modelo de ciudad” no es otra cosa que las acciones que se van tomando para definir el Jaén que queremos y el que vamos a dejar a los siguientes, pero determinadas por el Jaén que realmente hacemos en el momento presente. Ahí es nada.

Así que vamos a hablar de los modelos de ciudad que se han ido desarrollando en los últimos años, ya que como en cualquier decisión pública, no hay un modelo único sino tantos como queramos. Ciñéndonos a los dos partidos que han desarrollado un modelo de ciudad en Jaén, ya que han sido quienes han gobernado en los últimos 46 años (24 años el PSOE y 22 años el PP), podríamos decir que el PP no ha tenido un modelo propio, o sí, según se mire, si consideramos un modelo el “dejar hacer”: favorecer los intereses de terceros de los que después obtener rédito, el mirar para otro lado, el limitarse a realizar lo que no moleste o lo obligado para que la iniciativa privada pueda desarrollarse, etc. No es una crítica, sino una descripción; habrá quien diga que este es el papel de un Ayuntamiento, y más en la situación de quiebra por la que atraviesa el nuestro en este momento. Otros pensamos que a un alcalde se le elige para algo más que para “tramitar licencias” y ordenar limpiar las calles y que, los mismos que han arruinado el Ayuntamiento deberían ser los primeros en arreglar la situación y no dejar que otros dirijan la ciudad.

El PSOE, por su parte, tiene un modelo, el mismo que el del PP, pero sin reconocerlo, diciendo continuamente que tienen otro modelo distinto, pero sin especificarlo y haciendo lo mismo que viene haciendo el PP. Porque es en las decisiones que ha tomado el PSOE al mando de la ciudad donde se aprecia que no cambia nada: cuando acuerdo con un Ayuntamiento del PP construir un campo de fútbol, me lo llevo a las afueras; cuando hay que hacer un Olivo Arena, más de lo mismo, por puro interés partidista; hago campaña y voto contra el Jaén Plaza pero corro a inaugurarlo antes de tiempo, para hacerme la foto; defiendo el pequeño comercio pero permito el abandono del centro durante años, etc. Todo esto es el modelo de ciudad del PSOE: el mismo que el del PP cuando estoy en el gobierno, aunque votaré otra cosa cuando esté en la oposición.

Y de esta manera, desde el debate urbano y comercial, pasamos a hablar de una cualidad política que está en desuso: la coherencia. Podemos tener distintas formas de entender qué es la coherencia, sobre todo en política. No es lo mismo para todos y, sinceramente, con el paso de los años, me importa menos la falta de coherencia temporal o ideológica, esa que tiene que ver con lo que uno dijo hace unos años o lo que pensaba sobre tal o cual asunto (todos tenemos derecho, e incluso diría que la obligación, de cambiar con los años, de evolucionar y de tener algunas contradicciones). Pero otra cuestión es cumplir con las propias promesas o juramentos, las que se hacen porque eran buenas para aquellos que te votan, la de velar y custodiar los bienes públicos, lo que es de todos, como si fuera propio (o más allá), En definitiva, la coherencia de la integridad, la de cumplir lo prometido y, si no es posible, reconocerlo con la verdad, definiendo con claridad una postura política. Y ello es importante porque en las oscuridades, en aquello que no se dice, se esconden los intereses ajenos, los que no son públicos, de todos, y por tanto irreconocibles.

Definirse, explicar claramente la apuesta de cada uno, es fundamental como representante público porque las implicaciones son importantes sobre la vida de los demás. En el caso que nos ocupa, porque Jaén y sus vecinos se juegan mucho. Se pueden tener opiniones distintas, todas con sus aciertos y errores, y seguramente en la intersección de alguna de ellas se encuentre la virtud o el interés general, pero lo que no se puede es adoptar todas las opiniones, porque eso directamente significa que no se apuesta por ninguna; es decir, se miente.

Unos pensamos que abrir varias superficies comerciales, casi de forma simultánea, en las afueras de una ciudad pequeña como Jaén, en crisis económica, social y también comercial, puede producir una serie de graves consecuencias económicas, sociales, urbanísticas y ambientales. Otros pensarán que hay suficiente mercado para todos los tipos de comercio, que el comercio local debe actualizarse y mejorar y que hay que aprovechar las oportunidades, además de no desperdiciar una posibilidad de inversión de la que estamos necesitados. Y, por último, también habrá quien crea que tan necesarias son las grandes superficies como lo es un apoyo y una ayuda definida al pequeño comercio.

Esta última será la postura más representativa de nuestros representantes públicos, porque supone no posicionarse claramente y apostar por apoyar a todo el mundo. Y puede que sea lo más sensato, por lo que tanto PP como PSOE dirán que es su posición. El problema es que eso hay que demostrarlo con hechos, porque hablamos de dos modelos de ciudad diferentes que para cohabitar requieren un esfuerzo mucho mayor del que el Ayuntamiento ha hecho nunca. Y en esa demostración radicará la coherencia y la verdad del PSOE de Jaén. Me detengo en el PSOE por dos razones: porque gobierna, y es el Alcalde el que debe demostrar qué quiere para Jaén, y porque, repito, el modelo del PP está claro, aunque no lo diga abiertamente, y es el que se ha venido ejecutando hasta ahora.

