Carmina nemo legit

Joaquín Fabrellas

La liberación del subconsciente

Joaquín Fabrellas reflexiona sobre la conexión entre la literatura, el jazz y el cine a mediados del siglo XX

 La liberación del subconsciente

Jack Kerouac.

Hay una interconexión que quería detallar entre la literatura americana y la música jazz americana de mediados de siglo XX.

Una conexión legítima y que respondía a una manera de entender el fenómeno artístico.

El jazz supuso una evolución en la comprensión musical del siglo pasado, así como la literatura de la generación Beat, dos formas de entender el arte, que se dieron en la misma época. A esto, además, se le puede unir la pintura y el cine.



Como recopila Keth Shadwick en los escritos de Kerouac:

[...]Lester Young, “that gloomy, saintly goof in whom the history of jazz was wrapped” (On The Road), Roy Eldridge, “vigorous and virile, blasting the horn for everything it had in waves of power and logic and subtlety” (On The Road), and Lionel Hampton, “everybody with sweat, claps, jumping fools in the aisles, the drummer booming and belabouring on his stage as the whole theatre rocked” (The Beginning of Bop).

Esa manera, por encima del resultado estético, en que los músicos ensayaban una nueva forma de tocar basándose en improvisaciones liberaba el subconsciente y lo objetivaba en la música. Esa manera diferente de tocar, de escribir, de actuar o de pintar, que liberaba el espíritu de las antiguas mordazas establecidas por las corrientes de pensamiento heterodoxo y que significaban, en los Estados Unidos, el modelo de comportamiento prediseñado tras la Segunda Guerra Mundial para la sociedad americana más conservadora. Querían crear un modelo de joven obediente, trabajador, dispuesto a matar por su país sin siquiera cuestionar las bases por las cuales se debía actuar en Corea, más tarde en Vietnam, o donde hiciera falta.

Un modelo de consumo que desemboca en los actuales parámetros consumistas que nos asolan y que tan poco le deben a lo racional.

Los autores Beat, así como los músicos bop de los cincuenta y sesenta del siglo pasado se rebelaron a todo esto, sirviendo como modelo al movimiento hippy posterior. Jóvenes que viajaban sin arraigo fijo por los Estados Unidos, sin trabajo o ingresos, consumiendo droga, peyote, ayahuasca, tratando de encontrar la base de lo americano en todo aquello que estaba prohibido: el indio, el mexicano, el negro, que componían la parte más baja de la sociedad del ensueño americana: el hombre blanco con mujer florero, siendo la base de un sustento consumista, capaz de defender a su patria sin cuestionarse los motivos por los cuales se habían llegado a ese momento de confrontación.

Lo mismo le ocurrió a Gary Snyder, a Gregory Corso, a Diane di Prima o a Allen Ginsberg, que primaban un discurso irracional por encima de lo objetivo realista, y daba pie a la introducción en el relato a sustancias estupefacientes para depurar y crear una narrativa alterna, contraria a la que predominaba en la escena europea y americana tras la Segunda guerra mundial, en ambos lugares se fragmentaría la forma de entender la literatura o la poesía. Véase Amapola y memoria de Celan, que surge de la falta de fe en el hombre tras el Holocausto.

De ahí el interés por otras religiones, otras maneras de entender la espiritualidad y el tiempo, una manera cíclica en que el hombre no fuese ajeno al sufrimiento humano.

La influencia de los escritores y artistas europeos fue decisiva en Estados Unidos. Como por ejemplo: André Breton, Max Ernst, Roberto Matta, que tanto influirían en Motherwell, Gottlieb, Pollock, o la escuela pop americana posterior y que tenían en la libertad absoluta de creación su lema principal.

Así sucede en la música bop, bebop que transformó un jazz sincopado, de orquesta, en una forma revolucionaria de pensar la música, con las improvisaciones pertinentes, que no era sino una manera de entender el concepto de libre interpretación de las partituras musicales. La improvisación como técnica y la introducción a la "música de músico", le da al jazz todo el vuelo que había perdido.

Europa tras la gran guerra

En Europa estaba sucediendo algo similar, tras la guerra, las dictaduras, que plasmaron los sentimientos sin filtros en el cine mediante la Nouvelle vague, (que tuvo su manifestación literaria con la nouveau roman, con Marguerite Duras y Robbe-Grillet), Truffaut, Godard, Agnes Varda, Resnais, que junto al cine italiano, reflejaban sin tapujos los conflictos interiores de los personajes, que se erigían, además, en los transmisores sentimentales del hombre moderno; véase el estético cine de Antonioni, cuyos personajes se enfrentan a la racionalidad desde la sentimentalidad acomodada en la ciudad moderna, recuerden el Milán de La noche, el plano secuencia del principio en el ascensor que ya nos muestra toda la panorámica de la ciudad en donde se va a desarrollar el filme, o la diferencia entre las clases altas y los parajes donde habitan y conviven las clases bajas y la explosión de sentimientos de Jeanne Moreau que pespuntean toda la película.

La bajada desde lo racional capitalista hasta la decadencia de los barrios pobre en la película.
El bebop, por su parte, fue iniciado por Charlie Parker, Thelonius Monk, Dizzy Gillespie, tras darse cuenta de que el jazz había entrado en un callejón sin salida con la influencia de las grandes orquestas, el rag time, y el jazz blanco que recorría los Estados Unidos como una música clásica sureña.

