Detrás de la columna

Juan Manuel Arévalo

Hasta San Antón...

Uno de los síntomas de la Covid es la pérdida del olfato. De poco hubiera servido para que...

Uno de los síntomas de la Covid es la pérdida del olfato. De poco hubiera servido para que nos llegaran los olores que exhalaban las fogatas tradicionalmente encendidas en la víspera del día 17 de enero, celebración de San Antón. En ellas han ardido los leños y ramas de olivo de la poda y los numerosos desechos de viejo mobiliario y enseres que se almacenan en los terrados, desvanes y bodegas, sirviendo de limpieza y recuperando espacios para la guarda de otros útiles más provechosos. «De los Santos buñoleros, San Sebastián el primero». Y se le responde: «No, varón, que antes está San Antón», nos relataba D.Rafael Ortega, en sus “Escenas y costumbres de Jaén”. A falta de lumbres, he podido escuchar completa la transmisión que TV Siete ha realizado del pregón “sanantonero” que el Deán de la Catedral, Mosén Francisco Juan Martínez Rojas nos ha obsequiado. Y la verdad es que ha hecho honor a su dedicación cultural, amén de la religiosa, dando a conocer el culto que en la Catedral se realizó de este santo varón, con capilla propia, hasta su desahucio de la misma y peregrinaje por otras, adobado además de una crónica popular de las lumbres, sus costumbres y bailes de melenchones, con una referencia especial a las letras propias de estas danzas, advirtiendo que algunas de las cantadas, no puede mencionarlas por su condición sacerdotal y tono subido de estas, y porque si lo hiciera, las redes lo devorarían; es el llamado en cine “Toque Lubitsch”: sugerir para que el espectador imagine. Arte en el pase fino de la oratoria. No tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero mi hermano Jose Luis, vinculado al mundo musical, y a los conciertos catedralicios, me lo definía tal como lo he visto pregonar. Ahora anda acompañando a los angelotes y sus coros con los instrumentos propios del mundo celestial. Le escuchamos y aprendimos del llamado “fuego de San Antón”, hoy popularmente “culebrilla”, así como de la laica Cofradía de Ballesteros. Alrededor de la hoguera se mueve también la tradición culinaria; la morcilla y demás chacinas de la provincia, acompañan al toque de la bota. En abundancia se regalan palomitas de maíz, que en Jaén tienen su nombre propio: las rosetas. Y a poco que nos demos cuenta llegamos al 25, en el que el santoral señala a Santa Elvira a más de ser una referencia del año agrícola. Y en otro suspiro, “Febrero de días pocos, si tuvieras más serías más loco”. En su inicio, San Blas el santo cigüeñero que avistaba a estas aves en cuyo pico portaban la demografía del país. Ahora en nuestro ensañamiento con el clima, le hemos concedido a San Blas celebrarlo todos los días del año.