A mediados de diciembre, un grupo de sexagenarios voluptuosos de la cultura, iniciábamos una ruta urbana de la mano del profesor Luis Rueda de la UJA, para conocer en detalle la obra olvidada del arquitecto giennense Luis Berges Martínez. Los componentes de este grupo eran alumnos del Programa Universitario de Mayores que acertadamente mantiene la Universidad de Jaén y la actividad estaba organizada por AMAG, asociación que agrupa a este colectivo y promueve durante todo el curso actividades culturales, deportivas y sociales para poner en valor el denominado Envejecimiento Activo. Iniciamos el paseo cultural en la plaza de Las Batallas con diversas paradas para escuchar los comentarios del profesor Rueda sobre algunas de las edificaciones que aún se mantienen de este arquitecto Al llegar a la plaza de Las Palmeras, hoy Constitución, ya comenzamos a observar como el tránsito pedestre era estrangulado por las mesas de los bares, dificultando el paso normal. En la plaza del Deán Mazas, nos detenemos al lado de la fuente dedicada al arquitecto Justino Flores, en donde nuestro guía nos comienza a comentar la singularidad del edificio de los Palma. A poco de comenzar su disertación, diversas personas con mobiliario de hostelería nos dicen que nos tenemos que marchar de allí porque tienen que colocar mesas y sillas. Son las 11, de la mañana. Les explico que vamos a tardar unos 20 minutos y nos vamos. De forma zafia persisten en su actitud, acosándonos con las mesas, e interrumpiendo por cinco veces la intervención del profesor Rueda. Les indico que los legales propietarios de las vías públicas somos la ciudadanía de Jaén. Y su contestación no se hace esperar: tenemos autorización. Ante la controversia les observo que llamen a la policía si ven que sus derechos están siendo vulnerados por un grupo de mayores universitarios en un acto cultural Es cierto que tienen autorización. Como también es cierto que el gobierno del Partido Popular en el Ayuntamiento de Jaén, vendió la plaza del Deán Mazas, bajo un pretexto de modernización a la hostelería circundante, arrasando los jardines y bancos que invitaban a una plácida estancia, sobre todo en primavera y otoño. Mayores, jubilados leyendo el periódico o ejerciendo de abuelos con los nietos correteando, han sido expulsados. No es menos cierto que la ciudadanía de Jaén hizo omisión de sus derechos y una vez más la bota del interés de unos pocos les ha sido estampada donde la espalda pierde su nombre. Esto es una ciudad de Boabdiles. Pero dicho todo lo que antecede, hace dos años las cosas cambiaron en el edificio de la plaza de Santa María, y no es de recibo aquello de “mantenella y no enmedalla”. Tiempo atrás mantuve una conversación reivindicativa con el entonces alcalde de Linares, Juan Fernández: Cuando los alcaldes se olvidan de sus ciudadanos, estos tardan poco en olvidarse de sus alcaldes. Como el carnaval viene pronto, “al liquindoi” que dicen en Cádiz.
Juan Manuel Arévalo
Detrás de la columnaEdadismo urbano
A mediados de diciembre, un grupo de sexagenarios voluptuosos de la cultura, iniciábamos una ruta urbana de la mano del profesor Luis Rueda de la UJA...