Si Parker fue el inicio del cambio, se llega a un lugar difícil de superar con Miles Davis, John Coltrane y Bill Evans, nadie como ellos supieron metabolizar todos estos cambios y encarnarlos en la historia del jazz contemporáneo. Se puede hablar de muchos otros, desde Wes Montogomery, Art Blakey, Sonny Rollins, Ella Fitzgerald, Sara Vaughn, Billie Hollyday y tantos otros, en esa misma época, pero ese trío, supuso un corte en la música contemporánea. Una nueva forma de comulgar con el sentimiento puro.

Por eso hay un momento fundamental en la historia de la música, cuando surge Birth of the Cool, (1957), el disco de Miles Davis, y al mismo tiempo, con su quinteto, ensayaba diferentes fórmulas jazzísticas, estas mucho más comerciales, aptas para el mercado: Relaxin´, (1958) Sleepin´, (1957) Workin´ (1959) y Steamin´ with... (1961). No trataban de hacer algo al uso, los solos duraban mucho más de lo normal, dando rienda suelta a la música y a la expresión personal, véase por ejemplo el tema Salt Peanutsy su formidable solo de batería de Philly Joe Jones, o los solos del bajo de Paul Chambers, con la solidez argumental y rítmica de John Coltrane, con quien seguiría grabando más adelante. En Kind of Blue (1958).


Comparable a la aparición de ese otro gran disco del jazz contemporáneo: Sunday at the Village Vanguard, (1961), donde Evans junto a su inseparable contrabajista Scott LaFaro y el baterista Paul Motian, convirtieron el jazz en algo mucho más personal, mucho más íntimo y lírico, liberando los lastres del subconsciente.

Jackson Pollock, Mark Rothko dieron a sus pinturas una dimensión insospechada, creando el expresionismo abstracto y convirtiendo lo academicista en mero adorno, dando un paso más allá para la comprensión del yo y su expresión mediante el arte.

Como vemos, música, arte, cine y literatura iban construyendo relatos parecidos que se adueñaban de una forma diferente de hacer las cosas.

Además, el surgimiento del rock, se debe en gran medida al auge del consumo, y como grito salvaje en contra de lo preestablecido por la sociedad tradicional, donde la música ya no debía tener introducción, desarrollo del tema y final, como en las piezas clásicas. Los tiempos ahora se reducían a unos minutos y se llegaba directamente al éxtasis, la explosión desgarradora del sentimiento, algo parecido le sucedía a la nueva concepción del jazz con su alto porcentaje de visiones personales en una sola canción, donde cada uno de los músicos podía dar rienda suelta a su concepción musical.

Así como en las largas confesiones de Kerouac en sus distintos libros, (Visions of Cody, Pic , The Dharma Bums, The Subterraneans, etc.), que pueden llevar páginas y páginas en la descripción de una cafetería y todo lo que en ella hay, así como las personas que deambulan, o el análisis de los estados de ánimo que narra Kerouac en una conversación con Neal Cassady y cada uno de los pormenores que tuvieron lugar en el sitio de la conversación.


La literatura no tenía que ser rentable, sino comunicar el estado de ánimo, presentar a un personaje con todas sus debilidades, alteraciones y contradicciones. Tampoco el escritor debía ser el modelo para nadie, por lo tanto no se erige como un modelo tradicional, sino como un inadaptado en la sociedad que malvive en refugios de montaña y que aprovecha los trenes de carga para viajar por los Estados Unidos, mientras conoce a los más desfavorecidos, al pobre, al mugriento, al desertor o al yonqui. Ellos encierran en sí a la verdadera América que ya escribiese el viejo Whitman.

Hay un tema que epitomiza lo que quiero decir: "Solar", un tema que tocó Miles Davis y que Bill Evans llevó a su disco del Village Vanguard, donde la narración principal se distribuye en tres instrumentos, empezando el piano como motor principal, al que se le suman el contrabajo y más tarde la batería, pero en ningún momento del tema confluyen, no se mezclan, no se tocan, no se importunan, es como si los tres estuviesen en el mismo lugar pero ensayando canciones diferentes; sin embargo, hay algo que los une, que va construyendo la melodía, el ritmo hasta que se fusionan después de ser oído, como en una armonía no apreciada antes por quien escucha. 

El jazz es una música expresiva, invita construir historias mientras se aprecia su actuación, la longitud, la experimentación, a falta, en muchas ocasiones de parte vocal, sobre todo en estos tríos, hacen que la imaginación vuele, como sucedió en aquella mítica película de Louis Malle, Ascensor para el cadalso donde Miles Davis improvisa un tema para cada una de las secuencias que le dice el director, sin partitura, conforme avanzaba la trama, así podemos ver la cara de Jean Moreau mientras sufre la perdida desgarradora del amante y Miles le insufla toda la tristeza necesaria al conjunto. Aquí puede verse una escena.

Liberación del subconsciente mediante el arte, falta de fe en la razón, fusión de sentimiento y pasión, técnica y capacidad de interpretación es lo que unió a todos estos artistas que convirtieron el arte del siglo XX en algo nuevo. Un arte radicalmente humano, nacido del dolor colectivo, en contra de los excesos de lo racional.