Agenda constitucional

Gerardo Ruiz-Rico

Poncio Pilatos nunca es responsable

El objetivo del PP siempre es eludir, con falsas excusas “competenciales” la indudable incompetencia de sus colegas de partido

No lo fue cuando decidió lavarse las manos y endosar a Caifás y sus amiguetes del Sanedrín la decisión de condenar con la pena de muerte a aquel aventurero romántico llamado Jesús. Un asesinato gracias al cual quedaba asegurada la vida eterna para una parte de la futura humanidad.

Los Poncio Pilatos, en adelante PP, nunca son responsables de nada. De ninguno de los males de este mundo. Ni de las pandemias que acaban con una parte de la humanidad, de las danas mortíferas ni de los megaincendios imparables que asolan nuestros bosques, en un verano ya histórico de olas de calor desconocidas para cualquiera que tenga memoria. Fuegos incontrolables que ponen en evidencia lo evidente desde ya hace bastante tiempo, rebatiendo el vacuo argumentario de los negacionistas y sus aliados en algunos gobiernos autonómicos, donde parece haberse decretado una prohibición que impide pronunciar dos palabras malditas: cambio climático.



En el próximo cataclismo, cuando caiga otro asteroide que acabe una vez más con la vida de este planeta, la culpa será siempre del Gobierno de la nación; en primer lugar de su líder, ese malvado ser con cuernos, venido de los infiernos bíblicos, en forma de bolivariano enmascarado de progresista filoeuropeo. El Poncio Pilatos (PP) de turno, junto a sus secuaces mediáticos que venden a precio de saldo mentiras en forma de feak news, encontrará siempre en aquél, el auténtico responsable de todas las calamidades pasadas, presentes y, por supuesto, también de las futuras.

El objetivo siempre es eludir, con falsas excusas “competenciales” la indudable incompetencia de sus colegas de partido, gobernantes de pacotilla, esto es, de poco valor y eficiencia como dirigentes y gestores de lo público, que ponen cara de niños buenos en las ruedas de prensa, pero luego cierran filas con el jefe cuando ordena dejarse de contemplaciones con “el enemigo”.

Su negligencia no es un adjetivo exagerado ni poco razonable a la vista del desastre causado por su falta de prevención, reflejo nítido de su - histórica también- despreocupación por aquello que representa el interés de la mayoría de los ciudadanos; en paralelo, con su preocupación en favor de élites económicas y empresariales, a las que rinden pleitesía con privatizaciones edulcoradas con el eufemismo de lo que denominan colaboración público-privada. 

Poncio Pilatos (PP), desde su atalaya de lujo y poder, nunca se sentirá responsable del asesinato en la cruz de ese terrorista, antimperialista obsesionado por cambiar el mundo. Como tampoco sus contemporáneos discípulos se consideran afectados por su propia negligencia. Todos ellos han aprendido la lección de la incompetencia, la que usan y abusan para dar pie a teorías conspiranoicas y cortinas de humo con las que pretenden convencernos de que la ineptitud irresponsable siempre será del “otro”.