Sobre nuestras piedras lunares

Manuel Montejo

Medianos

Llevamos décadas discutiendo sobre ese animal mitológico que es la clase media

Una vez pasada la Lotería de Navidad, y la ilusión de la "cuenta de la lechera" que nos iba a permitir cambiar de vida, y llegados a los últimos días del año, los del repaso a este 2024, viene bien situar dónde estamos y a dónde queremos llegar, al menos para una mayoría de nosotros. Llevamos décadas discutiendo sobre ese animal mitológico que es la clase media, ya que, fuera de los círculos económicos, nadie sabe con exactitud qué es, cómo se define o quien pertenece a ella. La dificultad de situar un concepto como éste, a medio camino entre lo económico y lo sociológico, entre lo que uno ingresa o gasta y cómo percibe que es su vida o cómo le gustaría que fuera, suele intentar resolverse utilizando las rentas personales. De esta forma, se pretende, numéricamente, delimitar una condición que es a la vez objetiva y subjetiva, lo que no siempre es posible.

Hace un año, el CIS preguntó a los españoles sobre esta cuestión: "¿a qué clase social diría usted que pertenece?". Se trataba de una encuesta, de una percepción y, por tanto, de un evidente carácter subjetivo. La respuesta no podía ser más clara: un 73,9% se consideraba clase media. Dentro de esa respuesta genérica se intentó concretar más, estableciendo tres categorías dentro de la definición. Así, sólo un 6,7% de los encuestados se veían como clase media-alta; el doble, un 12,3%, se creía clase media-baja y un 54,9%, se sitúo en esa clase media-media, en el mismo centro de nuestra sociedad, el lugar al que la mayoría aspira.



Peeo esta percepción no siempre se corresponde con la realidad. Por ello, la OCDE establece los sueldos que se corresponden con las clases baja, media o alta, relacionando la pertenencia a una u otra clase social con la renta mediana de cada país: la clase baja se corresponde a quien recibe menos del 75% de la renta mediana, la clase media entre el 75% y el 200% y la clase alta por encima del 200%. Según el INE, la renta mediana española de 2023 es de 18.316 euros, lo que significa 1.526 euros al mes. Por tanto, podemos determinar que los españoles que ganen menos de 1.144 euros mensuales son clase baja, hasta los 3.052 euros están en la clase media y por encima de 3.052 mensuales ya son la clase alta. Ya puede usted situarse donde le corresponda para empezar a hablar con propiedad.

Para saber cómo evoluciona, podemos irnos a los datos de las rentas familiares y comprobar que nuestra clase media está en descenso. Si hace 20 años, el 70% de los hogares pertenecía a este colectivo, ahora solo el 60% podría considerarse clase media, aunque es cierto que ha aumentado ligeramente en los últimos años, desde 2009, cuando llegó a situarse en el 58%. La clase baja es actualmente el 28% de nuestra población y la clase alta, la que ingresa más de 52 mil euros anuales, representa el 12% de la población, mientras en la UE es del 9%. De la composición de los datos se pueden sacar varias conclusiones. La primera es que los hogares de ingresos medios han visto su estándar de vida estancarse o empeorar, mientras los que ingresan más siguen acumulando más dinero. También se confirma que España, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de la UE, casi toda la población que ha abandonado la clase media (3,7%) ha pasado a la clase baja (3,6%).

Pero lo que nos interesa es cuando intentamos cuadrar lo objetivo con lo subjetivo. Siendo cierto que la clase media española no está descendiendo a pasos agigantados, también lo es que el ascensor social se dirige más a las plantas inferiores que hacia las superiores. Además, el grupo más numeroso, y que cohesiona la sociedad ya que representa el 100% de la renta mediana, la clase media-baja, ha bajado al 35% de la población en España, mientras que en países como Alemania supera el 45% y en Francia representa prácticamente la mitad de los hogares.

Ser, o considerarse, clase media tiene que ver con poseer un determinado nivel de recursos materiales, unos ingresos que te permitan llegar a fin de mes sin pasar apuros. Pero también está determinado con cierta visión de la sociedad, sentir estabilidad y confianza en el futuro y pensar que "las cosas" van bien pero van a ir mejor. Y esa percepción ha ido desapareciendo, acentuada por un desacople entre la realidad económica nacional y la economía familiar de cada uno de nosotros. Si la clase media, y sus recurso materiales, van menguando, por la pérdida de capacidad adquisitiva, y el aumento generalizado del PIB per cápita del país no se distribuye y no supone una expectativa de mejora constante, la percepción social es peor de lo que indican las cifras y esto también determina la economía, no la macro pero si nuestra micro.

Llevando la mirada a la realidad de una pequeña capital de provincia como la nuestra, podemos identificar muy claramente como antes gran parte de las aspiraciones sociales, que podríamos resumir en un techo (de propiedad), un trabajo estable y una existencia tranquila, movilizaban la economía local a través del consumo, la inversión en educación, salud y vivienda y el mantenimiento de los servicios públicos. Sin embargo, cuando los costes son mucho mayores que los ingresos, esta reproducción es insostenible. Y nuestra visión es más negativa.

Además, tenemos el convencimiento de que antes, si eras clase media, lo eras porque tenías la capacidad de permanecer en esa condición y reproducirla en tus descendientes. Y era muy difícil caer en la escala social más baja. Había recursos institucionales para impedir esos saltos al vacío. Ahora no. Hoy puedes ganar bien, pero la sensación de permanencia desaparece y no parece que puedas trasladar tu posición a tus hijos. Pensamos que las generaciones más jóvenes tienen un nivel de ingresos inferior al nuestro cuando teníamos su edad y es totalmente cierto, ya que los datos ofrecen una disminución de jóvenes en la clase media y un aumento en la clase baja, mientras que ocurre lo contrario en las personas de mayor edad. Tenemos también una clase media más vieja y una clase baja más joven.

En definitiva, para realizar el resumen del año y preparar el futuro 2025, habría que empezar a pensar que, a pesar de todo lo que está creciendo la economía española y de que aumente el número de personas que se creen de clase media en España, aunque sus recursos económicos o culturales no se correspondan con esa clase, quizás necesitemos soluciones para ser “medianos”. Es decir, para que ya que nosotros hemos conseguido vivir mejor que nuestros padres, o al menos la mayoría es lo que creemos, nuestros hijos no tengan que vivir peor que nosotros, o al menos lo hagan igual.