Hace unos años, un dirigente del PP, en ese momento quien dirigía la política urbanística local, me explicó sus intenciones de forma bastante gráfica: “la única manera de que pongamos en marcha el tranvía es que vaya coordinado con otra serie de acciones: la apertura del Jaén Plaza y la peatonalización de todo el espacio entre Roldán y Marín y la Catedral. De esta forma, el tranvía serviría para unir los dos espacios productivos y turísticos de Jaén: el comercial y la restauración, ya que el centro funcionaría como una Gran Terraza que aporta ocio hostelero (con unos toques patrimoniales añadiría yo) a las comprar realizadas en el centro comercial. Y ya que la intención es que este polo de atracción sea metropolitano, e incluso provincial, la idea de la Estación Intermodal en Vaciacostales nos permitiría unir la llegada de viajeros hasta ambas superficies”. No sé qué piensan ustedes, pero me da que poco a poco se ha ido ejecutando este plan.

Las consecuencias de este modelo son evidentes: económicas (inversión externa y concentración y salida de los beneficios, desplazamiento de la actividad comercial a las afueras, el deterioro del centro histórico y comercial, ya afectado por el abandono y el cierre de negocios tradicionales), generación de empleo de baja calidad, fragmentación y desigualdades territoriales, pérdida de cohesión social, pérdida de servicios, deterioro del Patrimonio, aumento de la contaminación, etc. Por un lado, podría inyectar dinamismo económico y crear nuevas oportunidades de empleo; por otro, existe el riesgo de profundizar las desigualdades sociales, acelerar el deterioro del centro histórico y generar problemas urbanos y ambientales.

¿Qué piensa Julio Millán de todo ello? Seguro que su primera respuesta sería que “ese es el modelo del PP” y que “el PSOE siempre ha apostado por lo contrario”. Se lo he oído muchas veces. Incluso se lo he oído mientras votaba contra esas propuestas. El problema es que, como Alcalde, ha seguido impulsando e implantando el modelo PP. Ante esta evidencia, Millán podría alegar que el Ayuntamiento no puede ir contra la iniciativa privada y que su labor es promover la economía en Jaén y bla, bla, bla. Pero, en serio, es hora de dejarse de palabrería vacía y hacer algo antes de que Jaén se nos muera, de que su centro histórico y su comercio local desaparezca. Si no queremos una gran terraza, vacía de habitantes, con alquileres de viviendas y locales desorbitados y pisos turísticos por doquier, hay que empezar ya.

Hay mucho trabajo que se puede hacer, pero hay que dejarse de promesas vacías. No hay que rechazar la apertura de superficies comerciales en sí misma, pero quizás hay que dedicarse a la planificación urbana en términos de calidad de vida. Es decir, invitarlas a integrarse en el centro para evitar una expansión urbana desordenada, que dificulte la integración de servicios públicos y transporte, el incremento del tráfico y la contaminación.

Además de las comerciales, habría que incluir infraestructuras públicas (Universidad, Administraciones, etc.) en el centro para revalorizar nuestro espacio histórico, llenarlo de vida y facilitar su recuperación y rehabilitación cultural. Esto debe añadir incentivos para la rehabilitación de negocios tradicionales, la mejora de la infraestructura y la promoción de iniciativas culturales y comerciales reales, para que no se pierda la identidad cultural que caracteriza al centro de la ciudad, como reclaman los comerciantes mientras se les deja abandonados a su suerte. ¿Para cuándo ofrecer incentivos que permitan a los pequeños empresarios competir frente a las grandes superficies y recuperar la vitalidad de la zona? Debería iniciarse ya una estrategia de desarrollo urbano que combine de verdad tanto la modernización de las áreas periféricas como la revitalización del centro histórico.

Porque para contrarrestar el desplazamiento de la población hacia la periferia no sólo es importante promover el comercio local y las iniciativas emprendedoras en el centro histórico, sino también dejar de restarle servicios públicos. Desde la limpieza, la seguridad y el transporte hasta la sanidad y la educación deben ser el anclaje para que la población no abandone esta zona.

Estas y otras muchas medidas demostrarían la coherencia entre el discurso y los actos. Entre lo que se dice y lo que se hace. Tener un modelo de ciudad definido y apostar fuerte por él, equilibrando la modernización con la conservación de la identidad y el patrimonio local y garantizando que el desarrollo económico beneficie a todo Jaén. Lo demás es palabrería, lo que acerca, por las vías de los hechos, a los dos partidos que nos han gobernado en los últimos 46 años, y, a su vez, nos señala también a nosotros. ¿Es nuestro modelo? ¿Es el Jaén que queremos? ¿Quién tiene menos coherencia: ellos o nosotros, que los elegimos una y otra vez?